Sociedad

Thursday 2 May 2024 | Actualizado a 11:41 AM

Las cebras siguen arrancando sonrisas y educando en las calles de La Paz

Las cebras paceñas llevan desde 2001 saliendo a la calle como parte de un programa municipal con jóvenes voluntarios para concienciar de hábitos cívicos y seguridad vial a la población.

/ 8 de abril de 2017 / 20:29

El cruce entre la avenida Camacho y la calle Bueno de La Paz es uno de esos caóticos hervideros de automóviles y peatones apresurados. Por eso es curioso ver a una cebra cantando, dando saltos, bailando y parando a los vehículos para que las personas puedan pasar.

Son las cebras de La Paz, un símbolo que se ha convertido en patrimonio de la ciudad boliviana, que buscan concienciar a peatones y conductores sobre construir una ciudad mejor.

Se han hecho famosas en las últimas semanas cuando el presentador británico John Oliver cerró hablando de ellas su programa «Last Week Tonight», pero las cebras paceñas llevan desde 2001 saliendo a la calle como parte de un programa municipal con jóvenes voluntarios para concienciar de hábitos cívicos y seguridad vial a la población.

«El semáforo ya va a cambiar, subimos a la acera», dice una cebra; mientras, en el paso de cebra perpendicular, otra de sus compañeras se lanza a parar a un vehículo para que una señora mayor que se ha abalanzado en el último minuto a cruzar la calle no sea atropellada.

Luis Denis Sosa, que así se llama esta intrépida cebrita, cuenta a Efe que lo primero es su seguridad y la de los transeúntes.

  • Las educadoras viales, las cebras paceñas en diferentes facetas de su diario vivir. Fotos: EFE

Los conductores, después de más de 15 años viendo a estos simpáticos personajes por las calles, ya se han acostumbrado a sus bailes y su trabajo, así que no suele haber problemas.

Sosa lleva tres años y medio como cebra y ahora es coordinador de los equipos de cebras de uno de los grandes barrios paceños, el macrodistrito de Cotahuma.

Sale mañana y tarde, en los dos turnos que hay, con unas 15 o 20 cebras y ayuda a distribuirlas por la zona y a apoyarlas en las calles, porque algunas aún son jóvenes y necesitan «mejorar lo que es la actitud cebra», dice.

«Estoy acá porque las pequeñas cosas que nosotros realizamos como cebritas generan un gran cambio en nuestra querida ciudad de La Paz», asegura Sosa.

Todo trabajo es voluntario, aunque la alcaldía les proporciona a estos jóvenes un pequeño apoyo económico en forma para transporte, alimentos y material que requieren para proseguir con los estudios, porque para ser cebra se necesita ser estudiante y tener entre 16 y 24 años.

El secretario municipal de Educación y Cultura Ciudadana, Sergio Caballero, explica que han valorado contratar a las cebras como funcionarios de la alcaldía, pero que finalmente, si eso ocurriera, se perdería «el valor esencial de lo que es el programa, esa vocación de servicio de los jóvenes hacia su ciudad».

Al principio, el programa tenía un fuerte signo social y eran jóvenes en proceso de rehabilitación o inserción social, pero el éxito ha hecho que se abra a todo tipo de jóvenes.

Ser cebra aporta una experiencia muy valiosa, dice Caballero, que cuenta que hay casos de mujeres que han abierto guarderías, por ejemplo, con la simple carta de presentación de poder decir «yo he sido una cebra; yo soy una cebra».

Decía John Oliver en su programa que todo es mejor si añades una cebra a la situación, y seguramente lo dijo sin saber la felicidad que transmiten y la alegría con la que dan los buenos días a quien pasa a su lado.

«Cuando llegué a La Paz/encontré una ciudad/con sus cebritas/ ¡Qué lindas están!», cantan al unísono cinco cebras por la calle, mientras preguntan a los viandantes qué tal les va y sacan una sonrisa a quien lleva una cara cansada ya desde primera hora de la mañana.

Antes de salir, hay todo un proceso: primero, ponerse la piel cebra, pues ellas no consideran que se disfrazan, y luego el calentamiento.

