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Las pizarras braille aún enseñan a escribir y leer a los invidentes

Tras 76 años, la pizarra braille aún es la herramienta más utilizada para que las personas invidentes aprendan a leer y escribir en el país. El signo base está formado por seis puntos, en un rectángulo, de los cuales derivan todas las letras del alfabeto.

Juan Choque (34) trabajaba en la construcción hasta que un balde con cemento le cayó en la cabeza, cuyo golpe le causó ceguera. “Perdí la vista hace año y medio, desde entonces mi vida no es la misma, todo es oscuro y solo puedo identificar a mis amigos por su voz”.

La tragedia no fue obstáculo para que continúe luchando en la vida y gracias a su fortaleza, perseverancia y apoyo de su esposa y  cuatro hijos, entró al Centro de Rehabilitación Santa Cecilia, ubicado en la avenida Armentia.

“Ingresé hace ocho meses y aprendí a caminar y depender de mí mismo. Pero el complemento ideal fue que gracias a la pizarra braille aprendí a escribir y leer. Esto me será de mucha ayuda para preparar notas musicales, por que también soy músico, y así podré mantener a mi familia”, dijo Choque.

Método. Según el director general ejecutivo del Instituto Boliviano de la Ceguera (IBC), René Ugarte, este método de formación, que se aplica desde 1938 en el país, es infalible. “Las más de 150 personas que se rehabilitan en los cuatro centros del IBC, La Paz, Cochabamba, Tarija y Potosí, al igual que otras generaciones, aprenden a leer y escribir gracias es este método”.

La pizarra o pizarrilla braille es una herramienta de puntos o signos formada por dos láminas de plástico unidas por bisagras.

“La lámina inferior está compuesta por pequeños rectángulos, en cada uno hay seis puntos; la superior está constituida por cajas rectangulares, de manera que al cerrarse cada caja encierra a los puntos de la lámina inferior”.

Entre ambas, dijo, se coloca el papel y todos los signos del abecedario, se escriben punteando la hoja con un punzón (lápiz) de derecha a izquierda, de tal manera que al terminar de escribir se voltea la hoja para leerla de izquierda a derecha.

Ruth Aguirre, directora del Centro de Rehabilitación Santa Cecilia, contó que antes de enseñar a escribir y leer en braille, lo primero que se hace es afinar la sensibilidad táctil, por lo que se presenta a los ciegos el material que usarán como la pizarrilla, punzón, estuches geométricos,  ábaco (para hacer sumas) y los libros braille.

La enseñanza se realiza en tres etapas: en la primera, el invidente aprende a escribir y leer el alfabeto de la A a la J, y forma palabras sencillas como caja y baba.

En la segunda, de la letra K a la T, se puede armar palabras compuestas como: cartera, panamericano, entre otras. En la última, de la U a la Z, se debe escribir oraciones completas.

“Para que uno pase de fase debe aprender y dominar las letras del alfabeto. La enseñanza es individual y personalizada, depende de cada persona”, indicó Aguirre.

Una vez terminado el curso, los  invidentes deben presentar un texto, como un ensayo, artículos, poemas, que servirán para la enseñanza de nuevos estudiantes.

En el caso de los niños que nacieron con el problema, la enseñanza comienza desde la alfabetización y la familiarización con las cinco vocales, y la estimulación temprana de los sentidos del oído y tacto para su desarrollo.

De la pizarra a la máquina

Después de que los invidentes aprenden a escribir perfectamente en la pizarilla, la siguiente etapa es escribir palabras en la máquina de escribir en braille Perkins, que consta de seis teclas que se asemejan a los puntos de la pizarra. “Ésta es una herramienta de fácil manejo, como los ciegos están familiarizados con los signos, escriben  con facilidad”, dijo Ruth Aguilar.