Paisajes cautivadores como el magno Illimani, viviendas asentadas sobre montañas, casas de la época colonial y republicana son algunas de las atracciones que hacen única a la hoyada paceña. Y si a eso se le suman leyendas y mitos urbanos, experiencias personales y tradiciones con un toque de humor, el resultado es el Free Walking Tour (Recorrido a Pie Gratuito, en castellano), una nueva e inconfundible forma de hacer turismo que incursionó en La Paz hace un año por iniciativa de la agencia Red Cap.
Derren Patterson (28), guía turístico y dueño de la agencia, fue quien vio esta modalidad de recorrido en el extranjero y la introdujo en la sede de gobierno. “Viajé por varias ciudades del mundo y vi estos paseos gratuitos en los que, si se quiere, se puede dar una propina. Entonces pensé que sería una buena idea hacerlo en La Paz porque muchos turistas que llegan se quedan en los hoteles, compran un paquete turístico, pero no pueden conocer la ciudad y su verdadera cultura”, explica Derren.
En un principio solo tres personas participaban en el tour, pero gracias a la recomendación de aquellos que empezaron a interesarse en la aventura urbana, últimamente son más de 120 extranjeros al día quienes recorren la ciudad como en verdad lo hace un mochilero: a pie.
“Algunas empresas creyeron que les robaríamos a los clientes por ofrecer un servicio gratuito, pero no es así porque los turistas también toman otros tours”, dice el estadounidense que vive en Bolivia desde hace cinco años y confiesa estar locamente enamorado de ella.
“Decidí quedarme en La Paz por la belleza que tiene, por su cultura, su geografía, su comida y su gente… La Paz es una ciudad única en el mundo y quiero compartir eso con la gente que la visita por primera vez”, expresa Derren.
Son las 14.00 de un día cualquiera y en la plaza de San Pedro se reúnen ciudadanos de Norteamérica, Europa, Asia y Australia. Allí, tres guías con poleras y gorras de color rojo los esperan, sumando unas 60 personas que durante las próximas dos horas y media recorrerán siete lugares, para descubrir las tradiciones y rasgos culturales de la ciudad que fundó el español Alonso de Mendoza.
La primera parada es la cárcel de San Pedro. “Es una prisión de baja seguridad construida para 400 prisioneros y hoy alberga a casi 2.500. Hace unos 150 años era un monasterio católico y en esta plaza se hacían las ejecuciones y castigos públicos”, expone a los turistas desde el frontis del inmueble Ariel Sagárnaga, de 23 años y estudiante de Ingeniería de Sistemas, además de guía turístico.
Ariel cuenta que el recinto penitenciario es como una pequeña ciudad, con sastres, carpinteros y electricistas, al que solo le faltan bancos y cajeros automáticos. “Antes había recorridos en el interior de la cárcel, pero las cosas se salieron de control y ahora solo los bolivianos puede ingresar; por eso no intenten hacer un tour por San Pedro, porque hay gente que cobra dinero y luego desaparece”, recalca el joven guía que gracias a estos paseos diarios pudo conocer aspectos que antes ignoraba.
Luego de contar algunas características de la vida de los privados de libertad dentro del recinto, Ariel dirige el grupo hacia la siguiente parada: el mercado Rodríguez. Entonces, los turistas pasan por los puestos de frutas y verduras de las vendedoras, quienes con una sonrisa los invitan a comprar sus productos
“Ellas son las caseras, este término significa mi compradora o mi vendedora especial. Son celosas y competitivas”, dice Ariel, quien les explica que cada fin de semana, gente de toda la ciudad hace sus compras en este lugar porque allí se ofrece un servicio que no existe en los supermercados. “Si yo quiero llevar una palta para comer en cinco días mi casera me da la indicada, y en cinco días la palta estará lista”, expresa el guía, quien añade que si uno está triste puede contarle sus penas a estas mujeres de pollera, ya que a ellas les gusta escuchar y aconsejar, “sobre todo si se trata de problemas amorosos”.
“Si el sombrero de una cholita está justo en el centro significa que está casada o viviendo con alguien, si está hacia atrás es porque está soltera y si está hacia un costado, entonces tiene una relación complicada”, agrega la guía turística y estudiante de Medicina Daphne Sagárnaga, mientras el grupo de extranjeros ríe al escuchar el relato.
Para ella, lo que distingue a este recorrido de otros no es solo el hecho de que sea gratuito, sino que se narran historias entretenidas. “Les enseñamos la cultura desde nuestras vivencias con datos coherentes e investigación, además, cada uno de nosotros aporta su experiencia para dar un toque especial al discurso, ya que varios turistas nos contaron que hicieron otros tours pero con fechas muy marcadas y datos aburridos que no llaman mucho la atención”, dice.
Los más de 60 extranjeros la escuchan con atención y también observan de reojo a las señoras de enormes caderas. “Esa falda se denomina pollera, tiene varias capas debajo y la usan para protegerse del frío y resaltar la figura, ¿saben por qué? Las caderas grandes son señal de buena salud, pues tener varios hijos es importante en la cultura aymara”, afirma.
