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Los tres ‘hombres de Dios’ de Bergoglio

Son los sacerdotes que se formaron cuando Jorge Mario Bergoglio era obispo y posteriormente cardenal. Recorrieron su camino y se adhirieron a su estilo de llevar adelante la evangelización, una más cercana al pueblo y sin ostentaciones.

La Razón visitó a tres de estos hombres en sus respectivas parroquias. Gabriel Marronetti, que está en la Iglesia de San José de Flores; Carlos Raúl Laurencena, que estaba en la Iglesia de Lourdes de Flores, donde el Papa dio su última misa, y ahora fue trasladado a la Iglesia de la Piedad, en el microcentro porteño. También entrevistó a Gustavo Carrara, de la Iglesia Santa María Madre del Pueblo, que está en la populosa zona de la Villa 1-11-14, de 25.973 habitantes.  

En algunos casos hubo que escuchar más de una misa, mientras se aguardaba que los padres dispusieran de un tiempo para conversar sobre su jefe espiritual. Este medio pudo comprobar lo queridos que son estos personajes por sus feligreses en Argentina, y al igual que Francisco, tienen la habilidad de escuchar y ponerse a disposición del prójimo.  Los tres sacerdotes tienen la capacidad de dar abrazos cuando la gente los necesita, siguiendo los pasos de Bergoglio. Cuando la gente atribulada se les acerca para hablar en actitud de confesión, ellos les brindan atención y no se reservan los consejos.

Gabriel Marronetties: ‘Ningún político decía que estaba bien con la Iglesia’

Gabriel Marronetties es un párroco que no oculta su opinión y lo expresa hablando con un tono suave. La Razón le consultó si era cierto que había una mala relación entre los partidos políticos de Argentina y la Iglesia Católica. Y de manera contundente respondió: “A ningún partido político le convenía decir que estaba bien con la Iglesia Católica antes de que Bergoglio fuera Papa. Estaba muy disociada la vida privada de la pública, quizá en privado iban a misa, pero no alardeaban de tener un vínculo con Bergoglio. ¿Si se lo consideraba un enemigo del Gobierno? Eso es así, pero Bergoglio siempre le hablaba a todo el arco político en general, no solo al Gobierno, era a todos, incluso a la ciudadanía. No enfatizaba en alguien en particular sino que le hablaba a todos”.

— ¿Usted toma los hábitos cuando asume como obispo auxiliar de Buenos Aires Jorge Mario Bergoglio, ahora el papa Francisco?

— Desde que me ordené, el primer obispo que me llamó para destinarme fue él y después me trajo a esta parroquia que es suya, (la Iglesia San José de Flores)

— Ahora que es párroco de la Iglesia San José de Flores está en una zona con mucha comunidad migrante limítrofe.

— Sí, hay presencia de gente de Paraguay, Perú y Bolivia, además de las otras comunidades europeas. Esto pasa en todas las ciudades grandes donde se puede ver a comunidades enteras. El boliviano tiene mucha religiosidad popular, la fiesta de la Virgen se vive no solo en la parroquia sino hasta en la calle.

— En varios artículos periodísticos, en La Gaceta de Tucumán, lo citan a usted como uno de los hombres de Bergoglio. ¿Cómo se siente?

— (Risas) Bergoglio siempre fue cercano a los sacerdotes, me parece que en este artículo se habla de que él me trajo acá a esta parroquia. Antes había el criterio de ir por escalafones. Él no seguía eso, sino que veía a la persona y la ponía en el lugar.

Me trajo a una parroquia grande a mis 40 años, cuando por edad debería estar en una parroquia más chica y llegar a esta parroquia no para comenzar el ministerio sino para terminar. Esta es una parroquia de mucho movimiento religioso y civil. Ese es el estilo jesuita que ve más carismas que progresiones jerárquicas

— ¿El movimiento se vio fortalecido con la propuesta de una iglesia menos elitista?

