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Habilitan 16 albergues invernales

Carlos jamás vio un termómetro ni sabe que 22 personas murieron en el país el año pasado por enfriamiento, según datos de la Asociación Boliviana de Comunidades Terapéuticas. Pero eso sí, el joven conoce lo que es dormir en la calle. «No quisiera volver más. Aquí estoy bien y hasta voy a aprender carpintería», sostiene el adolescente, mientras abraza a Ismael, el niño abandonado que llegó esta semana. «Lo quiero bien harto, es como mi hermanito».

En este albergue de la Fundación Arco Iris, que abrió sus puertas a otras personas durante el invierno, viven unos 40 niños y jóvenes de entre 6 y 18 años de edad. «Trabajamos todo el año, pero por el invierno también estamos recibiendo a niños y jóvenes. Aquí les damos apoyo educativo a los niños que sufren de maltrato intrafamiliar, y si alguno quiere quedarse lo recibimos y lo apoyamos», dice el educador Boris Conde Durán.

Carlos llegó el 23 de mayo, pero Edwin Mamani (16) está desde sus 10 años. «Nunca falta la cena, hay incluso para yaparnos», dice mientras sirve la sopa de sémola y el ají de postre (plátano) a los comensales. En La Paz y El Alto, las dos alcaldías habilitaron, en coordinación, 16 albergues para los indigentes, niños de la calle y pobladores potosinos.

Esposos. «La Paz es bien grande, uno puede perderse», comenta Johnny (18) que llegó el jueves por la tarde a la sede de gobierno desde su natal Kompaya, un pueblo del municipio potosino de Llallagua.»Yo vendo limones y voy a todo lado con mi wawita Gróver (11 meses)», dice Lucía (17), la esposa de Johnny.

Para la pareja que llegó con pocos recursos hasta la ciudad, el albergue de la Terminal de Buses es como una familia extendida. «Por la noche hace mucho frío y además tenemos incluso camas», indica Johnny que pretende trabajar de cargador en la ciudad.

A su lado, Mónica Torrico, del Brazo Social de la Alcaldía de La Paz, explica que allí no sólo les dan cobijo. «No sólo duermen, también les damos atención de salud integral», dice.

Víctor Hugo Criales, administrador de la Terminal, cuenta que el 2010 no tenían payasas. «Ahora tenemos 80 colchones y 100 frazadas, y podemos recibir a unas 100 personas».

Incluso cuentan con un traductor. El cochabambino Wálter Arias, que trabaja en esa entidad, habla quechua y es él quien mantiene contacto directo con los potosinos.

En este albergue duermen niños, madres y ancianos. «Sólo son potosinos», aclara Torrico. Tanto en este albergue, como en la Casa de Paso, los ocupantes cumplen reglas; como en una familia hay, por ejemplo, una hora tope para llegar.

Se prevé que un grupo de voluntarios prepare cena para la gente albergada en la Terminal. «Si quieren donar algo, traigan chompas, chamarras y buzos, pero no faldas», recomienda Torrico. Criales sugiere que se piense en el tipo de ropa que usan.

¿Dónde están los albergues?
-Adulam-Talita Cumi (Alto Lima-El Alto, calle Achachicala 1490). Comunidad Adulam Alto Lima, calle San Antonio 7827. Jeset en Alto Lima, calle San Antonio 8210. Alalay en Villa Dolores calle 7. Alalay-Marcelina en plaza Adela Zamudio, calle Sotomayor 3060. Fundación Arco Iris, Casa de Paso, calle Echeverría, frente a la Estación.

Otros lugares de acogida
-Casa Fraternidad de Enda Bolivia, en Villa Dolores calle 8 número 308. Minka en Vuil, en Villa Tejada calle Juan Matienzo 650. Hogar San Vicente en Tembladerani, a una cuadra del mercado The Strongest, y Remar en la zona de Alto Pura Pura.