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En Beni, las labores escolares concluyen sin recuperar 100% de días perdidos por la inundación

Comenzaba febrero y en cuestión de horas, el agua por las lluvias llenó cada uno de los espacios de la unidad educativa. En medio de la desesperación, lograron resguardar parte del mobiliario pero el lugar quedó inhabilitado. La inundación cercó a la comunidad y en abril se retomó las clases con planes para devolver los días perdidos. En Beni, pese a los esfuerzos y reprogramaciones, la reposición en general fue del 80%.

Se trata de la unidad educativa de Puerto Varador, zona rural del municipio capitalino de Trinidad. Similar historia se repite en 181 establecimientos que tienen afectada la infraestructura debido al desastre dejado por las lluvias e inundaciones de inicios de año. Otros 261 establecimientos fueron dispuestos como albergue para los damnificados, según el reporte final de la Dirección Distrital de Educación (DDE).

Mientras que en distritos educativos como en Riberalta son registrados hasta 20 días sin clases, en otros como San Ignacio de Moxos el perjuicio fue de 38, por lo que no es uniforme el número de días de perjuicio. Conforme descendía el nivel del agua y se daban las condiciones, los estudiantes volvían a las aulas, explicó la directora de la DDE, Yerika Heredia, quien agregó que las actividades fueron retomadas con regularidad, en su totalidad, a comienzos de mayo.

Para reponer los días perdidos fue trazado un plan consistente en pasar clases por las tardes, los sábados –cuando los maestros no asistían al Programa de Formación Complementaria (Profocom), y aplicar adaptaciones curriculares sustentadas en más práctica que teoría.

El viernes concluyó la gestión educativa con una evaluación no tan satisfactoria, pese a la estrategia. “En el 100% (de haberse recuperado los días perdidos) no creo. Es mentir. Entonces, creemos que en un 80% se ha logrado reponer las horas gracias a la coordinación y el apoyo de los maestros; nosotros hemos visitado los lugares (afectados) y se ha notado que la mayoría de los maestros sí ha puesto todo de su parte para que se cumpla”, admitió  Heredia.

El Gobierno aprobó el Plan Patujú para destinar 450 millones de dólares para atender las emergencias y reconstruir el sistema productivo en Beni. 

Un grupo de alumnas de la escuela de Puerto Varador cuenta que asistían tres veces a la semana a pasar clases extras por las tardes, aunque reconocen que al principio no asistían todos por falta de costumbre. Algunos tenían que trabajar y otros salieron a estudiar a Trinidad debido a que sus padres abandonaron el pueblo por la inundación, coincidieron.

La directora de la unidad, Luzmila Gil, confirmó los casos de abandono o traslado de estudiantes a otros lugares de estudio porque –explicó- sus padres buscaron trabajo en chacos (sembradíos) para su subsistencia. Otra figura es que algunas familias evacuadas a Trinidad no retornaron; “se quedaron allá y ya no volvieron…”, lamentó.

La directora del DDE mencionó que la deserción escolar no fue una excepción por el mismo argumento de que las familias buscaron un lugar estable para vivir, mientras que en algunos casos los maestros tampoco retornaron a sus lugares de trabajo debido a las dificultades de acceso.

Añadió que con los reportes finales recién se podrá establecer el nivel de la deserción escolar, resultado de la relación entre el número de estudiantes inscritos –133490 en todo el departamento al 09/07/2014– y los que concluyeron la gestión.

Comenzó el recreo en la escuela del poblado ribereño. El profesor de matemáticas Juan Galles contó que toda la crisis que se vivió en el lugar generó una especia de “bajón” anímico en los estudiantes pues pese a que asistieron, la atención no fue la misma que en las mañanas, aunque –aseguró- logró avanzar lo esencial y necesario de su materia.

Imaginar el nivel de la inundación en la infraestructura es sencillo. Las estudiantes como la profesora Petronila Rodríguez, muestran por separado, la marca que dejó el agua que se acumuló en el lugar y que asciende a cerca de metro de altura. Pensar también en el daño económico que generó en todo el departamento es posible.

Entre aulas, materiales, mobiliario y equipos dañados o destruidos se cuantifica un total de 6.257.684 bolivianos a nivel general, según un reporte facilitado por el subdirector departamental de Educación Regular, Adalid Crespo.

Desde distintas ramas, el desastre ocasionó grandes perjuicios. “Qué se puede hacer, es la realidad de nuestro contexto…”, dice con resignación el profesor Galles.