— Me parece que las opciones que da Bergoglio son claras; esto de una iglesia pobre para los pobres y buscar priorizar una vida austera, ser una iglesia cercana con la gente y no tan elitista.  Él confía mucho en sus intuiciones y después busca asesorarse con la gente. Tiene una capacidad extraordinaria para escuchar.  Si uno pedía la entrevista, él solamente te escuchaba y te decía  “lo voy a pensar”. Pero si él te pedía que lo fueras a ver, en cinco minutos te decía lo que quería que hicieras. Tiene una enorme capacidad de escuchar.

Lo primero que hace cuando llega a Roma es crear un organismo de consulta que es el grupo de los ocho, son obispos cardenales consultores. Esto lo hizo para escuchar opiniones, para él tienen mucho peso las conferencias episcopales de los continentes. O sea, que la Iglesia no la maneje solamente el Papa, sino que pueda compartir la conducción con las conferencias episcopales.

— ¿Alguna vez imaginó que su jefe religioso iba a ser el Papa?

— Acá tenemos un teólogo Carlos Galy, que anticipaba eso, decía que iba a ser el candidato ideal.  Porque su teoría era que la Iglesia hoy necesita pontificados breves, porque los cambios son tan rápidos en la sociedad, que tener un pontífice por 30 años como fue Juan Pablo II no genera respuestas rápidas para un mundo que cambia rápido.  Por eso el pontificado debería ser para alguien que esté cinco a seis años y después renuncie. En eso Benedicto XVI nos regaló esta posibilidad de alguien que renuncia y reconoce que ya no está para conducir la Iglesia, dando paso a otro que lo pueda hacer.

— ¿Es cierto que usted fue encomendado para ser guía espiritual de la presidenta Kirchner, a pedido del Santo Padre?

— La Presidenta tiene sus asesores espirituales que los conoce desde que vivía en la provincia de Santa Cruz. Y son ellos los que van cuando así lo requiere la ocasión.

— La Iglesia de San José de Flores es la iglesia donde el Papa transcurrió su infancia. Desde que está en el Vaticano, ¿recibe más ayuda?

— No sabría decir si recibimos más ayuda, porque antes nos colaboraba el gobierno de la ciudad, ya que contamos con un comedor al mediodía y en la noche tenemos un hogar para personas que duermen en la calle, en los días de frío abrimos la puerta para todas esas personas.

— ¿Ha recibido llamadas o cartas del papa Francisco?

— Yo tengo la posibilidad de mandarle mails. Me contestó una carta hace poco, porque le pedí dar indulgencias plenarias en la semana que él se confesó y pidió ser sacerdote en esta iglesia, cuando tenía 17 años. No es lo mismo que antes, que levantaba el teléfono y podíamos hablar, ahora tiene muchas ocupaciones. Pero una carta por año me manda.

— Mucha gente recuerda al cardenal primado de Buenos Aires como un hombre serio de gesto adusto. ¿Era así?

— Es una persona seria, pero de un humor inteligente. Pero es real que ahora sonríe más; en Buenos Aires siempre fue austero hasta con la sonrisa. Pero algo que me sorprende es cómo lo engordaron, tal vez será porque acá él se preparaba sus comidas.

— Sobre su visita a Bolivia, ¿cuál cree que será la reflexión del  Papa para esta ocasión?

— Creo que él se habrá informado a través de los obispos bolivianos de qué temas sociales y políticos se hablará. Va a escuchar mucho a los pastores del lugar. Los obispos de Bolivia tendrán un papel preponderante, porque en los discursos no va a hablar de cualquier cosa. Con la que sí improvisará será con la gente del pueblo porque le gusta estar entre los humildes.

Gustavo Carrara: ‘Se preocupa por todos y lo demuestra’

Gustavo Carrara es cura del clero secular del Arzobispado de Buenos Aires, es el párroco de la Iglesia Santa María Madre del Pueblo, de la cual depende la parroquia Virgen de Copacabana. Su capilla se encuentra en el barrio de la Villa 1-11-14 frente a la cancha de San Lorenzo, el lugar es conocido por su problemática social sobre todo relacionada con el narcotráfico.  La Razón conversó con este cura de voz cordial y pausada. “En 2009 el obispo auxiliar de Flores, Jorge Bergoglio,  nos pidió  junto a dos curas más que nos hagamos cargo  de esta iglesia en reemplazo del padre Rodolfo Ricciardelli, que había fallecido. Quería mucho a la zona que alberga a varias colectividades como la paraguaya, peruana y boliviana. Cuando fue obispo auxiliar, vino varias veces a las fiestas patronales de la Virgen de Copacabana. En 2012, un año antes de ser nombrado Papa, el padre Bergoglio asistió a la celebración en Charrúa.

