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El principal problema de Villa Adela es el transporte

Desde las 07.00 los vecinos de Villa Adela deben buscar y pelear por subir a un coche público que los traslade hasta la Ceja; esperan cada 15 minutos la llegada de un minibús. El transporte es el principal problema de esta zona. A pesar de que por este barrio de El Alto, de 40 años de vida, pasan al menos 11 líneas de transporte, entre minibuses y micros de los sindicatos Pedro Domingo Murillo y Arco Iris, sus habitantes se quejan de que el servicio es incompleto y escaso, sobre todo el brindado por los minibuseros.

En enero del año pasado los pobladores decidieron expulsar de Villa Adela al sindicato Arco Iris por el maltrato de sus choferes, que hacían recorridos por tramos y además algunos de sus afiliados estaban involucrados en asaltos, atracos y muertes. Luego crearon el transporte vecinal, que hasta la fecha no funciona, pese a que reunió a más de 200 vecinos.

La Razón constató ayer, en una visita, que la gente espera bastante tiempo para conseguir su traslado a la Ceja. Los micros no abastecen y el “trameaje” continúa vigente porque minibuses que pasaban por la avenida principal Junín solamente llevaban letreros que indicaban como destino el cruce a Villa Adela y Viacha. “Solo trasladan a la gente hasta este lugar, por 1 boliviano, pero después regresan hasta nuestra zona. Y si se les pregunta si irán a la Ceja, contestan que no”, indicó la vecina María del Pilar Contreras.

El sindicato Arco Iris tiene su oficina central en esta urbanización, pero no cuenta con ninguna línea que tenga su parada en el barrio tras el conflicto que tuvo con los habitantes. La Razón intentó conversar con los dirigentes de la zona, pero indicaron que estaban ocupados en reuniones.

El jefe de la Guardia Municipal de Transporte (GMT), José Luis Vargas, se comprometió a llevar a cabo operativos de control para evitar el recorrido por tramos. “Lo haremos desde mañana (hoy), porque hay muchas quejas”. Mientras que vecinos pidieron que se coloque un semáforo a la altura del banco FIE, en la avenida Junín, y se haga respetar el que se instaló a la entrada del sitio, entre la avenida Bolivia y la misma Junín.

Hay dos canchas abandonadas

Villa Adela cuenta con dos canchas de fútbol y futsal que están abandonadas. A la primera no le colocaron el césped sintético y la otra se llena de agua y sus graderías están deterioradas. El escenario de fúbol, en el que se jugaban campeonatos hasta hace diez años, fue ripiado y estaba listo para que se le ponga pasto artificial.

“Lo que no sabemos, y se especula, es que dirigentes vendieron ese césped en vez de colocarlo”, declaró una vecina que pidió no revelar su nombre. Jóvenes y adultos del barrio recuerdan que la cancha estaba mejor antes de que se la intervenga. “Pasa que antes veníamos con nuestros padres, luego con nuestros hijos a hacer deporte y se convertía en un espacio para compartir con amigos y con la familia”, aseguró Jorge, vecino de este barrio.

El presidente del Plan 560, Félix Copa, informó que una cancha de fútbol de salón (futsal) se halla mal construida y pidió que las autoridades ediles hagan las refacciones respectivas de este escenario que se encuentra al frente del sindicato de transporte Arco Iris. “Se llena de agua, allí beben los indigentes y las graderías tienen rajaduras”. También hay otras tres canchas de futsal que no son utilizadas.

Hay quejas contra centro de salud y retén policial

Villa Adela cuenta con un retén policial de Conciliación Ciudadana y Familia y un centro de salud que lleva el mismo nombre que la zona, pero no ayudan en situaciones de emergencia, según la versión de vecinos de este barrio. “A mi esposo, a cinco de mis vecinos y una señora que desconozco se les negó la ayuda porque dicen que no tienen equipos o porque no hay oxígeno o al final indican que están ocupados”, explicó la vecina Estela Martínez.

Respecto al retén policial, un grupo de vecinos relató que en más de una oportunidad se presentaron casos de peleas callejeras, parejas golpeándose, asaltos y cuando acudieron a este recinto los uniformados les contestaron que no les competen estos problemas. “Si son policías, ¿qué les compete atender?”, cuestionó Wilma Terán. Cuando se intentó conversar con los policías, el retén se encontraba vacío y no había atención.