«Empezaremos con el movimiento de cabeza… 1,2,3,4… ¡Al otro lado!», son poco más de las siete de la mañana pero ellas proceden poco a poco con todas las articulaciones del cuerpo.

Luego viene el saludo en forma de canción: «Buenos días a mí, buenos días a ti… ¿Cómo están las cebras? ¿Cómo están?». Y alguna canción para comenzar a entrar en el juego. «¿Estamos listas para salir a la calle, cebritas?». Sí, ahora sí lo están.

Dice Caballero que esto es un programa a largo plazo y que, después de más de una década, ya hay una generación que ha crecido con las cebras en las calles.

De hecho, el mayor impacto de estos personajes es el que producen en los niños, que corren a abrazarlas y les dicen a sus padres que no hay que cruzar cuando el semáforo está en rojo o que los papeles se tiran a la basura, porque antes se lo ha dicho una cebra, ya sea en la calle o en uno de los talleres que realizan en las escuelas.

«Ser cebra es tener una actitud, una oportunidad y las ganas de poder llevar el mensaje y masificar el amor dentro», dice otro de estos educadores, Daniel Alexander Osori. «No dejamos que la ciudadanía sea indiferente al caos de nuestra ciudad», resume. (08/04/2017)

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Rampas, pasarelas y barandas en braille para que La Paz sea accesible

El proyecto "Plaza Abaroa inclusiva" ganó el concurso "Paso a paso, hacia una ciudad inclusiva" y la alcaldía de La Paz, como prometió en las bases, va a ponerlo en marcha y financiarlo el próximo año.

/ 13 de junio de 2017 / 14:35

Un proyecto para renovar una de las principales plazas de La Paz con rampas y un gran bulevar que invite al paseo es lo que han propuesto unos estudiantes universitarios bolivianos para que su ciudad sea un lugar más inclusivo y donde tanto personas con discapacidad como sin ella puedan vivir.

El proyecto «Plaza Abaroa inclusiva» ganó el concurso «Paso a paso, hacia una ciudad inclusiva» y la alcaldía de La Paz, como prometió en las bases, va a ponerlo en marcha y financiarlo el próximo año.

Lo que intentan estos estudiantes de cuarto de Diseño de Interiores de la Universidad Nuestra Señora de La Paz es «mantener el patrimonio» de esta céntrica plaza dedicada a Eduardo Abaroa, un héroe de la Guerra del Pacífico, durante la cual Bolivia perdió 400 kilómetros de costa y 120.000 kilómetros cuadrados de territorio ante Chile.

«La hemos adecuado para que se transforme en una plaza, primero, importante por su contenido patrimonial y, luego, inclusiva», resumió a Efe el líder del proyecto, Mathieu Belmonte.

La idea principal es sencilla e incluye un elemento que tienen casi todos los proyectos participantes en el concurso, pero que, desgraciadamente, brilla por su ausencia en la ciudad: rampas de acceso para personas con movilidad reducida.

  • Parte central de la plaza Abaroa de La Paz. Foto: La Razón – Archivo

Además plantea facilitar el acceso para todo el mundo, haciendo peatonal parte de una de las vías principales de la ciudad, la 20 de octubre, para hacer «un paso muy grande» a la plaza y que «las personas puedan pasear tranquilas».

Es la primera edición del concurso y la Alcaldía ha recibido muchas ideas, y según el alcalde, Luis Revilla, van a intentar financiar todas las que puedan: «Quien sabe si el segundo y el tercer premio podrán ser incluidos en los presupuestos», anunció en el acto de entrega de premios.

Un módulo de información ciudadana adaptado para personas con discapacidad, que incluye un baño y «toda la normativa existente para las personas con discapacidad» ha sido el segundo premiado.

Durante la exposición de las maquetas, vídeos y pósteres de los proyectos, Grisela Fernández, una alumna de tercero de Arquitectura de la universidad Univalle explicaba que un baño de este tipo debe incluir inodoros con las medidas adecuadas, el radio exacto para que una silla de ruedas pueda girar, barandas corredizas y puertas que se abran tanto para dentro como para fuera.

  • Imagen que muestra las gradas de la plaza Abaroa. Foto: La Razón – Archivo.