— ¿Cómo es el Papa?

— El Papa es una persona afable y de hacer chistes, es de ocuparse de las personas y de las situaciones. Alguna vez yo pasé una situación difícil y años después en una charla me dijo: Mira que yo sigo rezando por vos; así es el Papa que tenemos, un hombre que se preocupa por todos”, relata a La Razón el cura que junto a otros dos párrocos lograron grandes transformaciones estructurales para este conglomerado humilde de Buenos Aires.

— ¿Es cierto que fue Francisco quien logró apaciguar a los vecinos que se oponían a que la comunidad boliviana celebre su fiesta patronal?

— Hubo algunas cosas que con el diálogo, paciencia y mesas de trabajo se superaron. Logramos organizar mejor la fiesta en honor a la Virgen. Hay que tener en cuenta que el primer domingo de celebración asisten 30.000 personas y el segundo domingo unas 20.000 personas. 

— ¿Cómo se logró el trabajo de preparación?

— Eso había que prepararlo bien, compartíamos ese deseo junto con el padre Jorge de que la fiesta no se reduzca solo al ámbito de la capilla, sino que se extendiera a toda la calle, convirtiéndola en un gran santuario, donde las familias se sientan recibidas, para poder apreciar las danzas típicas de Bolivia que son una expresión de fe. Armamos carpas misioneras, donde se bendice a la gente y se le pone el manto de la Virgen. También se anota a los que quieran recibir el bautizo o la confirmación, que la hacemos en una fecha cercana a la fiesta.

— ¿Este es el legado del papa Francisco?

—  Él nos enseñó a estar atentos con lo que le pasa a la gente. Su legado nos invita a vivir el Evangelio, que por momentos se nos pone exigente. Yo pongo una comparación: viene una persona que dice que necesita ayuda porque está enferma y uno le da dinero para que se compre un remedio, eso se da con facilidad. Pero si esa persona nos pide que le acompañemos al hospital, uno como que se resiste y pone muchas objeciones. El Papa desde siempre invitó a cambiar y desacomodarse y ser sensible con el que más lo necesita. Nosotros vivimos en la Villa y estamos felices, vamos a oficiar misa a la parroquia de la Virgen de Copacabana. Ahí en el barrio tenemos el Hogar de Cristo-Juan Pablo II, es una casa que tenemos para atender a chicos que viven en la calle o que tienen problemas de droga. También tenemos el Centro Barrial Don Bosco. Ya veníamos trabajando en el lugar atendiendo a los chicos y chicas, antes de hacernos cargo de la parroquia; más que un legado es una misión que tenemos para con el prójimo.

— ¿La casa de refugio y de oficios Hogar de Cristo-Juan Pablo II fue adquirida gracias a la gestión del entonces cardenal Jorge Bergoglio?

— Sí, exacto, de hecho fue el quien la compró. Me acuerdo que yo salí con otro de los padres a ver la zona, porque estábamos buscando una casa que sea cercana a nuestra parroquia. Encontramos una casa que era una antigua fábrica pequeña, nos gustó, pero no teníamos el dinero para comprarla. Yo recuerdo que le llamé al cardenal Bergoglio y le conté que teníamos la idea de trabajar atendiendo a los chicos adictos en la planta baja; y en los pisos de arriba, trasladar los talleres de varios oficios que dábamos en la parroquia. Me pidió que le esperemos un poco. A la semana nos llamó y nos dijo que había conseguido el dinero para comprar la vivienda.  En marzo de 2011, el mismo padre Jorge Bergoglio vino para inaugurar la clase de los oficios.  Hoy tenemos tres centros barriales en Bonorino, Directorio y Castañares. El otro centro está acá al lado de la parroquia Santa María Madre del Pueblo; los chicos y chicas que luchan contra su adicción cuentan con un lugar para dormir, se les pide a cambio que en el día sigan su tratamiento. Los chicos que sacan a la Virgen son misioneros y alguno es un exadicto.

