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FELCV denuncia saña en últimos feminicidios

La Fuerza Especial de Lucha Contra la Violencia (FELCV) de Cochabamba reveló ayer que los asesinos de Lidia B. L., de 34 años, y de  Marcela C., de 46, se ensañaron con sus víctimas. A la primera, su esposo la golpeó con un palo en la cabeza hasta que éste se quebró; la segunda fue acuchillada 18 veces antes de ser quemada, según la autopsia. 

Los dos feminicidios se cometieron en la capital de este departamento y los autores son las parejas de las dos víctimas. En el primer caso, el agresor confesó; en el otro, niega haberla atacado.

Con esas dos muertes la cantidad de víctimas mortales de la violencia machista se elevó a 22, en Cochabamba según un recuento de este diario, mientras que en Bolivia el número llega a 54. El coronel Alejandro Pozo, director de FELCV, dijo ayer que  “el sadismo y crueldad” con que actuaron los autores de esos dos  feminicidios son alarmantes.

La autopsia estableció que Lidia murió debido a un traumatismo encefalocraneano severo “con estallido de la bóveda craneana y pérdida de masa encefálica”.

En declaraciones a Bolivisión el jefe policial reveló que su esposo Alfredo R. C., de 37 años, quien admitió el crimen, no le dio solo un golpe como declaró el jueves, sino que la golpeó con un grueso palo con el que trancaban la puerta hasta que éste se quebró.

El sujeto, luego de una discusión, aguardó a que su esposa se metiera en cama (entre las 24.00 y las 01.30) y apagara la luz para atacarla. Cerca de las 04.00, según señaló, se dio cuenta de que no se movía. Tenía la cabeza aplastada. Llamó a su hermano con quien fue a dar parte a la Policía de lo que había pasado. Marcela en cambio, madre de cuatro hijos, fue acuchillada y el asesino ocasionó un incendio para borrar las evidencias.

La autopsia que le practicaron la noche del miércoles probó que fue apuñalada 18 veces en varias partes del cuerpo. “Tres de las heridas fueron certeras, perforaron el corazón, pulmones y riñones, luego fue cremada en parte, presentaba quemaduras en la cabeza y brazo derecho”, añadió Pozo. 

Juan H. C., de 48 años, niega haber matado a su cónyuge, pero sus declaraciones contradicen los testimonios de su entorno. La mañana del jueves, ella estaba en su tienda cuando el sujeto, según los testigos, la llamó por teléfono y le pidió que retornara a su casa para tratar un asunto urgente. Eran cerca de las 10.00.

Sin embargo, él declaró que dejó a su pareja en el almacén a las 06.00 y que no supo de ella hasta que fue capturado a las 17.30. “El señor es de carácter agresivo y no era la primera vez que maltrataba a su esposa”, dijo Pozo al informar que ella, madre de cuatro hijos, nunca denunció las agresiones. Durante su captura fue atacado por sus hijos que le culpan de la muerte de su madre.