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Diez tipos de obstáculos dificultan el tránsito de los ciegos en La Paz

Si caminar por las calles del centro de La Paz es dificultoso para cualquiera, para un invidente es una aventura, afirmó Giovanni Patzi. Ni siquiera la “ruta de los ciegos” identificada por la Alcaldía está libre de obstáculos, comprobó La Razón, que le acompañó en un recorrido.

En esta lista están los postes de luz y  señalización que no están alineados sobre las aceras, basureros instalados en medio de la vía peatonal, aceras que en las esquinas terminan en forma de rampas para las personas que usan sillas de ruedas, pero que se convierten en trampas para los invidentes, que no pueden darse cuenta cuándo dejan la acera y desde dónde hay que cuidarse de los autos. 

A estos tres tipos de obstáculos se suman las zanjas abiertas y los baches, las cabinas telefónicas en de-suso, bocas de tormenta sin tapa, los balastros (postes enterrados en el suelo) colocados con la intención de evitar que los automovilistas estacionen sus coches en las aceras.

También figuran las baldosas y los adoquines desnivelados, las casetas de las vendedoras callejeras situadas a ambos lados de la vía peatonal o las  motocicletas estacionadas sobre ella. Todas son una amenaza.

Patzi es director de Planificación Educativa y Tiflología (estudio de la invidencia) del Instituto  Boliviano de la Ceguera (IBC).  Pese a haber adquirido formación para movilizarse con la ayuda de un bastón, reconoció que transitar por la urbe es dificultoso.

“Hay obstáculos que no podemos prevenir. El bastón lo giramos 15 centímetros a la distancia de nuestros hombros. Si bien estamos pendientes de lo que hay en el suelo, la mayoría de las veces chocamos con los manubrios de motocicletas, sombrillas de las vendedoras o postes”.

Según datos del Censo de Población y Vivienda 2012, en Bolivia hay 338.000 personas con alguna discapacidad.  De ellas, 160.000 tienen dificultades para ver. Para Patzi este dato es ambiguo, pues no precisa si todos son ciegos o si sólo tienen algún grado de dificultad visual. Se considera que una persona cuya visibilidad es menor al 10% padece ceguera, aunque pueda distinguir los colores o las letras grandes.

Los datos del IBC dan cuenta de que en Bolivia existen 4.131 personas registradas como ciegas, de las cuales 1.162 viven en el municipio de La Paz, que tiene una población de 764.617 habitantes. Para circular, el invidente utilizó un bastón, cuya longitud debe ser igual a la distancia que media entre el suelo y su esternón.   

Considerando la cantidad de personas no videntes, la comuna, a través de la Dirección de Ordenamiento Territorial (DOT), y el IBC identificó la ruta que transitan las personas ciegas, la que se extiende por los macrodistritos Centro, Cotahuma y Periférica.

El trayecto fue trazado por la ubicación de las instituciones que ellos frecuentan.   La ruta parte de la calle Colombia (donde se halla el IBC) y se dirige a la avenida Mariscal Santa Cruz. Desde allí, en sentido de subida, incluye las calles Socabaya, Comercio y Genaro Sanginés (Centro de Rehabilitación para Varones Luis Braille) o hasta la  Sucre, esquina Armentia (Centro de Rehabilitación para Señoritas Santa Cecilia). De bajada, desde la Mariscal Santa Cruz se dirige a la avenida 16 de Julio, pasa el Monoblock de la Universidad Mayor de San Andrés y finaliza en la avenida 6 de Agosto, donde está el Conservatorio de Música. La Razón acompañó a Patzi durante esta travesía, sin interferir, y comprobó lo engorroso de caminar por la urbe sin ver.

“Para ubicarnos mejor es norma que conservemos la derecha, eso también para no chocar con otros ciegos. Pero cuando caminamos, nos encontramos con los postes o los basureros. No hay forma de dar más de cinco pasos seguidos sin que exista algún tropiezo”, señaló. A este obstáculo se suman los balastros colocados en arterias, como en la calle Colón.

