En los CIE, los detenidos sueñan con su libertad
Un boliviano cuenta su permanencia de 9 días en uno de estos centros
Un boliviano cuenta su permanencia de 9 días en uno de estos centros
La Paz n Esteban era un número más en el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Aluche en Madrid. Cada día soñaba con que dicten su número para recuperar su libertad, pero tuvo que esperar nueve días antes de que eso sucediera.
«Lo que pasa es que soy claustrofóbico y cada día era un tormento, no sólo para mí sino para todos. Los nervios se hacían dueños de nosotros especialmente cuando algún policía anunciaba la salida de un número del centro», relata y luego recuerda que fue detenido cuando faltaban apenas unos días para que cumpla los tres años de permanencia en España, que es el tiempo exigido por las normas de ese país para lograr la residencia.
Este joven migrante fue detenido en la boca de un metro de Madrid, cuando se dirigía a trabajar junto a su amigo. Él cree que el llevar mochilas viejas provocó que los policías civiles le pidan documentos y luego se los lleven. «Trabajaba repartiendo publicidad, me pagaban 40 euros al día, tenía que andar mucho», afirma Esteban, aunque luego aclara que desde que llegó tuvo muchos oficios.
«Cuidaba a ancianos con Parkinson, que es un trabajo que muchos querían porque trabajas horas completas (todo el día). También estuve en una tienda que atendía 24 horas, pero nos atracaron y nos despidieron a todos».
Fue detenido por la Policía varias veces en España, pero hasta entonces nunca fue llevado a un Centro de Internamiento. «Lo que me salvaba era un carnet de voluntario de la Cruz Roja que tenía, pero me lo robaron».
En el CIE le pusieron un número con el que lo nombraban siempre. Allí conoció a cinco bolivianos: dos fueron deportados y tres se quedaron.
«El CIE es una cárcel, lo único que ahí no hay son maleantes, también te encuentras con malentretenidos, vagos. La mayor cantidad del tiempo nos la pasamos leyendo, aunque también hay un poco de peleas». A las 19.00 cierran las rejas del corredor. En cada corredor hay 12 celdas con cuatro literas cada una.
Esteban no tiene confianza en los juristas españoles. «Mi abogado defensor era del Estado, pero igual cobraba 200 euros (por los trámites de libertad)».
La tarde del noveno día de su detención, un policía gritó su número. «Todos festejamos porque creíamos que me liberarían, pero no fue así». Lo llevaron del CIE al avión, «era de AeroSur, me hicieron entrar por una puerta rara y me dejaron en Santa Cruz, sin nada de ropa; tuve que pedirle a mi amiga que me mande una maleta con mis cosas, pero me salió más caro que comprarme ropa aquí».