Icono del sitio La Razón

La risa es de ‘Patch’ Adams

Ninguno de los 12 niños de la sala de Oncohematología (tumores) del hospital, entre ellos Noemí, quien tiene cáncer, imaginó a un médico como éste: cerca a dos metros de estatura, cabello largo y canoso con tintes azules,  una nariz roja de plástico, un chupete grande colgando en el cuello y un pato de peluche en la cabeza.

Para rematar, zapatos grandes, pantalón tipo bombacha color verde con flores, camisa violeta y rosa, corbata amarilla con negro y lentes rojos.

Llegó a las 10.30 y se presentó a cada uno de los menores, con quienes luego infló globos de colores y se puso a jugar. Los invitó a que cantaran dos canciones, una en inglés y otra en español, y después imitó a un bebé con su chupete. Durante la hora que duró la visita, las risas no pararon, ni de los niños ni de los médicos que se sumaron con interés al peculiar tratamiento.

Cuando llegó el momento en que uno de los niños que presenta leucemia debía dibujar al doctor, la madre comentó: «Eso es algo complicado porque (Adams) no deja de hacer muecas, pero es divertido». Entonces llegó el turno de los médicos: todos debían ingresar en un calzón gigante.

Entonces comenzaron las bromas y una avalancha de clics de las cámaras fotográficas. Todos los asistentes querían un recuerdo. Luego Adams visitó la sala de niños quemados, donde además de entretener a los enfermos elevó una oración por ellos.

«Nos hizo ingresar a un calzón. Al finalizar la visita consiguió que los niños rían, tuvo la capacidad de hacerse entender a pesar de que no habla español», comentó Eduardo Aranda, hematólogo pediatra del hospital.  Al lugar también habían llegado voluntarios de la fundación cochabambina Doctores de la Alegría.

Unas cuadras más abajo, en instalaciones de la Facultad de Medicina de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), más de 700 estudiantes de distintos semestres, además de docentes, esperaban interesados la visita del creador de la risoterapia.

Luego de visitar a los niños, Patch Adams se dirigió a esa facultad, donde en medio de empujones ingresó al elevador que lo trasladó hasta el piso 13, lugar elegido para la cita.

Receta. A partir de su experiencia, el médico aconsejó a los estudiantes brindar «amor» a sus futuros pacientes. «En los Estados Unidos, los que estudian Medicina tienen la idea de que eso les dará poder y dinero, motivo por el cual yo quise estar con ustedes, que entiendan que la práctica de la Medicina sea una obra de amor. El mensaje no soy yo, es el interés de ser doctores de amor», enfatizó.

Luego expuso dos videos donde una niña en Perú juega con su nariz de payaso y una mujer con cáncer en Cuba canta junto a él. «La meta no es si ellos ríen o no, es conectarnos, fui entrenado a pasar 7,8 minutos por paciente y nadie puede ser un doctor en ese tiempo, mi primera consulta demora cuatro horas», contó.

Media hora con el hombre de los sueños y la risa

A pesar de que ha acompañado a miles de niños y adultos en los momentos más duros, incluso hasta en los últimos instantes de sus vidas, Patch Adams sigue sintiendo que el amor es la fuerza que lo hace volver a enfrentar el dolor de otros con dulzura y con la risa a flor de labios.

Adams fue el invitado de ayer en el programa televisado El Hombre Invisible, conducido por el Padre Pérez. La conversación entre ambos tuvo momentos de mucha cercanía, en un juego de personalidades y confesiones que se desarrolló también fuera de cámara.

Adams, que dijo que no cree en Dios, explicó por medio de su intérprete: «He sostenido en mis brazos a unos 2.000 niños que se estaban muriendo de inanición».  «Yo trabajo para ellos», aseguró. La Razón le consultó de dónde proviene la fuerza para enfrentar una y otra vez situaciones tan humanas como extremas. «El amor es la fuerza», dijo.

El personaje, hijo de un soldado caído en una guerra, recordó que la inspiración de su obra es su madre. «No importa qué tan mal te estés portando, ella sigue trabajando». Una mujer hace eso sin poner cara de «qué difícil», afirma Adams, transformando su rostro con una mueca de esfuerzo. «El amor te da la fortaleza para entregarte a tu trabajo. Al entregar mi vida a la obra de dar amor, soy el hombre más rico del mundo», reflexionó.

En otro instante de la entrevista, Adams se preguntó: «¿Para que estoy aquí? ¿Para tener plata, para ser famoso?». Y siguió: «Estoy aquí para disfrutar de una flor, para cantar, para soñar con un mundo en el que nadie más recuerde el significado de la palabra guerra».

Terminó con un fuerte mensaje contra «lo inconcebible de hacerle daño a otra persona», y con algo que parecía un desafío a la audiencia: Si amarnos fuera lo normal, entonces, ¿a que dedicaríamos nuestro tiempo? «Nadie tiene la menor idea».

Los mensajes del mago de la risoterapia

Solidaridad
«Organícense, no se concentren en su rabia, más bien a través de esa iluminación  interior conviertan la rabia en una verdadera irradiación de solidaridad».

Medios
«Los medios, ¿será que con sus instrumentos pueden hacer que el amor sea más importante que el deporte? Ellos son millonarios jugando con sus pelotas».

Igualdad
«Las jerarquías han infectado todas las áreas de la existencia humana, entonces tú puedes hacer que exista igualdad y crear solidaridad, como principio de vida».

Amor
«La matemática se imparte cinco horas a la semana en el colegio, pero lo más importante, el amor, no se enseña ni una hora. Sean ustedes portavoces del amor».

Humor
«Una cosa que deseo aclarar es que yo no creo que la risa sea una terapia, sino que debe ser una característica del ser humano, debe ser parte   de quienes somos».

Capitalismo
«Debemos deshacernos del mercado de capitales, el amor no es un bien del capitalismo, como si el dinero fuera Dios, debemos cambiar hacia la solidaridad».

Amor
Amamos el dinero, el poder. Y si no nos hacemos cargo de nosotros mismos, terminaremos siendo apenas eso. Tenemos que controlar esos impulsos que nos llevan a actuar contra otros. Tenemos que determinarnos a ser personas de amor.

Hombres
Nunca ha habido paz en la Tierra. En toda la historia, ningún país ha sido capaz de dar total seguridad a sus mujeres. En cuanto a esto, los hombres somos una vergüenza para la humanidad.