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El barrio pobre que se llama Papa Francisco

La vicejefa de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, anunció el año pasado que el barrio Papa Francisco, en Villa 20, se integrará al plan de urbanización de esta villa hasta diciembre de 2015, algo ya establecido por ley. Pero hasta la fecha no hay nada y las 800 familias quedaron nuevamente inmersas en la crisis habitacional porteña.

Del barrio se dijo que era un lugar usado por los narcotraficantes, que tenía la mitad del terreno contaminado con residuos de plomo y mercurio. Además de la presencia de casos de leptospirosis, según la Defensoría del Pueblo de la ciudad desde 2007. El juez Andrés Gallardo ordenó su clausura y el saneamiento ambiental del suelo.

El lugar, que fue tomado por 300 familias y al final sumaron más de 800, era prácticamente un aguantadero de delincuentes. Pero en medio de eso había familias con una urgente necesidad de tener un techo propio. Tres veces intentaron desalojarlos y todos se enfrentaron con la Policía de la ciudad.

Solo en la tercera vez fueron desalojados, pero fue debido a la presión social por el asesinato de Melina López, una muchacha que concurría al colegio cercano a la toma de terrenos.

La Razón estuvo en el lugar, que se encuentra en los predios de la Villa 20 de Lugano, ahora está cercado con vigilancia policial. Sus dirigentes no quieren hablar con los medios de comunicación y las personas que fueron parte de esa toma por necesidad, piden cambiar su nombre  porque tienen miedo.

Elena Z. tiene 43 años, es de Potosí y hace 16 años que está en Buenos Aires, es jefa de hogar y tiene dos hijos a su cargo, aunque ahora ya están trabajando para colaborarle con los gastos de su hogar. Fue una de las primeras personas en armar una casilla provisoria en este barrio, que luego de seis meses sería desalojado por la fuerza policial.

“Cuando me enteré que estaban agarrando terrenos, no lo dudé ni un instante, me fui inmediatamente a agarrar un pedazo de tierra en el sector II donde había 60 familias, aprendí a convivir con los narcos y a defenderme”, relata la compatriota.

NOMBRE. Cuando se le pregunta si fue trasladada por gente que negocia con terrenos en la ciudad, descarta esa posibilidad. “A mí no me llevo nadie, yo fui por necesidad, después con el pasar de los días, cuando entró más gente, vi que ya había negociados por parte de los delincuentes que agarraban terrenos, los vendían y en la noche a punta de pistola desalojaban a la misma gente a la que habían vendido, y otra vez comenzaban la estafa”.

Sobre el motivo de poner el nombre de Papa Francisco al nuevo barrio, Elena explica que fue en la primera reunión, en la que no había ni dirigentes ni políticos. “Éramos 300 familias y adoptamos ese nombre para tener la bendición y que se nos concretara el tener un terreno. Fue el padre Franco, de la capilla de la Villa 20, quien nos acompañó en nuestra decisión y nos bendijo. El cura venía a dar la misa y nos traía alimentos para que cocinemos, porque no había forma de salir ni para ir a comprar, porque enseguida te quitaban tu parte”.

La señora cuenta que la Policía encontró a una chica secuestrada en una de las casillas del barrio y cuando la gente estaba cavando la tierra para hacer su casa, encontraron dos cuerpos enterrados. “Nunca supimos de quién era, había rumores de que eran compatriotas y otros decían que eran peruanos. Pero todo lo malo que pasaba se lo atribuían al barrio Papa Francisco”.

Ha pasado más de un año y todas las promesas quedaron en  nada. “A mí no me dieron nada, porque casi al final de la toma mi mamá se enfermó en Bolivia y tuve que retornar; aunque volví lo más rápido posible, no me reconocieron y me excluyeron. Sin embargo, hubo gente que ni estuvo en la toma y recibió ayuda del Gobierno. Aquí a veces es así, se da ayuda a quien  no la necesita”, reclama. Elena no se resigna y dice que ahora armarán una cooperativa de vivienda barrio Papa Francisco, “aunque somos un barrio sin casas ni terreno”.