Sociedad

Thursday 28 Mar 2024 | Actualizado a 23:10 PM

El mundo andino boliviano en agosto se sumerge en ofrendas a la «Madre-Tierra»

Los rituales son ancestrales, principalmente en el mundo aymara, dominante en los Andes bolivianos, donde la costumbre se transmite de generación en generación.

/ 2 de agosto de 2013 / 02:24

Janeth Chipana levanta las manos para que «Tata Inti» (dios sol) la toque mientras los primeros rayos del astro bañan los Andes bolivianos donde este jueves se iniciaron los ritos del mes de la «Pachamama» (Madre-Tierra) para que proteja y acreciente los bienes terrenales.

«íJallalla! !jallalla!» («viva», en idioma aymara) gritan en la madrugada decenas de asistentes al rito, mientras el termómetro marca los 0°C en La Cumbre, el punto más elevado de la vía de ingreso desde la ciudad de La Paz hacia la región de Yungas, el corazón cocalero de Bolivia.

Durante todo agosto, los bolivianos rinden tributos a la Madre-Tierra (Pachamama) en las «apachetas», cerros o lugares ceremoniales preincaicos, cercanos a los nevados, donde se cree que habitan con fuerza los «achachilas», dioses de los indígenas.

«Hemos preparado una mesa, con dulce frutas, estamos brindando como nuestros antepasados, por la siembra, por la cosecha, por los buenos frutos», dice Janeth de 38 años a la AFP, quien ha llegado al lugar con un grupo de familiares y amigos.

Los rituales son ancestrales, principalmente en el mundo aymara, dominante en los Andes bolivianos, donde la costumbre se transmite de generación en generación.

«Estamos pidiendo especialmente por la familia, por salud, por estudios de los hijos y por la economía», señala Janeth, quien asegura que es el sexto año que cumple el ritual.

En otro grupo está Max Ramírez, estilista de 32 años, quien afirma que «estamos recordando tradiciones muy antiguas de nuestros ancestros, lo que nuestros padres y abuelos nos han enseñado».

«Este es un momento para reencontrar a la familia, para quienes trabajamos juntos, en este mes de la ‘Madre-Tierra’ que nos brinda luz para progresar», señala Max.

Los ritos andinos coinciden con el mes de la siembra y se ruega a la tierra por buenos frutos, pero además para que proteja sus bienes.

Los bolivianos preparan además «mesas» u ofrendas, que consisten en varios productos naturales, como hierbas y maderas aromáticas, cebo, huevos, dulces, trozos de lana, inciensos, especias, raíces fragantes y hasta fetos de llama, el auquénido de los Andes meridionales.

Todos esos productos se envuelven en papel que se coloca sobre leña, donde se enciende la hoguera para su incineración y tras ser consumidos por varias horas, toda la ceniza es enterrada, para que la «Madre-Tierra» la reciba como muestra de gratitud.

Explosiones contra los malos espíritus

La alegría y las bromas reinan en el lugar, donde todos buscan acercarse al fuego para mitigar las bajas temperaturas. Cada cierto tiempo, alguien lanza petardos al aire, para «espantar» los malos espíritus. También se hacen detonar cohetillos con el mismo fin.

Hay exclamaciones de alegría cuando revienta un huevo por las altas temperaturas en medio de la hoguera, pues se considera que es una señal para recibir más bendiciones materiales y de salud durante los próximos 12 meses.

En el sector de La Cumbre está el chamán aymara Esteban Tórrez, de 65 años, quien se encarga de los rituales indígenas: orar en su idioma a los dioses indígenas, como la «Pachamama», el «Tata Inti», los «achachilas» y «apus», una tarea que él dice realizar desde hace unos 30 años, en medio de brindis con alcohol y cerveza.

«Rezamos a nuestros dioses, es una costumbre que tenemos, rezamos a nuestros (dioses) espirituales», explica a la AFP el brujo andino, ya algo alcoholizado, pues los devotos le invitan a cada momento un poco de cerveza.

Las bebidas espirituosas también se vierten en la tierra, para apaciguar los ánimos de la Pachamama. Las ceremonias se desarrollan durante todo el mes en varios cerros de los Andes bolivianos.

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¿Quiere cruzar la calle correctamente en La Paz? Siga a la cebra

Estos jóvenes cebras enseñan a los conductores y a los peatones a respetar las señales de tránsito, en un país donde la tasa de mortalidad por accidentes viales fue de 23,2 por cada 100.000 habitantes en 2013, por encima del promedio de las Américas (15,9), según la OMS.

/ 3 de diciembre de 2016 / 18:28

Si intenta cruzar una calle de La Paz, en Bolivia, probablemente un personaje disfrazado de cebra le asistirá para que llegue a salvo a la acera de enfrente en medio de un atolladero de autos, que tienden pasarse el cruce peatonal.

