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Por cada 1.000 niños nacidos vivos, otros 17 nacen muertos

Cada año, 2,6 millones de bebés nacen muertos en el mundo y el 98 por ciento de los casos ocurre en países de ingresos medios y bajos, según la primera estimación global sobre mortalidad perinatal realizada por la OMS.

En el caso concreto de Bolivia el índice es de 17 decesos por cada mil nacidos vivos, según un reporte de la agencia de noticias AFP y un documento proporcionado a La Razón por la organización Save the Children. En América Latina, los índices de mortalidad perinatal varían por país. El promedio de México, Costa Rica, Argentina y Colombia es similar, con 4,5 a 5,5 nacimientos sin vida por cada 1.000.

Uruguay, Brasil, Guatemala y Perú casi duplican estas tasas, con un promedio de entre 9,3 y 9,9. Bolivia, Honduras y Paraguay son los países con índices más altos, registrando 16,8, 17,5 y 19,4, respectivamente, por cada 1.000 nacimientos, el documento.

A nivel mundial, los indicadores más bajos son de 2 decesos por cada 1.000 nacimientos en Finlandia y Singapur y en el otro extremo están Pakistán y Nigeria, con 47 y 42 fallecidos, respectivamente, por cada 1.000 nacidos.

Cada día, más de 7.300 bebés nacen sin vida. Las cinco causas principales son: complicaciones durante el parto, infecciones maternas durante el embarazo, trastornos maternos (preeclampsia y diabetes), retardo del crecimiento fetal y anormalidades congénitas. Dos tercios de las muertes ocurren en zonas rurales, donde la atención especializada al parto (por parterasy médicos), no siempre está disponible durante el parto y para emergencias obstétricas, incluyendo cesáreas.

Pese a lo elevado de la cifra a nivel mundial, el drama de los nacidos muertos capta escasa atención internacional, en comparación con los esfuerzos por reducir la mortalidad materna y neonatal, y eso en gran parte debido al estigma que sufren las madres involucradas, reporta la agencia AFP.

«Existe un tabú, las mujeres son marginadas y en ciertos contextos se cree que se trata de un castigo divino por los pecados de la madre», explicó en rueda de prensa el jefe de Epidemiología del Instituto de Salud Pública de Noruega, Frederik Froen.

El informe sobre la mortalidad perinatal fue elaborado por 69 autores de 50 organizaciones en 18 países del mundo, investigación que se desarrolló con aval de la OMS, y que se publica hoy en la revista científica británica Lancet.

El estudio recoge datos desde 1995 y revela que en 15 años el número de nacimientos sin vida, en todo el mundo, ha disminuido en sólo 1,1 por ciento por año, de 3 millones anuales en 1995 a 2,6 millones el 2009. «Esto es más lento que la reducción de la mortalidad infantil y materna», alerta Save The Children.

De esas muertes prematuras, agrega el reporte de AFP, la mitad ocurre durante el parto debido a la falta de atención obstétrica calificada —incluido el acceso a una operación cesárea en caso de necesidad— en ese momento cumbre y extremadamente delicado de la vida de la madre y del bebé.

«La mortalidad perinatal a menudo no está registrada y no se ve como un importante problema de salud pública», dice Flavia Bustreo, directora general asistente de la Salud Familiar y de la Comunidad en la OMS. «Sin embargo, es una pérdida desgarradora para las mujeres y las familias. Tenemos que reconocer estas pérdidas y hacer lo posible para evitarlas».

A pesar de los índices, la mortalidad perinatal no está en los Objetivos de Desarrollo del Milenio sobre salud materna e infantil establecidos por Naciones Unidas.      

Salud apuesta por el control prenatal

El bono Juana Azurduy y el programa de Salud Familiar y Comunitaria Intercultural (Safci) son los instrumentos con los que el Estado boliviano trabaja para reducir los índices de mortalidad del binomio madre-niño, explicó a este medio el director general de Servicios de Salud del Ministerio de Salud, Johnny Vedia.

Según la autoridad, los indicadores de mortalidad de la niñez, mortalidad infantil y mortalidad neonatal —dentro de la cual, según Vedia, se consigna la mortalidad perinatal— han experimentado un descenso continuo.

«La Encuesta Nacional de Salud señala que a nivel nacional, de 1983 a 1988, la tasa de mortalidad neonatal era de 43 niños por mil nacidos vivos. En el periodo de 1988 a 1993 bajó a 39; entre 1993 y 1998 a 34; y entre 1998 y 2003 y 2003 a 2008 se mantuvo en 27 decesos por mil nacidos vivos».

Vedia lo atribuye «primero, a la mejora de la infraestructura a nivel nacional, se ha mejorado la capacidad resolutiva de los establecimientos de salud».

Segundo, agrega, las autoridades municipales y departamentales «han tomado conciencia acerca de los temas referidos a la salud y sobre todo al binomio madre/niño. También hubo mucha participación de las organizaciones sociales». En esa lógica, se ejecuta el programa de Salud Comunitaria, cuya fortaleza es la participación ciudadana en torno a gestores de salud (comunarios designados para orientar a sus pares).

Y con el bono Juana Azurduy, mediante un incentivo económico, se fomenta la asistencia de las embarazadas a los controles prenatales, donde se puede detectar algún problema que pudiera derivar en la muerte del bebé, y garantiza el parto asistido.