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Grupos autóctonos del país bailan para la Patrona de Urkupiña

“Hace seis años que bailamos, llegamos de la provincia Tapacarí,  ayllu Aransaya, por cariño a la Virgen, con nuestra música y danza le pedimos que nos ayude siempre”, expresó Ricardo Apaza Villca.

Grupos de 30 y 40 personas provenientes de Arque, Japo, Ayopaya, Cocapata, Bolívar, entre otros representantes del área rural del país, arribaron a Quillacollo con tarqueadas, sicureadas, tableadas, chawayos y jula julas.

“Con el deseo de llegar al santuario avanzamos y a cada paso pedimos a la Patrona sabiduría, salud y yo, personalmente, seguir mis estudios”, contó Deysi Chávez, de la Fraternidad Folklórica Cultural Valluneada del Valle Alto de Paracaya.

  La Saya Afroboliviana hizo las delicias de la gente, tanto como los Qamasis de Oruro que debutaron este año. “Fueron más de tres horas de baile, pero si es por la Virgen vale la pena. Este año le pido salud para mis hijos”, manifestó Sonia, que bailó con su familia.

La tradicional k’oa y un apthapi dieron inicio al baile, pasado el mediodía. El alcalde de Quillacollo, Charles Becerra, explicó que la XIII versión de la entrada autóctona contó con más de 45 grupos.  “Recuperamos con esta actividad el patrimonio cultural que hace años marcó la fiesta, venían de las comunidades aledañas a ofrecerle a la Virgen su música, baile y su fe”, tal como se ve ahora.

El presidente de la Fundación Autóctona Urkupiña, Edward Lafuente, dijo que la fiesta tiene relación con el calendario agrícola, por eso antaño las comunidades ofrendaban una llama en el cerro de Cota, para que les vaya bien en la siembra y cosecha. Luego los folkloristas las desplazaron.  

El sueño de una basílica menor

La manifestación religiosa de la población es el soporte y la garantía formal para que Quillacollo cuente con la Basílica Menor de la Virgen María de Urkupiña, se dice y repite en la parroquia de San Ildefonso.

La construcción de esta monumental obra empezó simbólicamente hace casi medio siglo y, en ese lapso, se pusieron los cimientos y las columnas donde  encuentran mayor solidez: corazones y fe de los feligreses. Por ello se afianza la convicción de que es hora de edificar físicamente la basílica.  Víctor Benavente, principal autoridad de la parroquia, sueña con el proyecto, aunque no deja de ver que hay otras obras que realizar con urgencia en el santuario: el embovedado del río Tamborada o Sapenco, el ordenamiento urbano, las vías para un acceso peatonal y vehicular, espacios para estacionamiento y otros. La basílica, señala Vladimir Umboni, arquitecto de la parroquia, deberá erigirse en el actual calvario, «mirando» al Cristo de la Concordia.

La rampla natural de la serranía de Cota es ideal para una obra así, dice. Mientras se consiguen los recursos para dejar de soñar, Benavente informa que su reciente participación en una reunión eclesial en Colombia, San Ildefonso fue nominada para constituirse en sede del Encuentro Iberoamericano de Ciudades Santuarios, cita que se cumplirá en octubre de 2014.