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‘Sexiservidoras’ demandan trato digno en el ejercicio de su oficio

Un objeto sexual y comercial, así se consideran las trabajadoras nocturnas, ‘sexiservidoras’ o trabajadoras sexuales de Bolivia, para quienes la forma en que se anuncia sus servicios denigra la integridad de la mujer.

«En algunos medios, la mujer prácticamente se ha convertido en un símbolo sexual y comercial, porque se vende su cuerpo, ya no hay pudor», dice Lily Cortez, presidenta de la Asociación de Trabajadoras Nocturnas de Bolivia (ATNB).

Cortez lamenta que haya locales nocturnos, lenocinios, clubes privados y whiskerías que todavía publiquen anuncios en los que la mujer es expuesta como «una simple mercadería» a vender.

Desde su perspectiva, los errores se cometen incluso en la forma en que se las identifica. «Nos dicen mujeres en situación de prostitución, pero no somos prostitutas, tampoco meretrices. Somos trabajadoras nocturnas, trabajadoras sexuales o ‘sexiservidoras’, porque damos un servicio sexual».

En el mismo tono, María que trabajó en este oficio y que ahora administra un local en El Alto junto a dos amigas, reclama un trato más digno. «Muchas de nosotras somos madres y esta sociedad no nos da oportunidades para trabajar, y para el colmo, en los anuncios de algunos medios se nos denigra con imágenes y mensajes fuertes. Merecemos respeto», afirma María.

transformación. Con la idea de dignificar la labor de las trabajadoras sexuales y velar por los derechos de los lectores,
La Razón introduce, desde mañana en la sección Intimidades del Loro de Oro, el principio de respeto, eliminando imágenes explícitas y textos que incitan a la violencia o cosifican a la mujer.

«La idea de ustedes de dignificar esta profesión, sin el uso de esas imágenes y esos textos agresivos, nos parece buena», manifiesta Cortez.

Vivi ayuda a su madre que está enferma y espera volver a estudiar
La cochabambina tuvo que dejar la  carrera de Bioquímica

Aquí me llaman Vivi y tengo 20 años. No soy de La Paz, nací en Cochabamba y ya van a ser tres meses que trabajo en este local, pero ya estuve en este oficio un año, allá, donde nací.
En mi ciudad estudiaba en el primer semestre de la carrera de Bioquímica, pero lo dejé en suspenso, porque mi madre enfermó y debo ayudarla económicamente, por eso siempre viajo a Cochabamba donde ella vive.
Este trabajo me permite ayudar a mi mamá, busqué otro empleo, pero el sueldo era muy bajo. En estos tiempos 500 bolivianos no alcanzan para nada y, además, tienes que cumplir un horario y eso más ya no me permitía seguir estudiando una carrera universitaria.
Como todas, creo que esos anuncios que salen en los periódicos sólo dañan nuestra dignidad como mujeres. No deberían poner esas fotos porque los niños también leen los periódicos. Deberían publicar un anuncio normal, sin mujeres al desnudo, porque muchos, además, ponen el título de «foto real».
Nuestro local pone un anuncio que no es como el de otros y no usamos las fotografías de las chicas. ¿Por qué no ponen siluetas o simplemente rosas?

Patricia probó en otras labores y el sueldo era bajo. Cursa Medicina

En tres años terminará su carrera; trabaja en el oficio desde el 2008
 Mi nombre en el local es Patricia y tengo 22 años. Estoy en esto desde hace unos tres años, después de haber terminado el colegio. No soy de La Paz, soy del interior, pero radico acá.
Yo vivo sola y con lo que gano puedo pagar mi alquiler, mis gastos de pasajes, mi comida y también mi carrera, porque estoy estudiando Medicina en una universidad particular. En un trabajo normal, te piden que cumplas horarios, pero esto me permite acomodar mi tiempo para estudiar. En tres años más terminaré la carrera y después  dejaré esto. 
Claro que intenté trabajar en otro lado, pero el sueldo era muy bajo y, además, me pedían cumplir las ocho horas, aún así estudiaba por las noches, pero no me alcanzaba, por eso estoy aquí.
Yo también creo que los anuncios de los locales en los periódicos deben cambiar, muchas chicas salen incluso desnudas con eso de la «foto real cien por cien»; deberían publicar sólo mensajes que diga simplemente «servicio al caballero».
Aparte se lee además lo del servicio completo o el servicio oral y eso realmente está muy mal, porque nos deshonra como mujeres.

