Día de las mujeres
Manifestaciones como las de ayer en La Paz y en todo el mundo siguen siendo necesarias, urgentes.
Cuando todavía no ha terminado de disiparse el entusiasmo que produce, especialmente entre las jóvenes, la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, el mundo entero parece volver a la normalidad, lo que implica, a pesar de no pocos avances señalados en toda clase de actos de conmemoración, una desigualdad estructural que se mantiene en todos los ámbitos de la vida.
Por el lado optimista, se ha recordado desde diversas instancias estatales que sí hubo avances y conquistas femeninas: desde el Ministerio de Trabajo se anunció un importante incremento en el número de denuncias por acoso laboral y sexual que han sido apropiadamente atendidas; en el ámbito productivo se destacó que son mujeres quienes conducen el 56% de las micro y pequeñas empresas, y que ese porcentaje sube hasta 70% en el caso de los emprendimientos textiles; también se reveló que el porcentaje de mujeres que accede a un crédito en Bolivia creció de 29% a 32% entre 2021 y 2022, por citar solo tres de las estadísticas publicitadas.
Así, es imposible negar que son grandes e importantes los avances en materia de igualdad de derechos entre hombres y mujeres, lo mismo que en participación femenina en todo tipo de ámbitos públicos, especialmente en puestos de mando y toma de decisiones, y sin embargo también es innegable que la reacción patriarcal no ha sido menor, con casos extremos como el de Afganistán, donde el régimen Talibán está, literalmente, borrando a las mujeres de la vida pública.
Sin necesidad de llegar a los extremos afganos, países como Bolivia registran datos estremecedores, como el hecho que 20 mujeres hayan sido asesinadas solo por su sexo o su género en los dos primeros meses de este año; o que la brecha salarial entre ellas y ellos no haya disminuido de manera significativa ni en el país ni en ninguna parte del mundo; o que las mujeres de países altamente desarrollados, como Japón, Corea del Sur y China se vean obligadas a elegir entre desarrollar su carrera profesional y vivir la maternidad.
De ahí que el Secretario General de la Organización de Naciones Unidas haya afirmado que “los avances logrados en décadas se están evaporando ante nuestros ojos”, para agregar luego que “al ritmo actual, ONU Mujer prevé que se necesitarán 300 años” para alcanzar la igualdad entre hombres y mujeres.
Hay, pues, motivos para celebrar los avances y mejoras, pero mucho más para hacer movilizaciones y protestas públicas, reclamando verdadera igualdad de derechos y acceso a recursos, mejores medidas de protección y sanción a los perpetradores de las infinitas violencias cotidianas y, en resumen, condiciones para una vida digna.
Mientras en público sigan repitiéndose discursos vacíos que elogian a las mujeres por sus atributos o se citan números que inspiran optimismo, pero no cambien las actitudes, en público y privado, manifestaciones como las de ayer en La Paz y en todo el mundo siguen siendo necesarias, urgentes.