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AL FIN JUNTOS

Franklin V. H. arribó ayer a Cochabamba a las 16.00 horas, pero el futuro del «niño viajero» de 10 años aún es incierto. Su madre, Zenobia H., puede ser encarcelada por tráfico de precursores, con lo que el pequeño pasaría a un centro de acogida.

El reencuentro entre madre e hijo fue muy emotivo. Un fuerte abrazo, lágrimas y muestras de afecto sellaron ese momento, que coronó una travesía que hace una semana había comenzado el menor en busca de su madre y que, por un error, le llevó hasta Chile.

Ahora están juntos, pero sin embargo Zenobia enfrenta un proceso por el que puede ser condenada a ocho años de cárcel. «La situación legal del menor es complicada, vamos a velar por su bienestar. El niño no quiere estar con su papá y ella no está en un solo lugar, viaja mucho; vamos a valorar esto y se decidirá dónde va a quedarse, si con ella o en un hogar», explicó la directora del Servicio Departamental de Gestión Social, Vivian Peñarrieta. Franklin pasará el fin de semana con su madre.

El niño había dejado su casa en Oruro y terminó en Chile, tras ocultarse en un camión que llevaba minerales a Iquique. Ayer no podía contener las ganas de ver a Zenobia. «¿A qué hora voy a ver a mi mamá?, ¿a qué hora?», preguntaba, ni bien el bus que lo transportó de regreso al país ingresó a Cochabamba.

Zenobia esperaba en Suticollo. Cerca de las 15.00 subió al bus de la empresa Trans Paraíso, donde en la tercera fila lo esperaba su pequeño. Al verla, saltó de alegría y la recibió con un efusivo abrazo, en medio de lágrimas. «Mamita, yo te he ido a buscar», le dijo y ésta le preguntó por qué escapó de la casa de su padre. «Me he ido porque la esposa de mi papá me pegaba», le contó entre sollozos.

En el tramo hasta la terminal de buses el niño conversó con Zenobia. Le entregó un recipiente que había guardado con la comida que le dieron en el bus. Tomó una cuchara e hizo comer a su madre un poco de arroz, papa y carne. Le contó que en casa de Margarita Flores, donde lo cuidaron en Iquique, comió churrasco. Luego le enseñó los autos que le regalaron y también le entregó dinero. «Toma mamita, son pesos chilenos», le dijo.

Al llegar a la ciudad, Franklin saludó por la ventana a una muchedumbre de curiosos y periodistas. Contó que en Iquique lo trataron bien. «He conocido el mar», comentó con una sonrisa. Tímido, señaló que dejó la casa de su padre porque «mucho me maltrataban, por eso he ido a buscar a mi mamá, tres días he viajado en camión.

Ahora estoy bien, me siento feliz, le he dicho ¡mami! cuando la he visto, le he ido a abrazar. Estoy feliz, contento porque estoy con mi mamá, ya no voy a volver a viajar».

Zenobia, quien estuvo recluida en el penal de San Pedro, en Sacaba, dijo que no lo volverá a dejar. Su juicio comienza el jueves.