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Mamás metaleras: un amor potente como el rock

Levantarse temprano, alistar a los niños y llevarlos a sus actividades son tareas que toda progenitora efectúa, pero lo que identifica a estas mamás metaleras es que lo hacen con rock de fondo, sea deep, dark, melódica, power y otros.

Anna Lucía Agramont es vocalista y tecladista, generó el gusto al metal al escuchar Delicate Sound of Thunder de Uriah Heep. Ahora escucha Hypocresy, Pink Floyd y Pain mientras realiza las labores hogareñas. “Es una pasión por su complejidad en acordes, lírica, la voz es sentida, muy trabajada. Comparas las partituras de Bach y del metal y son iguales en tiempo y cambios”.

Agramont tiene cuatro hijos: Samuel (19), Sebastián (12), Sofía (9) y Sara (5). Comenta que la vida de una madre metalera incluso es más difícil porque, además de trabajar y ser madre, tiene que buscar momentos libres para ensayar y continuar con lo que más le gusta realizar.

Patricia Jordán, vocalista de la banda Anima, le cantaba a su primogénita Alexa (11) mientras estaba embarazada You Learn About it, de The Gathering. “Somos una familia musical, hacemos sesiones y hasta las 02.00 nos quedamos cantando Pain o Katatonia ”. Cantarle a su  hija le generó un lazo especial con ella que se afianza cada vez que oyen la canción.  Alexa sigue el ritmo de las canción de metal que su papá, Boris Algarañaz, compone.

Patricia Paredes y Lucía Chumacero forman parte de Libélula, una banda que se destaca por la predominancia de integrantes mujeres; ambas son metaleras a morir. Delphine Hourticq es vocalista del grupo franco boliviano Mortsure y Mayra España es fanática de esta música.

Todas estas mujeres se agruparon a insistencia del fotógrafo José Jordán, responsable de producciones Martillo, para mostrar que las mamás bolivianas no siguen ningún estereotipo, a lo mucho cambia la banda sonora que las acompaña todo el día. (27/05/2017)