Falta de veredas en 4 concurridas calles pone en riesgo a peatones
En la ciudad de La Paz hay calles que carecen de aceras o éstas son tan angostas que es imposible caminar por ellas, pese a que son muy transitadas por vehículos o peatones. La Razón recorrió cuatro arterias y comprobó el riesgo que corren los transeúntes.
En la ciudad de La Paz hay calles que carecen de aceras o éstas son tan angostas que es imposible caminar por ellas, pese a que son muy transitadas por vehículos o peatones. La Razón recorrió cuatro arterias y comprobó el riesgo que corren los transeúntes.
Por ejemplo, en la calle Yungas casi esquina Ballivián la acera mide 50 centímetros y por ella, haciendo equilibrios, puede pasar un transeúnte a la vez.
En la calle Catacora, desde la calle Yanacocha hasta la plaza Riosinho, el problema es similar. Las veredas izquierda y derecha tienen de 20 a 40 centímetros de ancho.
“Estas casas siempre han estado salidas y no las arreglan, puede haber un accidente”, advirtió el vecino Bismarck Imaña.
“Corremos riesgo como asociación de jubilados, ya que los afiliados vienen cada fin de mes a recibir su renta aquí y deben caminar por la calle, algunos están con bastón. Nos deberían dar un lugar para cobrar nuestra renta”, apuntó Fernando Poma, presidente de la Asociación de Rentistas Municipales.
La Razón observó que en la avenida Sucre, entre las calles Junín y Bolívar (frente a la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen), y entre la Uchumayu y Tejada Sorzano (donde está la Unidad de Bomberos Antofagasta) no hay veredas. Este mismo problema se presenta en la calle Cuba, entre Panamá y Pasokanki.
“Efectivamente, en algunos puntos no existen aceras y ello constituye un peligro para las personas”, dijo el coronel Ramiro Venegas, comandante departamental de Tránsito. “Y no solo son ésas. En las colindantes de la (avenida) América, Montes hacia la Chuquisaca (detrás de la Cervecería), hay casas (que sobresalen), por lo que en algunas cuadras existen aceras, pero en otras no”, agregó.
El coronel Venegas recordó que en la Catacora, debido a la estrechez de la misma calzada, un motociclista fue atriccionado por un vehículo de carga. “El camión estaba chocando casi pared con pared. La velocidad que imprimen es mínima, no pueden haber muchos accidentes”.
René Ávalos, dueño de una vivienda frente a la FELCC, criticó “la terquedad” de los propietarios de ceder espacios para habilitar veredas.
“Siempre hay accidentes, los dueños de casa no quieren ceder. En una oportunidad a una niña le botaron en una esquina y, en otra, un camión atropelló a una señora. Hemos solicitado a la Alcaldía que tome acciones, pero dice que como es casco viejo no se puede tocar”, protestó.
El parágrafo III del artículo 190 de la Ley General de Transportes —de carácter nacional— dispone que: “los gobiernos autónomos municipales deben establecer una red de aceras y pasos peatonales que brinden seguridad vial a los peatones frente a los automotores, (que) deberán estar debidamente equipadas, señalizadas y libres de obstáculos, garantizando la movilidad de los peatones”.
Ramiro Burgos, director a.i. de Coordinación Territorial del Gobierno Municipal y subalcalde del Macrodistrito Centro, dijo que la municipalidad no puede invadir el espacio privado y demoler construcciones de la época Republicana, que son un patrimonio.
“Desde mi punto de vista no (representa inseguridad), no recibimos denuncias de accidentes. Son áreas de cuidado y prevalece el derecho propietario de quienes ocupan esos espacios”, argumentó.
“No podemos, en lugares tan antiguos, entrar arbitrariamente y demoler las áreas que están invadiendo el espacio publico según el nuevo trazo. Esas propiedades antiguas por lo general tienen los trazos anteriores (y fueron autorizados por gestiones pasadas)”.
Ana María Mendoza, propietaria de una casa con estas características en la calle Yungas, manifestó que hace 100 años que el inmueble ocupa gran parte de la acera. “Era de mi abuela, en todo caso tendría que notificarnos la Alcaldía, ya nos hemos acostumbrado y gracias a Dios ni a mí ni a mi familia le ha pasado nada”.
¿Se puede hacer algo ahora? La respuesta es no. Solo cuando los dueños decidan invertir en estos predios se les comunicará el perjuicio que causan por no entrar en línea y nivel, y deberán adecuarse a lo establecido.
“Es peligroso, los autos aceleran, más bien nunca me ha pasado nada”, contó Omar Jaleta, quien transita por la calle Sucre y la avenida Tejada Sorzano, cerca del predio de Bomberos.
El Comandante Departamental de Tránsito sugirió que para evitar mayores problemas y respetar al mismo tiempo el patrimonio de la ciudad, se deberían cerrar algunas de las vías al tráfico vehicular o restringirlas. “Entrar con camiones por la Catacora es un peligro para la ciudadanía y los motorizados”, ejemplificó.
Inquietud por aceras angostas de las escuelas
Según la Policía, hay establecimientos educativos de primaria y secundaria que tienen veredas muy estrechas, lo que se convierte en un problema a la salida de clases debido a las aglomeraciones.
La Razón hizo un recorrido y observó que esta situación se presenta en los establecimientos Daniel Sánchez Bustamente III, avenida Tejada Sorzano, ingreso a la Yungas; en la Unidad Educativa San Francisco, calle Murillo casi esquina Cochabamba; en el establecimiento Eduardo Abaroa III, entre Max Paredes y Buenos Aires; y en la escuela República de Paraguay, en la calle Santa Cruz, antes de llegar a la Isaac Tamayo.
“El colegio Bustamente hizo llegar cartas a la Policía para apoyar en el ingreso y salida de los estudiantes”, informó el coronel Ramiro Venegas, comandante del Batallón de Tránsito. Milton Torres, director de esa unidad educativa, explicó que en 2015 se trasladarán a otro predio. “Acá no pasa eso (inseguridad), hay poca cantidad de estudiantes y no salen corriendo”, aseguró.
Cristina Morales, directora de la unidad educativa San Francisco, indicó que la vereda angosta en su caso “es un riesgo. Hay mucha afluencia de vehículos y la gente debe pegarse a la pared”. Ramiro Burgos, director a.i. de Coordinación Territorial y subalcalde del Macrodistrito Centro, recordó que con apoyo de la cooperación japonesa se invirtió en la construcción de infraestructura educativa en las laderas. “En las edificaciones del centro que están funcionando como establecimientos educativos no podemos hacer grandes cambios, ni readecuaciones por el valor patrimonial que tienen”, remarcó.
Ramiro Pérez, director del Eduardo Abaroa III, hizo hincapié en que la ocupación de las aceras por las vendedoras obliga a los estudiantes a ir por la calzada.