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Un juzgado español investiga ataque contra boliviana en Barcelona

La boliviana Mercedes Vaca sacaba las llaves del bolso para entrar en casa en Sitges (en Barcelona) cuando fue abordada por tres encapuchados. La mujer, una activista social volcada en la lucha contra el racismo, sufrió, presuntamente, una agresión premeditada y de tintes xenófobos que investiga ahora un juzgado de Vilanova.

La Fiscalía y los Mossos d’Esquadra sospechan que el ataque a Vaca, quien sufrió varios golpes y fue quemada en el pecho con un cigarrillo, supone un salto cualitativo en la violencia de inspiración ultra contra los inmigrantes y los colectivos que les dan apoyo.

Los asaltantes eran hombres altos y corpulentos que, en el momento de la agresión, vestían ropa oscura, guantes y botas de tipo militar, según recoge la denuncia. «Actuaron como un comando neonazi, se repartieron los papeles y sabían a por quién iban», precisa el presidente del Movimiento contra la Intolerancia, Esteban Ibarra, que respalda a la víctima.

El hecho

El ataque racista ocurrió a las 22.30 (18.30 en Bolivia) del 5 de junio. «Entraba en el portal cuando recibí un empujón. Pronto empezaron los golpes e insultos», relata Vaca, boliviana de 39 años que lleva casi media vida en España. «Primero pensé que era un robo y les di el bolso. Pero no: venían a por mí».

«Tú eres el cerebrito que hace las documentaciones falsas para que los inmigrantes estén legales en Cataluña» le dijo uno de los atacantes. Los encapuchados conocían bien a su víctima. No sólo aludieron al rol que desempeña en movimientos contra el racismo -ha participado, por ejemplo, en manifestaciones contra la xenófoba Plataforma per Catalunya, de Josep Anglada- sino también a detalles de la vida de sus hijos. «¿Qué quieres conseguir en este país con toda esta puta mierda? Elige entre tu vida y la de tus hijos porque te vamos a quemar viva, inmigrante, puta de mierda, ni las cenizas las encontrarán».

Pese a verse sola frente a tres hombres «con cuerpos de gimnasio», Vaca no se dejó apresar por el pánico. Al contrario. Contraatacó. «Una vez que estás ahí, ya nada depende de ti. Me podían haber hecho lo que hubieran querido. Yo les decía que no me tocaran más y les replicaba, porque quería saber quiénes eran», afirma con sorprendente frialdad la mujer, bregada en la lucha por los derechos de los extranjeros a través de la Asociación de Latinoamericanos del Garraf, una comarca de Barcelona.

Al desafío de la víctima respondieron los asaltantes con gritos enfurecidos y mayores dosis de violencia, explica. «Por suerte, quizá solo querían asustarla, pero encontraron una resistencia que no esperaban», tercia Ibarra, que pone el acento en el funcionamiento del grupo. Vaca explica: «Uno se dedicaba solo a golpearme. Me apretó con los brazos contra la pared y me clavó la rodilla», una lesión que consta en el parte médico.

«El segundo», sigue Vaca, «era el que me insultaba». Pero el peor de todos, recuerda, era el tercero, que vio la escena desde fuera del portal. «Era el único que no llevaba guantes. Fumaba todo el rato y estaba muy nervioso; parecía drogado».

Ese tercer hombre ejercía claramente el mando y fue quien, ante la resistencia de Vaca, ordenó que la subieran a un vehículo. Un intento de secuestro al que la víctima se opuso con todas sus fuerzas. «Les dije que sólo subiría a su coche muerta». Ante tal afrenta, el supuesto líder del grupo respondió acercándose a la víctima y quemándole un cigarro en el pecho, según el parte de lesiones.

En un descuido, Vaca alcanzó a tocar el timbre y gritó «¡bajad!», lo que hizo que los asaltantes se dieran a la fuga en una furgoneta gris. La opacidad del ataque está dificultando la investigación policial. El fiscal del servicio de delitos de odio y discriminación, Miguel Ángel García, coordina la actuación de la fiscalía en el caso.