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La solidaridad mantiene viva la esperanza

La tragedia del edificio Málaga estremeció a la sociedad cruceña, que desde el día mismo del desmoronamiento asistió a los familiares de los sepultados y a las brigadas de socorristas.

Como las jornadas precedentes, ayer la ayuda llegó de todos lados: agua, sodas, sándwiches, hielo, rehidratantes, empanadas, medicinas, alcohol en gel, entre otros. Cristina, una muchacha de 17 años, traía, a poco más de las 7.00, empanadas de trigo. «Vengo desde la Chacarilla, no es mucho esto que aporto, pero tenemos que apoyar con lo que podamos».

«Vino un vendedor y nos entregó su carrito con el somó (refresco de maíz) lleno en su interior y ahora lo vamos llevar para repartirlo a los rescatistas», informó Carol Vaca Díez, una voluntaria,  desde una de las oficinas de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), donde está el puesto de logística.

En un patio del tamaño de dos canchas de fútbol de salón, las voluntarias preparaban sándwiches, partían hielo en cubos, registraban galletas, panes, panetones navideños e incluso tortas decoradas, para luego repartir su ración a los cerca de 600 rescatistas, entre voluntarios, policías, agentes de seguridad ciudadana de la Alcaldía, personeros de la Gobernación y otros que trabajan en el Centro de Operaciones.

Las donaciones no dejan de llegar. Jóvenes voluntarias ofrecían vasos de agua y gaseosas heladas a quienes directa o indirectamente están involucrados en el operativo. «Otras personas trajeron comida ya hecha. Por eso ahora (hora del almuerzo) habrá para comer majadito y también salpicón», agregó Vaca Díez.

El senador Isaac Ávalos (MAS) llegó la mañana de ayer con una bolsa de coca para familiares y rescatistas. «Sabemos que mucha gente está trabajando horas, la coca les dará mucha energía. Es un taque el que he traído», dijo al mostrar las 50 libras.

«Hemos visto por los medios cómo están cansados y esto es un gran energizante», añadió.

Pero los cruceños también apoyan con mano de obra. Grupos de voluntarios venidos de diversos lugares esperaban su turno ayer para ayudar en la tarea. Había scouts, obreros de la construcción, grupos de universitarios, personas de a pie e incluso empleados que aprovechaban su horario de almuerzo para dar una mano.

Un grupo de 40 menonitas ingresó hasta el lugar del desastre y colaboró levantando y transportando escombros. «Mañana vamos a volver y vamos a ser más», dijo uno de ellos.

Por la tarde, ciudadanos cruceños se congregaron espontáneamente en la catedral de la ciudad para orar por el rescate de los sobrevivientes.

«Tengo fe de que van a salir con vida, hay que confiar en Dios», dijo una anciana, mientras otras personas expresaban su apoyo a víctimas y rescatistas.