—  Los medios de comunicación señalan a esta zona como conflictiva y peligrosa. ¿Cómo se trabaja en ese contexto social, no es lo mismo estar en una parroquia cercana al microcentro?

— En este lugar hay gente buena que quiere sacar a su familia adelante y desea un futuro mejor para sus hijos. Aprovechan las oportunidades que se van generando, tenemos buena respuesta de las y los niños, adolescentes. Tenemos un jardín (kínder) comunitario, jardín maternal, hicimos la escuela secundaria con orientación a comunicación social y hemos fundado el Club Atlético Social  y Deportivo Madre del Pueblo, con múltiples disciplinas deportivas. Además, contamos con un periódico, es el Diario de la Virgen; tratamos de tener una comunicación en clave de fe y popular, el destinatario es el vecino. Se distribuye gratuitamente, publicamos las acciones de la iglesia y del barrio. También seguimos las actividades del papa Francisco, en el diario siempre sale algo de él.

— El papa Francisco conoce el arduo trabajo que realizan en Argentina. ¿ Le ha llamado telefónicamente en este tiempo?

— Desde que está en el Vaticano me ha llamado dos veces. Le escribí y me ha respondido rápidamente, tiene esa delicadeza de hacerlo sentir a uno muy cercano. Me recuerda a Jesús, de estar con la multitud pero a  la vez estar con uno, ese estilo tiene el Santo Padre y lo hacía desde siempre.

— Compartió con el padre Bergoglio gran parte de su trabajo cotidiano. ¿Alguna vez se le pasó por la mente que estaba junto a un posible Papa?

— En 2005, cuando fue elegido el papa Benedicto, tenía una intuición o por ahí era un deseo. La última vez que lo vi fue en febrero, antes de que se fuera a Roma. Le pedí ir a visitarlo para charlar de cosas de la parroquia, él me dijo que se iba a Roma pero que volvía rápido. Yo le dije en broma “Si lo eligen, usted acepte”, y él se río.

— Su iglesia está frente a la cancha del club San Lorenzo, seguro que cuando Francisco le visitaba era inevitable hablar de fútbol.

— Sí, siempre, pero soy hincha de Boca Juniors y en eso no le debo obediencia al Papa (risas).  El fútbol bien entendido es un deporte que propicia el encuentro para hablar con las personas. Hace poco el Papa habló de San Lorenzo, cuando visitó la zona de Turín; les habló del padre salesiano que fundó un club deportivo con el deseo de sacar a los chicos de la calle para que estuvieran contenidos y acompañados.

— ¿Cuál es la relación con el club San Lorenzo, presta su ayuda al barrio?

— Nosotros tenemos un buen vínculo. Ellos nos prestan sus instalaciones para las actividades de nuestro club. Llevamos gratuitamente a 150 niños, niñas a natación en las piletas de San Lorenzo. Los alumnos de la escuela secundaria también usan las instalaciones del club. Cuando jugamos en el fútbol infantil y nos toca ser local, usamos la cancha de San Lorenzo. Con Boca también tenemos buen vínculo.

— Desde la llegada del papa Francisco al Vaticano, ¿usted cree que aumentó el voluntariado y los feligreses?

— Sí, el Papa ha movilizado mucho, él quiere poner la atención sobre las periferias geográficas existenciales, esos lugares de sufrimiento y dolor. Hay que recordar que la primera visita que hace luego de ser elegido, fue a la zona de Lampeduza, lugar de llegada de inmigrantes a Europa, fue a ese sitio para mostrarlo con su presencia. Son esos lugares que a veces quedan invisibles.

Carlos Raúl Laurencena: ‘Ahora tiene  una actitud más abierta  y de alegría’

Carlos Raúl Laurencena era el párroco de la Iglesia de Lourdes donde Jorge Mario Bergoglio ofició su última misa ante una multitud antes de ser nombrado Papa. La Razón entrevistó a este sacerdote, que ahora está en otra parroquia del microcentro porteño. Sus recuerdos del Santo Padre pasan por la admiración y su valentía para la prédica.

— ¿Usted fue testigo del famoso grito en la iglesia?