En este programa municipal de educación vial participan unos 200 jóvenes voluntarios que se disfrazan de equinos, cuyas rayas blanco y negro recuerdan el «paso de cebra», como se conoce en algunos países de Latinoamérica el cruce peatonal.

Estos jóvenes cebras enseñan a los conductores y a los peatones a respetar las señales de tránsito, en un país donde la tasa de mortalidad por accidentes viales fue de 23,2 por cada 100.000 habitantes en 2013, por encima del promedio de las Américas (15,9), según la OMS.

En el caótico tránsito en esta ciudad a más de 3.500 metros de altitud, el semáforo y el policía a veces son insuficientes a la hora de cruzar la calle seguros.

Por ello, en 2001 nació este plan «como elemento didáctico, para que la gente conozca los pasos de cebra en las calles, como parte de un proyecto integral de reordenamiento vehicular y una campaña de educación vial», explica a la AFP Sergio Caballero, secretario de Educación Municipal.

Las «cebras» ayudan a cruzar la calle a ancianos, niños y minusválidos, pero también enseñan con bromas y mímica a los conductores a respetar las señales de tránsito. A menudo los conductores ignoran la luz roja de pare o invaden el cruce peatonal.

Los jóvenes cebra dan con entusiasmo el «buen día» o las «buenas tardes» a los transeúntes, cabalgando sobre su cordialidad. Pero si algún conductor, en su premura, irrespeta un paso, los simpáticos animales le reprenden con ademanes y menean la cabeza en señal de reprobación.

Incluso se suben sobre el capó del automóvil o simulan empujar el vehículo para que retroceda y libere el cruce peatonal. Provocar vergüenza pública en el infractor es santo remedio.

– «Hacemos educación vial» –

Tras 15 años de trabajo se han ganado el cariño de la gente. «íHola cebrita!», le grita una niña a uno de estos personajes en el centro de La Paz. «íHola!», responde la cebra, y le ofrece un cariñoso abrazo.

«Los niños son los que más nos quieren y las personas nos agradecen por lo que hacemos», dice a la AFP Kathia Alvarado, una estudiante de 19 años. Realiza este servicio cuatro horas diarias, de lunes a viernes.

En otra calle, Abigail Saavedra, de 20 años, explica su actividad: «hacemos educación vial, ayudamos a las personas a cruzar las calles, a que todos respeten el semáforo y a los conductores a utilizar su cinturón de seguridad», que muchos choferes no quieren usar, a veces por comodidad.

«Soy una persona con discapacidad visual, tengo baja visión y las ‘cebras’ me ayudan a cruzar la calle», señala Dayana Vilela, una estudiante de 17 años.

El municipio paga a cada voluntario 450 bolivianos mensuales, unos 64 dólares, que cubre gastos diarios de transporte y comida. También les da clases de educación vial y actuación.

– Interés de Bonn y Madrid –

El municipio de La Paz exportó esta experiencia a la vecina ciudad de El Alto, al igual que a Sucre (sureste) y Tarija (sur), pero también atrajo el interés internacional.

«Hemos recibido solicitudes de algunas ciudades de afuera, específicamente de Bonn, Alemania, y de Madrid, España, para que podamos transmitir nuestra información y puedan aplicar estas experiencias», asegura Sergio Caballero, ejecutivo municipal.

Con el éxito sobre sus lomos, estos «animales» fueron declarados en 2015 como Patrimonio Cultural e Inmaterial de la ciudad por el municipio, que presentó su candidatura para el Premio Internacional de Guangzhou 2016 a la innovación urbana, cuyos elegidos se conocerán pronto.

Ese reconocimiento está patrocinado por la Red Mundial de Ciudades y Gobiernos Locales y Regionales (UCGL), con sede en Barcelona, y la ciudad china de Guangzhou. La Paz quiere que su método de educación vial cabalgue por el mundo. (03/12/2016)

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¿Quiere cruzar la calle correctamente en La Paz? Siga a la cebra

Estos jóvenes cebras enseñan a los conductores y a los peatones a respetar las señales de tránsito, en un país donde la tasa de mortalidad por accidentes viales fue de 23,2 por cada 100.000 habitantes en 2013, por encima del promedio de las Américas (15,9), según la OMS.

/ 3 de diciembre de 2016 / 18:28

Si intenta cruzar una calle de La Paz, en Bolivia, probablemente un personaje disfrazado de cebra le asistirá para que llegue a salvo a la acera de enfrente en medio de un atolladero de autos, que tienden pasarse el cruce peatonal.

En este programa municipal de educación vial participan unos 200 jóvenes voluntarios que se disfrazan de equinos, cuyas rayas blanco y negro recuerdan el «paso de cebra», como se conoce en algunos países de Latinoamérica el cruce peatonal.

