Icono del sitio La Razón

Gimnasios trabajan de manera informal y sin normativa

Juan, profesor de educación física e instructor de gimnasia aeróbica hace 17 años, aseguró que no existe una norma que regule estos negocios, por lo que los entrenadores «trabajan a su suerte».

Debido a que no se firma un contrato escrito entre los entrenadores y los centros, éstos acuerdan verbalmente el salario que ganan por hora. Éste varía de 10 bolivianos a 10 dólares. «En varios gimnasios, seas o no certificado (capacitado), te pagan más si tienes más gente que entrenar, menos si tienes menos gente, no hay una norma, puede ser que una persona formada gane menos que otro que no lo es», dijo Juan.

Raúl, quien instruye hace 14 años, indicó que parte de la informalidad también se da cuando los dueños no cancelan al guía por los días feriados, a pesar de que la empresa cobra mensualmente a sus inscritos. Tampoco se cancela al que se enferma, sino al reemplazante que da la clase, no gozan de vacaciones, ni aguinaldos, primas por años trabajados, ni tampoco seguro médico.

Ivett, dueña de un gimnasio en la zona Central, dijo que se tiene un contrato diferente con cada instructor. «Esto es prestación de servicios, todo negocio tiene un manejo diferente con cada persona, el trato difiere si no son capacitados, ellos trabajan más allá de tener una relación laboral».

Otro propietario aseguró que su personal trabaja por jornal y goza de  los derechos correspondientes, no así los que entrenan por horas.

Otro instructor, Orlando, afirmó que en algunos clubes de socios la paga es mayor, hasta 90 bolivianos la hora, pero tampoco gozan de beneficios. En relación a los gimnasios, dijo que «si uno cobra 80 la mensualidad y le pagan a un entrenador 30, por hora éstos no ganan ni siquiera cinco por ciento de la utilidad del negocio».

Norma. Rodrigo Montellanos, especialista en derecho de trabajo del Ministerio de Trabajo, indicó que no existe un reglamento que regule la labor de los instructores. «No hay algo específico, imagínese hacer normas para todos los sectores laborales, es complicado el tema, se debe seguir todo un procedimiento».

Juan aseguró que los instructores también se ven afectados por el alto nivel de audio que se exige en la clase,  «100 decibeles durante el día y por tres horas, daña en 30 por ciento el oído»; y el dar clases en ambientes cerrados con gran cantidad de alumnos «afecta el grado de oxigenación que necesita el cuerpo».

Otros datos del mundo del fitness

-Según cinco entrenadores físicos, no existe una entidad que maneje un registro de cuántos gimnasios operan en la sede  de gobierno.
-Raúl, entrenador, calcula que funcionan cerca a 40 gimnasios en La Paz. Juan considera que de cerca a 150 instructores que trabajan, 50 por ciento son certificados; la otra mitad no.

Paola y Abad presentan artrosis leve

Hace dos años que Paola (nombre ficticio) se inició como entrenadora de gimnasia. Debido a la cantidad de horas que trabajaba, hasta tres por día, empezó a sentir dolor en sus articulaciones de rodilla y codo. Luego de hacerse estudios con un traumatólogo, éste le indicó que sufría de artrosis leve.

De acuerdo con el médico Óscar Hervia y Vaca, la artrosis es una lesión producida por el desgaste del cartílago, ya sea en las rodillas, codos, hombros, tobillos y otras articulaciones.

Ésta puede dividirse en cinco grados: primer, segundo y hasta tercer grado, que requieren de un tratamiento sincromático, y cuarto y quinto, que necesitan operación, complementó el traumatólogo Humberto Zeballos.

La forma en que se expresa esta enfermedad es por medio del dolor, coinciden los dos galenos. «Estas son lesiones que se producen en deportistas de alto rendimiento, y se producen por la sobrecarga que realizan», dijo Hervia y Vaca.

El desgaste de las articulaciones puede darse de manera temprana en los instructores, si es que se descuidan. El compañero de Paola, Abad, también presenta este problema, ya sea al dar una clase de step (aeróbicos sobre una plataforma), al caminar o subir gradas. Él actualmente recibe un tratamiento y medicamentos.

El costo de una operación cuesta entre 7.000 y 10.000 dólares. Juan, instructor de gimnasia, señaló que un salario de 45 bolivianos no podría llegar a cubrir el tratamiento adecuado. Zeballos también indicó que cuando el entrenador no toma las precauciones necesarias, éste puede sentir dolores y tendrá dificultades al caminar.