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Voluntarios de AA amplían sus charlas a los psiquiátricos

El ver en el psiquiátrico a una o más personas amarradas a la cama o silla para controlar su agresividad, en su afán de consumir bebidas alcohólicas, ha permitido que muchos voluntarios de Alcohólicos Anónimos (AA) fortalezcan sus ganas de dejar la bebida y amplíen sus charlas.

Cuando un bebedor llega hasta el psiquiátrico se considera que “tocó fondo” en su alcoholismo, afirmó el especialista del área en el Hospital de Clínicas, Juan Carlos Arce, quien añadió que esta situación se presenta tras reiteradas intoxicaciones por alcohol, que se traducen en alteraciones del organismo y pueden causar un paro respiratorio o el estado de coma.

“En esta fase el alcohólico necesita mucha ayuda tanto afectiva como médica porque, además de la probabilidad de que la enfermedad haya dañado sus riñones e hígado, se torna muy agresivo”, sostuvo el galeno.

Andrés vivió todo esto. Él contó que empezó a consumir alcohol desde los 16 años y de a poco la bebida lo llevó a la calle. “Vivía como mendigo, con ropa sucia y empecé a enfermar. Mi familia trató de ayudarme y me llevó a yatiris, psiquiatras, pero nada me sacó del vicio porque no era voluntario, hasta que decidí cambiar”.

Él ingresó al psiquiátrico y recuperó los valores que el alcohol le hizo olvidar: el respeto y amor a la familia. “Cada día es un desafío mantenerse sobrio. Sé que el alcoholismo es una enfermedad incurable, pero estoy encaminado a continuar y ayudar a otros que están en igual o en peor situación”.

Al enterarse de este tipo de casos, los voluntarios de AA decidieron ampliar su presencia en tres centros psiquiátricos de La Paz. “La primera vez que fui a uno de estos hospitales me impactó el estado de una mujer, quien a pesar de estar amarrada a una silla y tener muy deteriorada su salud por la bebida, no reconocía que era alcohólica. Fue tan duro para mí que me ayudó a reflexionar sobre mi futuro y a mantenerme sobria para ayudar a otros”, dijo María, miembro de AA.

Este grupo da charlas de autoayuda en los psiquiátricos, donde muchos bebedores no reconocen su situación, pese a reflejar estados extremos, como la enfermedad de cirrosis por el daño al hígado, depresión e intentos de suicidio. Por ello, dentro de los centros de salud se los observa agresivos, hablando solos, tratando de autodañar su cuerpo y “prometiendo de todo para salir”.

AA llega con charlas a los psiquiátricos San Juan de Dios, en la zona de Irpavi; al de la Caja Nacional de Salud, de Miraflores; y al Hospital de Clínicas, de Miraflores.

Estragos. “El alcoholismo es una enfermedad progresiva que nos puede llevar hasta el psiquiátrico, a la cárcel, a la calle o a la muerte. Por ello, en las charlas que ofrecemos ponemos énfasis en los estragos que deja esta enfermedad para que el enfermo salga de una vez de ese centro y reciba ayuda”, detalló Ariana, otra voluntaria.

Ella, al igual que otros voluntarios de la entidad, ofrece charlas de auto-ayuda en uno de los 27 grupos de La Paz. No obstante, existen otros grupos que se desplazan a unidades educativas para informar sobre el alcohol y sus consecuencias, no solo en la salud de la persona, sino también en el entorno familiar, laboral y social.

Para rehabilitar a un alcohólico, la organización sigue una serie de pasos y la más importante es no hacer promesas que no podrán cumplir. “No decimos que no beberemos alcohol nunca más. En lugar de eso tratamos de seguir el plan de las 24 horas, que consiste en que cada persona se concentra en tratar de mantenerse sobria únicamente las 24 horas”, dijo Ariana.

Presencia de la entidad en el país

Voluntarios

En Bolivia, AA tiene 60 grupos de autoayuda, cuyas charlas llegan a 1.200 personas, de ellas 500 pertenecen a la urbe paceña y se reúnen en     27 grupos.

Entidad

No depende de ninguna entidad, secta religiosa o partido político. Llegó a Bolivia en los años 80 y su primera sede fue en Santa Cruz, luego se expandió.

Voluntario

Los de AA no suelen “reclutar” a la gente bebedora, ellos llegan de forma voluntaria para que el compromiso de dejar de beber sea real.