Estos jóvenes cebras enseñan a los conductores y a los peatones a respetar las señales de tránsito, en un país donde la tasa de mortalidad por accidentes viales fue de 23,2 por cada 100.000 habitantes en 2013, por encima del promedio de las Américas (15,9), según la OMS.

En el caótico tránsito en esta ciudad a más de 3.500 metros de altitud, el semáforo y el policía a veces son insuficientes a la hora de cruzar la calle seguros.

Por ello, en 2001 nació este plan «como elemento didáctico, para que la gente conozca los pasos de cebra en las calles, como parte de un proyecto integral de reordenamiento vehicular y una campaña de educación vial», explica a la AFP Sergio Caballero, secretario de Educación Municipal.

Las «cebras» ayudan a cruzar la calle a ancianos, niños y minusválidos, pero también enseñan con bromas y mímica a los conductores a respetar las señales de tránsito. A menudo los conductores ignoran la luz roja de pare o invaden el cruce peatonal.

Los jóvenes cebra dan con entusiasmo el «buen día» o las «buenas tardes» a los transeúntes, cabalgando sobre su cordialidad. Pero si algún conductor, en su premura, irrespeta un paso, los simpáticos animales le reprenden con ademanes y menean la cabeza en señal de reprobación.

Incluso se suben sobre el capó del automóvil o simulan empujar el vehículo para que retroceda y libere el cruce peatonal. Provocar vergüenza pública en el infractor es santo remedio.

– «Hacemos educación vial» –

Tras 15 años de trabajo se han ganado el cariño de la gente. «íHola cebrita!», le grita una niña a uno de estos personajes en el centro de La Paz. «íHola!», responde la cebra, y le ofrece un cariñoso abrazo.

«Los niños son los que más nos quieren y las personas nos agradecen por lo que hacemos», dice a la AFP Kathia Alvarado, una estudiante de 19 años. Realiza este servicio cuatro horas diarias, de lunes a viernes.

En otra calle, Abigail Saavedra, de 20 años, explica su actividad: «hacemos educación vial, ayudamos a las personas a cruzar las calles, a que todos respeten el semáforo y a los conductores a utilizar su cinturón de seguridad», que muchos choferes no quieren usar, a veces por comodidad.

«Soy una persona con discapacidad visual, tengo baja visión y las ‘cebras’ me ayudan a cruzar la calle», señala Dayana Vilela, una estudiante de 17 años.

El municipio paga a cada voluntario 450 bolivianos mensuales, unos 64 dólares, que cubre gastos diarios de transporte y comida. También les da clases de educación vial y actuación.

– Interés de Bonn y Madrid –

El municipio de La Paz exportó esta experiencia a la vecina ciudad de El Alto, al igual que a Sucre (sureste) y Tarija (sur), pero también atrajo el interés internacional.

«Hemos recibido solicitudes de algunas ciudades de afuera, específicamente de Bonn, Alemania, y de Madrid, España, para que podamos transmitir nuestra información y puedan aplicar estas experiencias», asegura Sergio Caballero, ejecutivo municipal.

Con el éxito sobre sus lomos, estos «animales» fueron declarados en 2015 como Patrimonio Cultural e Inmaterial de la ciudad por el municipio, que presentó su candidatura para el Premio Internacional de Guangzhou 2016 a la innovación urbana, cuyos elegidos se conocerán pronto.

Ese reconocimiento está patrocinado por la Red Mundial de Ciudades y Gobiernos Locales y Regionales (UCGL), con sede en Barcelona, y la ciudad china de Guangzhou. La Paz quiere que su método de educación vial cabalgue por el mundo. (03/12/2016)

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La conciencia tranquila de Klaus Barbie cuando era expulsado a Francia hace 30 años

El boliviano Carlos Soria Galvarro es el último periodista que entrevistó a Barbie (también Altmann) antes de que fuera entregado a Francia. Fue durante 80 minutos, en el viaje en un avión militar entre La Paz-Guyana francesa y luego en otra nave de bandera gala hasta Lyon.

/ 2 de febrero de 2013 / 20:40

«Sí, sí» respondía el alemán Klaus Barbie, exjefe de la Gestapo en Lyon, a un periodista boliviano que le preguntaba si «tenía la conciencia tranquila», en el avión en que fue expulsado de Bolivia a Lyon, vía Guyana, el 4 de febrero de 1983, hace 30 años.

Barbie (1913-1991), conocido como el «carnicero de Lyon», fue acusado y sentenciado en 1987 en Francia por crímenes durante la II Guerra Mundial. Le fue atribuido el asesinato del líder de la resistencia francesa Jean Moulin y la deportación a campos nazis de 44 niños judíos ocultos en la villa francesa de Izieu.

