Las máquinas expendedoras, en riesgo en Japón
Tras el terremoto los japoneses quieren ahorrar energía

Están en calles, oficinas o incluso templos y ofrecen desde bebidas hasta paraguas, flores o corbatas: las máquinas expendedoras de Japón, un ícono del país asiático, se ven amenazadas por la intensa campaña de ahorro energético.
En total hay más de 5 millones de «jido-hanbaiki» en Japón, el país con más unidades por habitante en el mundo, según la Asociación Nacional de Fabricantes de estas máquinas.
Tras su aterrizaje en los años 70 se convirtieron en un símbolo del desarrollo económico nipón, de su pujanza tecnológica y también de su civismo, pues el hecho de que el vandalismo sea prácticamente desconocido en el país ha sido factor clave para su implantación en casi todos los rincones.
Sin embargo, los problemas en el suministro eléctrico tras el terremoto del 11 de marzo están cambiando la percepción de estos aparatos en el país asiático, especialmente de los que venden bebidas, que son los más extendidos y consumen mucha energía ya que a menudo ofrecen latas calientes, además de frías.
Por ello, una decena de ONG ha lanzado una campaña para reducir las máquinas de refrescos, mientras que Tokio y otras tres provincias han pedido al Gobierno que restrinja el número de horas que pueden permanecer encendidas.