El grupo queda fascinado con lo que escucha y varios se dirigen hacia las caseras para comprarles frutas y no se olvidan de pedir la yapa (monto extra), término que también aprendieron de los guías que les indican que es hora de ir al denominado “mercado de las brujas”.
La calle Linares los recibe con esa muestra singular de papeles con dulces de colores llamativos y fetos de llama que despiertan la curiosidad del grupo.
“Esas son las mesas de ch’alla, que es como bendecir a la tierra por su generosidad, y son muy importantes para las edificaciones; si no se hace este ritual un trabajador puede perder la vida durante la construcción; junto a ella se compra el feto de llama, vino rojo y alcohol, con esa ofrenda le pides permiso a la Pachamama (Madre Tierra) para construir algo pequeño o si está en posibilidades algo grande”, cuenta Daphne.
Los turistas se sientan como pueden por un momento y la guía les narra una leyenda urbana. “¿Creen que para construir un edificio un feto es suficiente?
Se dice que para construcciones grandes debe hacerse una ofrenda humana y enterrar a una persona viva”, manifiesta y aclara que no se sabe con certeza si esto sucede en la actualidad. Para bajar la tensión que esta leyenda despertó en el grupo, la guía explica otra curiosidad del mercado.
“¿Vieron que hay varias cajas con imágenes llamativas?, pues éstas son para los hechizos, una se llama Sígueme y es un polvo que soplas en la nuca de la persona que te gusta pero que no te hace caso; otra se denomina Ven a mí, y se echa en la ropa interior para que tu pareja cumpla tus fantasías, y si quieres deshacerte de tu suegra está la Tierra de cementerio”, cuenta Daphne y arranca más sonrisas entre los admirados turistas.
La siguiente parada es la iglesia de San Francisco. “Los españoles querían que la gente de la ciudad sea católica y construyeron la iglesia en 1548, pero cayó una fuerte nevada y los franciscanos pidieron ayuda a los indígenas para reconstruirla, por eso en los pilares se ven hojas de coca, animales y una mujer dando a luz”, dice la guía turística Jill Benton, oriunda de Inglaterra.
Después de estudiar castellano en España, Jill recorrió Latinoamérica y decidió hacer de Bolivia su segundo hogar. “Uno tiene una idea de cómo es Sudamérica y cuando vas a países como Chile y Argentina ves que han perdido mucho de su cultura, pero llegas a La Paz y encuentras la esencia sudamericana, por eso vivo acá desde hace 20 años”, resalta.
Para Jill, el Free Walking Tour es particular porque es la gente que conoce la ciudad la que comparte sus experiencias e interactúa con los participantes, además de ser una modalidad de turismo que cada día llama la atención de más extranjeros. “Al aumentar el número de turistas nos vimos obligados a programar dos tours al día”, afirma la guía “gringa”.
Es momento de tomar un descanso y los guías llevan a los turistas al mercado Lanza para que degusten los jugos y ensaladas de fruta, rellenos de papa, api y otras meriendas típicas de Bolivia. Luego de probar aquel tentempié criollo, todos se dirigen a la plaza Murillo.
“Bolivia ha tenido más de 100 presidentes y está en el Guinness Récord por tener 188 intentos de golpes de Estado”, dice Jill a los pies de la Catedral Metropolitana. También narra una parte de la historia boliviana, como el primer grito libertario en 1809, la presidencia de Mariano Melgarejo, la muerte de Gualberto Villarroel, la salida de Gonzalo Sánchez de Lozada del país, la elección de Evo Morales como presidente y la transición de República al actual Estado Plurinacional de Bolivia.
Por último, el grupo se dirige al hotel Presidente para apreciar la ciudad desde el último piso y conocer un poco más de la cultura urbana. Entre otras cosas, los guías explican por qué los lustrabotas se cubren la cara y la presencia de cebras en las calles, además del teleférico que desde este año recorre los cielos paceños.
Todo este discurso fue elaborado por los mentores de la agencia, uno de ellos es Mauricio Salazar, quien también es diseñador gráfico. “Junto con Derren y otra guía pensamos en los atractivos de la ciudad, aquello que la caracteriza, pero que no se limite solo a un barrio sino algo resumido e interesante; la ruta original tenía 13 paradas y era muy larga, por eso la reducimos para que no sea muy cansadora”, dice.
Mauricio está convencido de que la manera en cómo se narran las historias es lo que cautiva a los turistas. “Lo que hace a este tour único es la manera de contar las cosas, ya que siempre lo hacemos con humor, cuando explicas algo de forma sencilla y con chistes la gente absorbe mejor la información”, manifiesta.
Historias como la del argentino que se quitó la vida en la plaza de San Francisco, el kari kari que roba la grasa en el colectivo 2 o en el campo, el “cementerio de elefantes” y otros relatos urbanos que no se cuentan en los tours convencionales son los que este grupo de guías comparte ya sea en inglés o en español, dependiendo de la nacionalidad de los visitantes. Lo hacen todos los días desde las 11.00 y las 14.00 en la histórica plaza de San Pedro como punto de partida, para dar a conocer el lado cultural y suburbano del imponente hoyo donde palpita La Paz.