El boliviano Carlos Soria Galvarro es el último periodista que entrevistó a Barbie (también Altmann) antes de que fuera entregado a Francia. Fue durante 80 minutos, en el viaje en un avión militar entre La Paz-Guyana francesa y luego en otra nave de bandera gala hasta Lyon.

«En la entrevista que le hice no mostró pesar ni remordimiento», relató a la AFP Soria Galvarro, quien el día de la expulsión cumplía funciones de director de noticias del canal estatal de televisión, por lo cual fue encargado del seguimiento informativo del histórico hecho.

«También dijo que ‘no tenía miedo a la muerte’, negó cualquier responsabilidad del pasado y trató de utilizar la entrevista para denunciar que su expulsión de Bolivia fue ilegal», acotó.

El periodista, hoy retirado de la función informativa, escribió el libro «Barbie-Altmann, de la Gestapo a la CIA», en el que detalla el sinuoso historial del exoficial de los servicios secretos del III Reich: jefe de inteligencia del nazismo en Lyon, reclutado por los servicios de espionaje norteamericanos para la lucha anticomunista y luego al servicio de varias dictaduras de derecha en Bolivia.

Según Soria Galvarro, «Barbie siguió trabajando para los servicios secretos alemanes» en la posguerra. El semanario alemán Der Spiegel confirmó en 2011 que el exagente de la Gestapo siguió colaborando con los servicios de inteligencia exterior alemanes(BND)después de la Segunda Guerra Mundial.

La AFP entrevista a Barbie en Perú

A fines de 1971, Barbie, con la identidad falsa de Klaus Altmann, salió de Bolivia hacia Perú, donde tenía contactos con otro paisano, Friedrich Schwend. Crecía la sospecha de que Altmann era en realidad Barbie. En Lima fue entrevistado por el director de la oficina de la AFP en la capital peruana, el francés Albert Brun, que le preguntó si era «el carnicero de Lyon», algo que negó.

«Mi padre conversó con Altmann (Barbie) en el bar del hotel Bolívar de Lima y luego le pidió posar para una fotos que le tomó mi madre Nicole Bonnet en la plaza San Martín», dijo a la AFP en Lima, la fotógrafa Alexandra Brun, hija del exjefe de la AFP para Perú y Bolivia, al recordar el hecho.

«Esas fotos de Barbie en la plaza San Martín, publicadas en enero 1972, dieron la vuelta al mundo, fueron las primeras que se conocieron del ‘carnicero de Lyon’ y sirvieron para disipar dudas: Altmann era Barbie», acotó Brun.

La expulsión de Bolivia

Los célebres cazadores de nazis Serge y Beate Klarsfeld seguían los pasos de Barbie y se enteraron de sus movimientos entre Lima y La Paz; la mujer viajó a la capital peruana y poco antes de su llegada el alemán volvía a Bolivia.

Beate Klarsfeld tuvo la valentía de sentarse el 6 de marzo de 1972 en una banca en la principal avenida en el corazón de La Paz, con un letrero denunciando a Barbie, en momentos en que el régimen militar mimaba al exSS, rememora Soria Galvarro.

Francia, que había condenado a Barbie en rebeldía en 1954, pidió a Bolivia su extradición, pero el régimen del militar Hugo Banzer Suárez, de abolengo boliviano-alemán, denegó la solicitud. Sólo un cambio de gobierno provocó que el destino del «carnicero de Lyon» diera un giro de 180 grados.

En agosto 1982 llega al poder el presidente de izquierda Hernán Siles Suazo y asume el viceministerio de Interior, el periodista Gustavo Sánchez Salazar, que en 1972 inició contactos con los esposos Klarsfeld, quienes habían confirmado que Barbie vivía en Bolivia bajo el nombre de Klaus Altmann.

«La expulsión de Bolivia (el 4 de febrero de 1983) fue una decisión acertada», precisa Soria Galvarro, pues el retorno de la democracia a Bolivia, tras 20 años de fieras dictaduras, permitió encarrilar la justicia histórica.

La expulsión rumbo a Francia y no la extradición fue una jugada legal del gobierno de Siles Suazo, pues se lo echó porque Barbie había migrado al país sudamericano a fines de 1951 de manera irregular, cambiando su identidad a la de Altmann).

«Hubo una presión directa (a Bolivia) del gobierno francés, del presidente (Francois) Mitterrand (1981-1995), o mejor dicho un pedido. Esa decisión desde el punto de vista ético fue impecable, el presidente (boliviano) Siles tuvo una decisión valiente» de expulsar a Barbie, explicó a la AFP el expresidente, eriodista e historiador Carlos Mesa (2003-2005).

El juicio contra Barbie en Lyon comenzó en enero de 1987 y en julio de ese año la justicia francesa emitió la sentencia de cadena perpetua por crímenes contra la humanidad. El 25 de septiembre de 1991 falleció de leucemia en prisión.

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