Dorita retornó de Argentina y trabaja para mantener a su niño de tres años
‘Veinticuatreaba’ en la costura, pero ahora logra costear sus gastos
n Mi nombre aquí es Dorita y tengo 21 años. Trabajé dos años en la costura en Argentina y retorné el año pasado a La Paz para estar al lado de mi hijo.
(Respira profundo) Era muy duro trabajar allá porque tenías que «veinticuatrear» (trabajar las 24 horas), o sea toda la noche y todo el día si querías ganar alguito más. Allá entrábamos a las seis de la mañana y salíamos a las 12 de la noche. El trabajo era agotador, por eso volví al país.
Me embaracé después de terminar el colegio y, por eso, tomé la decisión de irme a Argentina, sin embargo, volví con la esperanza de hallar un mejor trabajo en mi tierra, pero no fue así.
Estoy en esto (trabajado en un club privado) hace un año. Tengo un bebé de tres años y la verdad es que (lo que gano) me ayuda incluso para mis estudios, porque me inscribí en Psicología, y en la universidad te piden fotocopias y eso no te demanda sólo cinco o 10 bolivianos, hay libros de hasta 200 páginas y hay que sacar fotocopias.
En lugar de criticarnos, yo creo que la sociedad debería darnos mejores oportunidades de empleo. Nos sentimos acechadas, nos tildan de flojas, que buscamos la vida fácil y no es así. Con este trabajo, tengo tiempo para mi niño y mis estudios, porque somos muchas las que tenemos hijos.
Esos anuncios que salen en los periódicos no están bien. Siempre hablan de las chicas, no hablan, por ejemplo, de la comodidad del local, la limpieza o la seguridad que existe, eso es importante porque algunos dicen «en ese local te pildorean» o «te roban al salir»; hay otras cosas que también pueden ser destacadas.

María no depende más del proxeneta; junto a dos amigas pudo abrir un local
Hace unos 10 años trabajaba los siete días de la semana sin dormir
Me llaman María y tengo 29 años. Empecé a trabajar hace unos 10 años y así estuve como unos cinco años. Ahora somos tres socias que administramos este club privado.
Aquí trabajan unas seis señoritas y la mayoría de los dueñas o propietarias de los locales son personas que antiguamente han trabajado en este oficio. Todas han pasado por lo mismo y, en algunos casos, se han hecho de maridos con los clientes o han reunido un capital para después abrir su propio local.
Según mis cálculos, de cada 10 dueñas de locales, por lo menos unas ocho ya trabajaban hace mucho tiempo.
Al administrar nuestro propio club ya no tenemos que «veinticuatrear» (trabajar las 24 horas). A eso nos obligaban los proxenetas (personas que inducen a la prostitución y viven de las ganancias de las trabajadoras sexuales). A veces teníamos que estar sin dormir los siete días de la semana, sin poder salir del local, incluso algunos nos encerraban con candados.
Si querías sacar un permiso para un día tenías que rogar y si te pasabas del tiempo, te multaban a razón de 10 dólares por hora de retraso. Era bien difícil.
Yo también creo que los periódicos ya no deberían utilizar más a la mujer como un símbolo sexual y comercial. Por más que luchamos por los derechos de las mujeres, los anuncios nos siguen ofendiendo como tal.
Creo que los avisos deberían ser más discretos, más sutiles y de diferente forma, no siempre exponiendo el cuerpo de las mujeres en las fotografías. Así sería un gran paso para dignificar a quienes realizamos esta labor.