— Era un lunes 11 de febrero de  2013, día de la Virgen de Lourdes. Yo lo invitaba al cardenal Bergoglio todos los años para oficiar la misa, ya que asisten unas 10.000 personas durante el día para ver a la Virgen. Para la celebración se corta la calle del costado y se realiza la misa con el obispo.

Ese día se lo veía particularmente agobiado. A la mañana nos habíamos enterado que Benedicto XVI había renunciado, cuestión que todos estaban inquietos. Era una novedad muy grande.  Cuando vino le pedí que expresara unas palabras acerca de esa situación, porque la gente estaba en ascuas. Al comienzo de la misa dijo unas palabras muy elogiosas sobre Benedicto XVI, sobre su caridad y su mansedumbre.

Destacó que se había atrevido a meter la mano en cosas oscuras de la Iglesia. Cuando terminó, me dijo que no iba a ir a la procesión y que se iba a la curia.  Ya estaba bajando por la escalera del atril donde había oficiado la misa y una señora le grita: “Que Dios y la Virgen te hagan Papa, Bergoglio”. A lo cual, solo sonrió y me dijo: “¿Qué dijo esta señora?”. Él estaba con su amiga Alicia Barrios, que hacía un programa sobre estas fiestas patronales. Al día siguiente, sale en el periódico Crónica, en primera plana, la frase que había gritado la mujer.

— ¿En algún momento, con todas esas señales, no intuyó que estaba frente al posible Papa?

— Yo no adherí nunca a esas posturas, porque como dijeron que había salido segundo en la anterior elección. Y muchos pensamos que por la edad no iba a ser elegido. Le sobraban condiciones, pero superaba la edad permitida. Cuando lo vimos aparecer ese 13 de marzo, fue una alegría grande y de ahí en más nos sorprende con sus acciones continuamente.  Lo que sí notamos los porteños es que ahora que se encuentra en el Vaticano tiene una actitud más abierta, muestra su alegría, cuestión que acá no lo hacía. Aunque entre amigos era jocoso, ahora el Papa está todo el tiempo con ese semblante de alegría. Dios le ha dado una fuerza y alegría, y eso es notorio.

Yo fui en junio de 2013 a Francia, al Santuario de la Virgen de Lourdes, y de paso fui a Roma, pedí permiso para llevar a un matrimonio que asiste a la iglesia y que cumplía 50 años de casados.  Nos recibió muy bien, nos preguntó por la parroquia, él está al tanto de todo lo que pasa en la Argentina. Cuando le dijimos que esta pareja cumplía 50 años de casados, él sonrió y solo les dijo: “Qué aguante”, y después les dio su bendición. Así es él.

— ¿Usted fue docente en el seminario de Devoto. Coincide con esa teoría que de aquí en adelante se vienen los papados breves? ¿El Santo Padre seguirá ese camino?

— De eso no tengo la menor idea. Además yo estoy convencido de que Dios pone el Papa que corresponde en su momento. Juan Pablo I estuvo 33 días y se ve que no era. Luego vino Juan Pablo II y estuvo por 25 años. Me parece que sí, ahora no será raro que renuncie un Papa. Dependerá mucho de cómo esté su salud física y anímica. Pero Dios da una gracia muy especial, como a Francisco.

— ¿Hay un aumento de feligreses desde la llegada del papa Francisco al Vaticano?

— En su primer momento sí, cuando se conoció lo del papa Francisco, pero ahora todo ha vuelto a la normalidad. Sin embargo, hay una adhesión creciente en el pueblo cristiano por la llegada de este Papa; su humildad, su apertura y su sencillez volvió a traer a las iglesias a esa gente que se había alejado.

— ¿Qué recuerdos le quedan del padre Bergoglio?

— Lo que yo recuerdo es la valentía para predicar que él tenía, iluminando la realidad social desde el Evangelio y defendiendo a los que menos tienen. Lo que hace ahora, lo dijo y lo hizo todo el tiempo en Buenos Aires, solo que en este momento tiene al mundo que lo escucha. Hay mucha gente que no sabe que Dios la ama, es increíble pero es así, y el Papa se encarga de hacérselo saber a todo el mundo.