Son elementos que a priori parecen sencillos pero que muchas veces no aparecen en los diseños urbanos, poniendo trampas que consiguen «discapacitar» a las personas.

«Son nuestras ciudades las que discapacitan», explicaba el miembro de la Unión Internacional de Arquitectos y presidente del jurado, el argentino Eduardo Elkouss.

Elkouss, arquitecto de profesión, habla de diseño universal, de turismo accesible, de espacio público y patrimonio accesible, de arquitectura inclusiva y dice que todos estos términos son los que se buscaban en los proyectos universitarios, que han sido juzgados por un jurado internacional.

«Se valora no solamente el diseño sino que sea económicamente viable con los presupuestos municipales y que sea ejemplar, modélico, para que la gente aprenda de ellos y se pueda repetir como experiencia», resumió Elkouss.

Muchos de los trabajos presentados incluían pasarelas para conseguir hacer un paso más tranquilo en varios nodos principales para personas con y sin discapacidad que eludiese el caótico tráfico de la ciudad y las aceras abarrotadas de vendedores ambulantes.

Parques que hiciesen de «bisagra» entre las paradas de los diferentes transportes accesibles con los que cuenta la ciudad (el sistema del teleférico y el Puma Katari, unos modernos autobuses que cubren rutas secundarias).

O pasos para personas no videntes con baldosas podotáctiles (caminos con texturas que sirven como guía) y barandas en braille.

Y también aumentar los parques de recreo y crear zonas de juego para que niños y niñas con discapacidad se pueden relacionar con sus iguales.

Todos ellos buscan hacer La Paz más accesible, una tarea ardua para la ciudad de las interminables rampas, las laderas con desniveles imposibles, empinadas escaleras y el caótico tráfico formado los miles de vehículos de transporte llamados minibuses, que poco saben de cómo transportar una silla de ruedas. (13/06/2017)

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Las cebras siguen arrancando sonrisas y educando en las calles de La Paz

Las cebras paceñas llevan desde 2001 saliendo a la calle como parte de un programa municipal con jóvenes voluntarios para concienciar de hábitos cívicos y seguridad vial a la población.

/ 8 de abril de 2017 / 20:29

El cruce entre la avenida Camacho y la calle Bueno de La Paz es uno de esos caóticos hervideros de automóviles y peatones apresurados. Por eso es curioso ver a una cebra cantando, dando saltos, bailando y parando a los vehículos para que las personas puedan pasar.

Son las cebras de La Paz, un símbolo que se ha convertido en patrimonio de la ciudad boliviana, que buscan concienciar a peatones y conductores sobre construir una ciudad mejor.

Se han hecho famosas en las últimas semanas cuando el presentador británico John Oliver cerró hablando de ellas su programa «Last Week Tonight», pero las cebras paceñas llevan desde 2001 saliendo a la calle como parte de un programa municipal con jóvenes voluntarios para concienciar de hábitos cívicos y seguridad vial a la población.

«El semáforo ya va a cambiar, subimos a la acera», dice una cebra; mientras, en el paso de cebra perpendicular, otra de sus compañeras se lanza a parar a un vehículo para que una señora mayor que se ha abalanzado en el último minuto a cruzar la calle no sea atropellada.

Luis Denis Sosa, que así se llama esta intrépida cebrita, cuenta a Efe que lo primero es su seguridad y la de los transeúntes.

  • Las educadoras viales, las cebras paceñas en diferentes facetas de su diario vivir. Fotos: EFE

Los conductores, después de más de 15 años viendo a estos simpáticos personajes por las calles, ya se han acostumbrado a sus bailes y su trabajo, así que no suele haber problemas.

Sosa lleva tres años y medio como cebra y ahora es coordinador de los equipos de cebras de uno de los grandes barrios paceños, el macrodistrito de Cotahuma.

Sale mañana y tarde, en los dos turnos que hay, con unas 15 o 20 cebras y ayuda a distribuirlas por la zona y a apoyarlas en las calles, porque algunas aún son jóvenes y necesitan «mejorar lo que es la actitud cebra», dice.

