El examen de papanicolau no es prioridad para la mujer
Exámenes. 1 de cada 4 mujeres que se somete a la prueba, pero no la recoge, requiere tratamiento
El caso de doña Cecilia no parece aislado; según datos del Instituto Nacional de Laboratorios de Salud (Inlasa), sólo 12% de las mujeres; es decir, una de cada 10, se hace la prueba «alguna vez en su vida». Sin embargo, el 40% (o sea cuatro de cada 10 pacientes) no recoge los resultados, afirma el patólogo de esa entidad, Milton Soria.
Del total de las mujeres que no vuelve por las conclusiones del estudio, 20% requiere tratamiento. «Lo más probable es que esas mujeres que no recogieron sus exámenes, en algún momento, presentarán un cáncer en el cuello del útero en estado avanzado, a veces, sin posibilidades de salvarles la vida», alerta Soria.
El especialista y su colega Felipe Crespo, epidemiólogo del Hospital de la Mujer, coinciden en que los factores que más inciden en el hecho de que las mujeres no se sometan al estudio son la falta de una cultura de prevención, miedo a conocer los resultados, falta de tiempo para acudir al especialista y temor a recibir maltrato de parte del personal médico.
El cáncer uterino es una de las principales causas de mortalidad en Bolivia. Según datos del Inlasa, tres mujeres mueren cada día en Bolivia a causa de esta enfermedad.
Soria recuerda, sin embargo, que este mal es totalmente prevenible, y que para ello es vital que la mujer, en especial a partir de los 30 años de edad, se someta a un estudio de papanicolau cada año. «La mayoría sólo acude al médico cuando le duele algo», lo que es un error dice Soria.
Y así fue con Angélica Callero (25), con quien La Razón conversó en el Hospital de Mujer, a donde llegó porque tenía molestias en el bajo vientre.
«Pensaba que estaba embarazada, nunca antes me había animado a venir al médico, creo que por miedo. ¿Qué iban a pensar mi mamá o mi papá? He escuchado que hay que ir (a hacerse el estudio) pero no es costumbre, siempre creemos que estamos sanas. Ahora tengo que venir muchas veces porque menciona que tengo cáncer. No estaba embarazada, lo que me molestaba era el cáncer».
Alberto Suárez, ginecólogo de ese nosocomio, expresa que muchas mujeres tienen miedo a lo desconocido y si a eso se suma el maltrato que a veces experimentan en la consulta, «es probable que tengan miedo volver».
«Nunca he venido al médico porque me da miedo. Mi amiga me contó que los médicos tratan mal a las personas indígenas o de pollera. Nos hacen abrir las piernas delante de mucha gente, es muy incómodo», relata doña Carlota Quispe (47), que esperaba ser atendida en el hospital.
Crespo asegura que el personal médico y de enfermeras del Hospital de la Mujer es permanentemente capacitado para que, cada vez, la atención sea mejor y las mujeres tengan más confianza. En ese contexto, afirma, a todas las mujeres que llegan a la consulta externa se les programa un examen de papanicolau.
Soria lamenta que pese a las campañas de prevención «en el país existen barreras culturales y sociales muy fuertes como el machismo, el pudor que son difíciles de sobrellevar».
«A mis 60 años me he hecho por primera vez un papanicolau. A Dios gracias, todo está bien», indica Cecilia Suches, quien acudió al médico porque hoy sus hijos ya «son grandes» y tiene más tiempo. «En el pasado, era imposible por falta de tiempo, había que criar a los hijos, y recibir una mala noticia hubiera sido una calamidad. Era mejor no saber nada».
Datos estadísticos del Inlasa
-En el 2010 se procesó un promedio de 900 mujeres con cáncer uterino, en diferentes estadios.
-En la gestión 2010 se diagnosticaron 183 casos nuevos de cáncer sólo en el Hospital de la Mujer.
-En promedio, en el último quinquenio, se registraron 680 muertes por año.
La prueba con vinagre es una forma rápida de detección
Con sólo pasar una gasa empapada en ácido acético o vinagre por el cuello del útero de una mujer se puede detectar de forma rápida células cancerígenas. El cambio de color de la gasa es la señal y los especialistas le dan crédito a este procedimiento.
Felipe Crespo, epidemiólogo del Hospital de la Mujer, explica que este método, denominado IVVA, se practica en ese nosocomio a la par del papanicolau. «Es un método sencillo, barato y fiable que no requiere de laboratorio para detectar algún tipo de lesión», sostiene Crespo.
El especialista señala que hace dos semanas, en el marco de un seminario internacional, se desarrolló un curso para capacitar a todo el personal médico y de enfermeras que trabajan en los centros hospitalarios del primer nivel (postas de barrio), con el objetivo de implementar está prueba con mayor frecuencia como una forma de prevención.
«Se está capacitando a los profesionales para que los médicos o el personal que atiende a las señoras en los centros del primer nivel, es decir, en los barrios o zonas de las ciudades o en el área rural, esté en capacidad de detectar la posibilidad de una lesión cancerígena de manera oportuna» a fin de tomar recaudos. «Si al pasar el espéculo con un algodón empapado en vinagre por el cuello del útero, el médico advierte que hay cambio de color (en la gasa), la paciente tendrá que someterse necesariamente a un papanicolau en laboratorio, pero esta vez en un hospital de tercer nivel, como es el Hospital de la Mujer», afirma.
Las mujeres entre 17 y 29 años corren mayor riesgo
Contraer una infección por el virus del papiloma humano (VPH) es el principal factor para desarrollar el cáncer cérvico uterino. Por lo general, el VPH puede desaparecer por acción del sistema inmunológico, pero en los casos en que la infección se desarrolla, afecta en su mayoría a mujeres de 17 a 29 años.
Las niñas se deben vacunar contra el VPH
La vacuna contra el VPH estimula al sistema inmunitario de la mujer a combatir los cuatro tipos de virus del VPH si ésta se expone a ellos. La vacuna se administra en tres dosis y durante seis meses a niñas entre 9 y 13 años de edad. En Bolivia, una campaña empezó en febrero y desde entonces 50 mil niñas fueron beneficiadas.
Condiciones para acudir al estudio
Para someterse a un papanicolau, la mujer no debe estar menstruando (acuda de 10 a 20 días después del primer día del último período menstrual). Además, dos días antes deberá evitar el lavado vaginal y las relaciones coitales.