Sociedad

Saturday 4 May 2024 | Actualizado a 02:27 AM

Chefs de París cultivan huertos en las azoteas

A metros de la Torre Eiffel, las abejas liban entre las fresas y los tomates: en pleno París, cocineros seducidos por la moda del “consumo local” instalan huertos en las azoteas.

/ 31 de mayo de 2015 / 04:00

A metros de la Torre Eiffel, las abejas liban entre las fresas y los tomates: en pleno París, cocineros seducidos por la moda del “consumo local” instalan huertos en las azoteas.

Ogier Pottiez, segundo de cocina del restaurante Frame, situado en el hotel Pullmann-Tour Eiffel, llena un canasto con brotes tiernos para ensalada, fresas y flores de cebolleta, que cosecha de un vergel en el tejado de la cocina.

“La ensalada del día cambia diariamente en función de la cosecha. Los ingredientes llegan al plato del cliente con toda su frescura y su aroma”, explica este cocinero de 30 años de edad.

Con 600 metros cuadrados, la mancha verde del huerto con vistas al monumento más emblemático de la capital francesa, es un remanso de frescor en medio de los tres austeros edificios que lo rodean. Minieconomía circular, produce miel en cinco panales y huevos frescos gracias a las gallinas alimentadas con las mondaduras de verduras y restos de comida del restaurante. El problema es que, pese a su superficie relativamente grande en una urbe tan densamente poblada como París (11.000 habitantes/km2), el huerto no satisface las necesidades de hortalizas de Frame, y es ante todo una vitrina de prestigio.

Uno de los primeros en hacer una plantación en un tejado de París fue el chef Yannick Alléno, con un pequeño jardín de hierbas aromáticas encima de su restaurante Le terroir parisien.

Un joven ingeniero con espíritu ecológico, Nicolas Bel, creó este pequeño jardín y el huerto del Pullmann-Tour Eiffel, tras abrir su propia empresa, Topager, con el triple reto de poner a la moda la agricultura urbana en Francia y hacerla ecológica y rentable. Bel afirma que tiene proyectos similares, algunos de hasta 1.000 metros cuadrados.

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Las crisis alimentarias asoman en el mundo

Se incrementan los efectos demográficos, climáticos y financieros

/ 6 de noviembre de 2019 / 00:00

Las crisis alimentarias podrían multiplicarse en el mundo debido a efectos demográficos, medioambientales, climáticos y financieros, alerta un informe de la FAO y de la Comisión Europea.

La investigación científica Sistemas alimentarios en peligro señala los riesgos de escasez y hambruna en ciertos países, sobre todo en África, debido al calentamiento climático y los conflictos armados, pero también de obesidad.

“El planeta produce más productos agrícolas y alimentarios de lo que necesita para alimentar a su población, pero aun así la tasa de prevalencia de la subnutrición está en aumento desde 2015”, dice la coordinadora del informe, Sandrine Dury.

“La disponibilidad de alimentos en el planeta asciende a poco menos de 3.000 kilocalorías por persona y día, mientras que las necesidades son de unas 2.200 kilocalorías en promedio por persona y día, con variaciones según el género, la actividad, la edad y la región del mundo”, explica.

Los problemas de malnutrición en el mundo se dividen casi por igual entre dos categorías opuestas: unos 2.000 millones de personas que carecen de micronutrientes (vitaminas y minerales) y cerca de 2.000 millones de personas obesas y con sobrepeso.

En Latinoamérica o en África hay gente “que sufre a la vez de obesidad y de carencias alimentarias” ya que hay un “gran consumo de malas calorías, a base de grasa o azúcar, sin elementos nutritivos”, sostiene Dury.

COORDINACIÓN. “Se deben encontrar políticas públicas que permitan hacer frente a estos dos problemas al mismo tiempo”.

Los autores del informe alertan también sobre el riesgo de volatilidad de los precios de los productos básicos agrícolas debido al efecto combinado del calentamiento global y de la contaminación que afectan a los rendimientos y a las cosechas, al agotamiento de ciertos recursos como el petróleo o los fosfatos utilizados en los fertilizantes, al crecimiento de la población y a la financiarización de la agricultura.

“La crisis de precios no afectarían a todos los países de la misma manera, ya que los exportadores de granos o de productos agrícolas pueden protegerse frenando sus exportaciones, mientras que los importadores estructurales estarían mucho más expuestos”, advierte Franck Galtier, uno de los autores del estudio.

“El primer factor que influye en los precios de los alimentos es el calentamiento global”, afirma Galtier, ya que el aumento de las sequías y/o las inundaciones provocaría una disminución de la producción agrícola. “El aumento de las enfermedades en las plantas y animales también afecta a la producción y puede afectar al comercio”, añade.

El informe destaca la necesidad de una coordinación internacional para aumentar las reservas mundiales de cereales y alimentos para garantizar una mejor seguridad alimentaria.

Los precios de los alimentos también están cada vez más vinculados a los productos no alimentarios, como la energía, debido a los grandes volúmenes de productos agrícolas utilizados para producir biocombustibles (maíz en Estados Unidos, colza en Europa y azúcar en Brasil).

“Para reducir la dependencia de los sistemas alimentarios a los combustibles, el economista de Berkeley Brian Wright propone que los gobiernos tengan la prioridad en la compra de maíz sobre la industria de los biocombustibles si los precios superan un cierto nivel”, dice Galtier.

Además, los productos básicos agrícolas son “cada vez más utilizados por los gestores de carteras bursátiles” para equilibrar sus activos, lo que eleva artificialmente los precios en caso de crisis, como ocurrió durante la crisis financiera de 2007-2008.

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Chefs de París cultivan huertos en las azoteas

A metros de la Torre Eiffel, las abejas liban entre las fresas y los tomates: en pleno París, cocineros seducidos por la moda del “consumo local” instalan huertos en las azoteas.

/ 31 de mayo de 2015 / 04:00

A metros de la Torre Eiffel, las abejas liban entre las fresas y los tomates: en pleno París, cocineros seducidos por la moda del “consumo local” instalan huertos en las azoteas.

Ogier Pottiez, segundo de cocina del restaurante Frame, situado en el hotel Pullmann-Tour Eiffel, llena un canasto con brotes tiernos para ensalada, fresas y flores de cebolleta, que cosecha de un vergel en el tejado de la cocina.

“La ensalada del día cambia diariamente en función de la cosecha. Los ingredientes llegan al plato del cliente con toda su frescura y su aroma”, explica este cocinero de 30 años de edad.

Con 600 metros cuadrados, la mancha verde del huerto con vistas al monumento más emblemático de la capital francesa, es un remanso de frescor en medio de los tres austeros edificios que lo rodean. Minieconomía circular, produce miel en cinco panales y huevos frescos gracias a las gallinas alimentadas con las mondaduras de verduras y restos de comida del restaurante. El problema es que, pese a su superficie relativamente grande en una urbe tan densamente poblada como París (11.000 habitantes/km2), el huerto no satisface las necesidades de hortalizas de Frame, y es ante todo una vitrina de prestigio.

Uno de los primeros en hacer una plantación en un tejado de París fue el chef Yannick Alléno, con un pequeño jardín de hierbas aromáticas encima de su restaurante Le terroir parisien.

Un joven ingeniero con espíritu ecológico, Nicolas Bel, creó este pequeño jardín y el huerto del Pullmann-Tour Eiffel, tras abrir su propia empresa, Topager, con el triple reto de poner a la moda la agricultura urbana en Francia y hacerla ecológica y rentable. Bel afirma que tiene proyectos similares, algunos de hasta 1.000 metros cuadrados.

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