Trabas. En la intersección de las vías Mercado y Socabaya, Patzi, que caminó por la acera, no encontró en la esquina el peldaño que le indica dónde empieza la calzada —ya que ésta tiene ahora la forma de una rampa para permitir el deslizamiento de las sillas de ruedas— y se halló sin percatarse en la calzada atiborrada de coches en circulación. 

En la Comercio, que es una vía peatonal, él circuló por la derecha, pero chocó con comerciantes, lustradores de zapatos y con una cabina fuera de servicio de Cotel. Hay quien le guía y también quien se molesta. 

Pablo Chura (42), que es ciego desde hace 15 años, contó que las zanjas abiertas y las bocas de tormenta sin tapa son dos serias amenazas. “Hace poco, en San Pedro, han abierto zanjas. Como no había señalización para nosotros, me caí al hueco que estaba lleno de barro y salí todo mojado”, dijo.

Marcos Rivera Velásquez, otro invidente, destacó que su mayor problema son los postes, que no guardan una distancia uniforme con el borde de la acera. “Sabemos que no se pueden sacar todos los postes, pero deberían instalarnos homogéneamente y las comerciantes deberían dejar de ocupar toda la acera”.

El remate de esta nota es una frase de Patzi, nuestro guía. “No queremos que nos tengan lástima, pero sí que nos den mejores condiciones para poder movilizarnos, porque solo no podemos ver, pero razonamos, trabajamos y tenemos actividades como cualquier otra persona”.

El 15, una cita con  el mundo a oscuras

Con un recorrido  de las autoridades municipales con los ojos vendados por  las calles de La Paz, el Instituto Boliviano de la Ceguera (IBC) busca concienciar de las dificultades que tienen sus afiliados para circular por la ciudad, informó el director de Planificación Educativa y Tiflología de ese centro, Giovanni Patzi.  La actividad está prevista para el 15 de este mes y quienes acepten el desafío estarán acompañados por personas ciegas. “Queremos que se pongan en nuestros zapatos para que entiendan nuestras necesidades. Entendemos que no muchas cosas se pueden cambiar, pero se pueden mejorar”, añadió. La pasada semana, el alcalde Luis Revilla hizo el “recorrido en negro” y caminó dos cuadras con los ojos vendados con ayuda.

Testimonios

Alfredo Chura: ‘Los ciegos atravesamos dificultades’

Lo peor que puede haber en los recorridos que hacemos son las zanjas abiertas, los baches, sumideros, adoquines desnivelados, motos estacionadas y postes. Las comerciantes también son un problema; una vez estaba apurado y con mi bastón volteé mercadería que estaba en media acera y me hicieron pagar. No tienen consideración.

Gladys Rosello: ‘Pedimos mejores condiciones’

Camino casi a diario por la avenida Buenos Aires y ahí, por ejemplo, están con sus puestos en el piso. Muchas   veces tuve tropiezos, lo que me generó discusiones con las comerciantes. Yo quedé ciega por una caída hace cuatro años y cualquiera podría pasar por esto. Necesitamos desplazarnos y pedimos mejores condiciones.

Ricardo Criales: ‘Recibimos golpes en la cara’

Lamentablemente es muy complicado caminar en la ciudad de La Paz. Los puestos de venta, los letreros, las sombrillas nos ocasionan golpes. Usamos el bastón que nos permite detectar los obstáculos en el suelo, pero no nos cubre la parte frontal, por eso varias veces recibimos  golpes en la cara de carteles, sombrillas, etc. 

Geovana Vargas: ‘Los kioscos no dejan caminar’

En el centro, la mayor dificultad son las casetas de los vendedores en las que se aglomeran personas que compran y que no te dan paso en la acera. Los postes también son un problema, pero éstos se pueden detectar con el bastón; qué vamos a hacer, tienen que estar nomás esos objetos, una de a poco se va acostumbrando.