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FIEM incluye a niños con la natación

De acuerdo con Juana Tórrez, responsable del programa Referentes de Inclusión Social (RIS) de la FIEM y que incentiva con las clases de natación, la institución trabaja en el país hace cuatro años.

Su población son niños y adolescentes que presentan capacidades alternativas, que trabajan y viven en las calles, que sufren violencia, que tienen comportamientos adictivos y niños que viven en las cárceles. También ayudan a migrantes, hijos abandonados, trabajadoras sexuales, aquellos que viven con el VIH (Virus de Inmunodeficiencia Adquirida), que tienen enfermedades mentales, sobrepeso excesivo y enanismo.

El programa RIS implementa una metodología de carácter pedagógico y terapéutico; «los niños no sólo aprenden a ser líderes de inclusión social y a descubrir sus capacidades alternativas, sino que van aprendiendo a crear sus propios estilos de nado», explica Tórrez.

Por ejemplo, inventaron el estilo «pajarito», que consiste en nadar de espaldas sin mover los pies, solamente las manos, y el «sapito», saltando y tocando el fondo de la piscina, informa el profesor Rafael Riveros. FIEM también presenta otros programas. Hasta hoy se espera que más jóvenes participen. La convocatoria está abierta.

A pesar de que no mueve del todo el brazo izquierdo, Carola es un pez en el agua

Carola (11) (nombre ficticio) dice que domina el estilo «perrito» en natación. Lleva tres años practicando su «deporte favorito» y afirma que gracias a los entrenamientos y la relación que tiene con sus compañeros, ha dejado atrás la timidez. Con las prácticas, también pudo conocer a su mejor amigo, Aldo. «Siempre conversamos, lo entiendo».

Hace tres años que forma parte del programa de la Fundación Inclusión en el Mundo (FIEM). Ser parte de ella le ha permitido, afirma, perder el miedo que tenía de hablar con otras personas. «Era muy tímida, pero ahora comparte con todos», dice su madre, Sandra.

La mamá cuenta que debido «a la negligencia médica» en el momento del parto, Carola sufrió el quiebre del deltoides (músculo del hombro), lo que afectó la movilidad del brazo izquierdo. «Ese miembro quedó como trapito, pero gracias a la fisioterapia ahora lo puede mover algo; pero eso sí, es una buena nadadora».

Profesión. La niña cursa séptimo de secundaria en el colegio René Barrientos. Su materia favorita es Educación Física; aunque de adulta se ve como abogada, ya que le atrae el ayudar a gente con problemas legales. De hecho, lee algunos libros básicos de abogacía. También se inclina por la literatura. «Terminé el libro Sambo Salvito; me gustó».

Son las 10.30 del martes 22 de marzo. Carola está lista, con su bañador, una gorra a tono para cubrir sus cabellos y unas gafas de natación para proteger sus ojos.  Para empezar con sus clases se ayuda con un salvavidas, luego lo deja y se muestra como pez en el agua.

Fernando presenta pérdida auditiva desde que nació, ama al club Bolívar y la natación

Fernando (17) (nombre ficticio) es un adolescente que presenta hipoacusia neurosensorial (pérdida auditiva) desde que nació. A pesar de varios estudios que sus padres pidieron, nunca se supo la razón de su mal.

Con el lenguaje de las manos indica que estudia en el colegio René Barrientos y que vive en la zona de Villa Armonía junto a su familia. Tres son las cosas que más ama: el club Bolívar, la natación y estar con sus amigos.

Dice que tuvo dificultades en su niñez —ser excluido—, por lo que al formar parte del programa de inserción social de la Fundación Inclusión en el Mundo (FIEM) le ha ayudado a valorar su vida y a pensar en un futuro como profesional en computación, para enseñar a personas que tienen su mismo problema. También sueña con viajar y conocer Argentina.

Cada martes, Fernando practica natación junto a sus compañeros del programa en la piscina de Obrajes. Su profesor, Rafael Riveros, indica que domina muy bien los clavados y el estilo sirena, con manos y pies pegados al cuerpo.

Contento. Cuando termina sus prácticas, y luego de colocarse su buzo deportivo rojo con azul, pide a Riveros que le preste gel para arreglarse el pelo.

«Este tipo de natación no premia la rapidez y competencia, sino la alegría de que cada uno crea su propio modo de nadar», dice Riveros. Fernando ha puesto su sello en el «contento», que consiste en nadar de espaldas y sonreír todo el tiempo.

Cuando la entrevista termina, Fernando agradece y sonríe, debe ir a su casa a realizar sus tareas y dormir un poco, lo espera su familia para almorzar.