«Estoy acá porque las pequeñas cosas que nosotros realizamos como cebritas generan un gran cambio en nuestra querida ciudad de La Paz», asegura Sosa.

Todo trabajo es voluntario, aunque la alcaldía les proporciona a estos jóvenes un pequeño apoyo económico en forma para transporte, alimentos y material que requieren para proseguir con los estudios, porque para ser cebra se necesita ser estudiante y tener entre 16 y 24 años.

El secretario municipal de Educación y Cultura Ciudadana, Sergio Caballero, explica que han valorado contratar a las cebras como funcionarios de la alcaldía, pero que finalmente, si eso ocurriera, se perdería «el valor esencial de lo que es el programa, esa vocación de servicio de los jóvenes hacia su ciudad».

Al principio, el programa tenía un fuerte signo social y eran jóvenes en proceso de rehabilitación o inserción social, pero el éxito ha hecho que se abra a todo tipo de jóvenes.

Ser cebra aporta una experiencia muy valiosa, dice Caballero, que cuenta que hay casos de mujeres que han abierto guarderías, por ejemplo, con la simple carta de presentación de poder decir «yo he sido una cebra; yo soy una cebra».

Decía John Oliver en su programa que todo es mejor si añades una cebra a la situación, y seguramente lo dijo sin saber la felicidad que transmiten y la alegría con la que dan los buenos días a quien pasa a su lado.

«Cuando llegué a La Paz/encontré una ciudad/con sus cebritas/ ¡Qué lindas están!», cantan al unísono cinco cebras por la calle, mientras preguntan a los viandantes qué tal les va y sacan una sonrisa a quien lleva una cara cansada ya desde primera hora de la mañana.

Antes de salir, hay todo un proceso: primero, ponerse la piel cebra, pues ellas no consideran que se disfrazan, y luego el calentamiento.

«Empezaremos con el movimiento de cabeza… 1,2,3,4… ¡Al otro lado!», son poco más de las siete de la mañana pero ellas proceden poco a poco con todas las articulaciones del cuerpo.

Luego viene el saludo en forma de canción: «Buenos días a mí, buenos días a ti… ¿Cómo están las cebras? ¿Cómo están?». Y alguna canción para comenzar a entrar en el juego. «¿Estamos listas para salir a la calle, cebritas?». Sí, ahora sí lo están.

Dice Caballero que esto es un programa a largo plazo y que, después de más de una década, ya hay una generación que ha crecido con las cebras en las calles.

De hecho, el mayor impacto de estos personajes es el que producen en los niños, que corren a abrazarlas y les dicen a sus padres que no hay que cruzar cuando el semáforo está en rojo o que los papeles se tiran a la basura, porque antes se lo ha dicho una cebra, ya sea en la calle o en uno de los talleres que realizan en las escuelas.

«Ser cebra es tener una actitud, una oportunidad y las ganas de poder llevar el mensaje y masificar el amor dentro», dice otro de estos educadores, Daniel Alexander Osori. «No dejamos que la ciudadanía sea indiferente al caos de nuestra ciudad», resume. (08/04/2017)

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Las cebras siguen arrancando sonrisas y educando en las calles de La Paz

Las cebras paceñas llevan desde 2001 saliendo a la calle como parte de un programa municipal con jóvenes voluntarios para concienciar de hábitos cívicos y seguridad vial a la población.

/ 8 de abril de 2017 / 20:29

El cruce entre la avenida Camacho y la calle Bueno de La Paz es uno de esos caóticos hervideros de automóviles y peatones apresurados. Por eso es curioso ver a una cebra cantando, dando saltos, bailando y parando a los vehículos para que las personas puedan pasar.

Son las cebras de La Paz, un símbolo que se ha convertido en patrimonio de la ciudad boliviana, que buscan concienciar a peatones y conductores sobre construir una ciudad mejor.

Se han hecho famosas en las últimas semanas cuando el presentador británico John Oliver cerró hablando de ellas su programa «Last Week Tonight», pero las cebras paceñas llevan desde 2001 saliendo a la calle como parte de un programa municipal con jóvenes voluntarios para concienciar de hábitos cívicos y seguridad vial a la población.

