El papa Francisco envió sendos telegramas de saludo y deseo de “armonía” a Bolivia y Paraguay al sobrevolar los territorios de los dos países después de despegar de la ciudad de Asunción en su vuelo de regreso hacia Roma.

“Al dejar Paraguay y continuar mi viaje de regreso a Roma, me es grato enviar un cordial saludo a vuestra excelencia, renovando de nuevo mi agradecimiento y afecto a ese querido pueblo”, escribió ayer en su mensaje al presidente paraguayo, Horacio Cartes. “Lo llevo en mi corazón y pido al señor copiosas gracias para todos, que les ayuden a progresar en fraternidad y armonía”.

El segundo telegrama estuvo dirigido al mandatario boliviano, Evo Morales, a quien envió “un cordial saludo (…) reiterando de nuevo mi afecto y gratitud a ese querido pueblo. Los llevo en mi corazón y ruego al Señor abundantes gracias para todos, que les permitan progresar cada día más en una armoniosa convivencia y una paz estable”.

Gira. Remitir un telegrama a las autoridades de las naciones que sobrevuela es un acto habitual en los viajes pastorales del Pontífice, quien volvió ayer a la Ciudad del Vaticano después de un viaje latinoamericano que comenzó el domingo 5 de julio y que le llevó en primer lugar a Ecuador, después a Bolivia y finalmente a Paraguay.

En territorio boliviano visitó las ciudades de El Alto, La Paz y Santa Cruz, en ese orden, desde el miércoles 8 hasta el viernes 10. En la sede de gobierno compartió con Morales y en su discurso en la Catedral Metropolitana solicitó diálogo a Bolivia y Chile para solucionar la reivindicación marítima.

En la capital oriental celebró una eucaristía y fue parte del segundo Encuentro Mundial de Movimientos Sociales y Populares, donde señaló que es hora de cambiar el sistema económico en el mundo y pidió perdón por los crímenes cometidos por la Iglesia Católica contra los indígenas durante la colonización de América. También estuvo con los presos del penal de Palmasola y tuvo una cita con autoridades eclesiásticas, entre ellas el cardenal Julio Terrazas.

Su gira por Paraguay se extendió desde el viernes hasta ayer, cuando visitó a los habitantes del Bañado Norte, una de las zonas más pobres de la capital Asunción. Allí criticó la “fe no solidaria” y “mentirosa” de quien va a misa, pero no sabe lo que ocurre en los barrios marginales, tras caminar por las calles de este suburbio. Afirmó que “una fe que no se hace solidaridad, es una fe muerta. Es una fe sin Cristo, una fe sin Dios, una fe sin hermanos. Una fe mentirosa”.

Aparte, protagonizó una informal y divertida reunión con los jóvenes en la Costanera, y les pidió, cómo ya había aconsejado otras veces, que hiciesen lío, pero “esta vez organizándolo bien”. La cita empezó con los testimonios de dos muchachos que se encuentran en dificultades y sus palabras sirvieron de inspiración al Pontífice que se saltó el discurso preparado para instaurar un diálogo improvisado.

Contó cómo en Roma alguien le solicitó: “Siga usted aconsejando a los jóvenes que hagan lío, pero después los líos que hacen los jóvenes los tenemos que arreglar nosotros”, relató arrancando las risas de los chicos y chicas paraguayos. Y entonces les exhortó: “Hagan lío, pero ayuden después a organizarlo bien”. Entre los duros testimonios que escuchó está el de Manuel, quien contó una vida de dificultades y de explotación, en medio de la incertidumbre por su futuro, al igual que Liz, una joven de 25 años, que relató cómo se debe ocupar de su madre enferma con las privaciones que eso conlleva.

Adiós. De Liz, Francisco valoró su amor y la entrega de su vida a servir a los demás, mientras que de Manuel elogió que en vez de “vengarse de la vida o caer en las adicciones salió a trabajar”. Francisco advirtió que para muchos jóvenes la vida no es fácil y que “la desesperación les empuja al delito, a la delincuencia y a colaborar con la corrupción”. “Salvad a estos chicos y chicas que están en estas situaciones difíciles”, les incitó.

El Santo Padre sostuvo que lo que se necesita en la sociedad son “jóvenes de esperanza y fortaleza”, y complementó: “No queremos jóvenes debiluchos, que se cansen rápido y que vivan cansados, con caras de aburridos, porque conocen a Jesús”. “¿Tienen la cara aburrida? ¿Tienen la cara triste?”, les preguntó, y la respuesta de los jóvenes, que con sus aplausos interrumpieron las palabras del Obispo de Roma, fue un contundente “no”, para posteriormente corear al unísono un “no te vayas”.