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Costas bajó del auto y llegó a gritar ‘deténganlos’

Unos cuantos transeúntes que le vieron atinaron a acercársele para ayudarle, pero la autoridad volvió sobre sus pasos para subir de nuevo a su coche, cuenta una mujer que se encontraba a pocos pasos del hecho.

Un hombre identificado con las iniciales B. J., que pasaba por el lugar, dice que iba distraído cuando el ruido de los disparos de un arma de fuego le sacó de sus pensamientos. «Cuando me fijé, vi a un hombre bañado en sangre caminando, me quedé paralizado, pues no podía creer lo que estaba viendo».

B.J. dice que ni en una pesadilla imaginó verse ante un hombre herido, sangrante, menos que se tratase del Gobernador cruceño. De hecho, él no pudo reconocerle sino cuando «la gente comenzó a decir que se trataba de él y que dos delincuentes le habían herido».

Así hablan los testigos del hecho acaecido el martes 12 de abril, en la calle Manuel Ignacio Santistevan (entre el primer y segundo anillo de Santa Cruz) cuando Rubén Costas, que conducía su vehículo y viajaba con un acompañante, emprendió la persecución de dos hombres que habían intentado asaltar a una mujer. Éstos, frustrados en el atraco, con el auto pisándoles los talones, abrieron fuego contra sus perseguidores. Una bala tocó el temporal de la primera autoridad del departamento.
María, una adolescente, pensó que se trataba de una riña o un accidente de tránsito; «me dio miedo cuando el herido empezó a caminar para subirse al auto, que estaba siendo conducido por otra persona».

La propietaria de un negocio, ubicado al frente del lugar del incidente, dice que conversaba con una amiga cuando un motorizado persiguiendo a una motocicleta cruzó ante su retina. La velocidad y el hecho de que ambos iban en contrarruta le llamaron la atención. De pronto se escuchó el disparo, «cuando nos paramos a ver qué sucedía, reconocimos al Gobernador que estaba sangrando».

Los disparos, la sangre, la tensión, el miedo, la sorpresa al descubrir al protagonista son comunes en los recuerdos de la gente, en sus charlas que en la semana pasada han girado casi invariablemente en torno al hecho violento. La sangre en el piso aún se nota. Lo que contribuye a que «nos tiemble la piel y que se nos haga un nudo en la garganta», confiesan las personas de un negocio instalado en la calle Santistevan. Eso mismo hace que todos los entrevistados eviten dar sus nombres o referirse a los asaltantes, a quienes apenas vieron, pues tienen miedo.

La calle es de condominios, establecimientos educativos privados, pequeños negocios, la clínica Bilbao e incluso el cine Center.
Un policía del Batallón de Seguridad Física que trabaja en una entidad financiera, dice que esa mañana se encontraba asignado al interior del edificio. Por tanto, no vio nada, salvo cuando vio al herido, tras oír los disparos, cuando «llamamos al 110 para reportar lo sucedido». El uniformado tampoco quiere que se sepa su nombre, «para evitar represalias».

‘Me permitió seguir viviendo’
Dolly Valverde, la mujer que se salvó de un atraco que pudo resultar fatal para ella, visitó al Gobernador, lo abrazó y dijo que gracias a él, a su valentía, ella tiene la oportunidad de seguir viviendo.