«El semáforo ya va a cambiar, subimos a la acera», dice una cebra; mientras, en el paso de cebra perpendicular, otra de sus compañeras se lanza a parar a un vehículo para que una señora mayor que se ha abalanzado en el último minuto a cruzar la calle no sea atropellada.

Luis Denis Sosa, que así se llama esta intrépida cebrita, cuenta a Efe que lo primero es su seguridad y la de los transeúntes.

  • Las educadoras viales, las cebras paceñas en diferentes facetas de su diario vivir. Fotos: EFE

Los conductores, después de más de 15 años viendo a estos simpáticos personajes por las calles, ya se han acostumbrado a sus bailes y su trabajo, así que no suele haber problemas.

Sosa lleva tres años y medio como cebra y ahora es coordinador de los equipos de cebras de uno de los grandes barrios paceños, el macrodistrito de Cotahuma.

Sale mañana y tarde, en los dos turnos que hay, con unas 15 o 20 cebras y ayuda a distribuirlas por la zona y a apoyarlas en las calles, porque algunas aún son jóvenes y necesitan «mejorar lo que es la actitud cebra», dice.

«Estoy acá porque las pequeñas cosas que nosotros realizamos como cebritas generan un gran cambio en nuestra querida ciudad de La Paz», asegura Sosa.

Todo trabajo es voluntario, aunque la alcaldía les proporciona a estos jóvenes un pequeño apoyo económico en forma para transporte, alimentos y material que requieren para proseguir con los estudios, porque para ser cebra se necesita ser estudiante y tener entre 16 y 24 años.

El secretario municipal de Educación y Cultura Ciudadana, Sergio Caballero, explica que han valorado contratar a las cebras como funcionarios de la alcaldía, pero que finalmente, si eso ocurriera, se perdería «el valor esencial de lo que es el programa, esa vocación de servicio de los jóvenes hacia su ciudad».

Al principio, el programa tenía un fuerte signo social y eran jóvenes en proceso de rehabilitación o inserción social, pero el éxito ha hecho que se abra a todo tipo de jóvenes.

Ser cebra aporta una experiencia muy valiosa, dice Caballero, que cuenta que hay casos de mujeres que han abierto guarderías, por ejemplo, con la simple carta de presentación de poder decir «yo he sido una cebra; yo soy una cebra».

Decía John Oliver en su programa que todo es mejor si añades una cebra a la situación, y seguramente lo dijo sin saber la felicidad que transmiten y la alegría con la que dan los buenos días a quien pasa a su lado.

«Cuando llegué a La Paz/encontré una ciudad/con sus cebritas/ ¡Qué lindas están!», cantan al unísono cinco cebras por la calle, mientras preguntan a los viandantes qué tal les va y sacan una sonrisa a quien lleva una cara cansada ya desde primera hora de la mañana.

Antes de salir, hay todo un proceso: primero, ponerse la piel cebra, pues ellas no consideran que se disfrazan, y luego el calentamiento.

«Empezaremos con el movimiento de cabeza… 1,2,3,4… ¡Al otro lado!», son poco más de las siete de la mañana pero ellas proceden poco a poco con todas las articulaciones del cuerpo.

Luego viene el saludo en forma de canción: «Buenos días a mí, buenos días a ti… ¿Cómo están las cebras? ¿Cómo están?». Y alguna canción para comenzar a entrar en el juego. «¿Estamos listas para salir a la calle, cebritas?». Sí, ahora sí lo están.

Dice Caballero que esto es un programa a largo plazo y que, después de más de una década, ya hay una generación que ha crecido con las cebras en las calles.

De hecho, el mayor impacto de estos personajes es el que producen en los niños, que corren a abrazarlas y les dicen a sus padres que no hay que cruzar cuando el semáforo está en rojo o que los papeles se tiran a la basura, porque antes se lo ha dicho una cebra, ya sea en la calle o en uno de los talleres que realizan en las escuelas.

«Ser cebra es tener una actitud, una oportunidad y las ganas de poder llevar el mensaje y masificar el amor dentro», dice otro de estos educadores, Daniel Alexander Osori. «No dejamos que la ciudadanía sea indiferente al caos de nuestra ciudad», resume. (08/04/2017)

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