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La muerte de un hijo nunca se supera, pero puede tener otro sentido

“Es un dolor tan grande que ni siquiera tiene nombre”, así describe Danitza Saavedra, presidenta de Renacer Juntos Bolivia, la pérdida de un hijo, que si bien nunca se supera, puede tener otro significado con la ayuda de terapias de apoyo y acompañamiento.

Martha, paciente de un psiquiátrico de La Paz, vive aferrada al guardapolvo que utilizaba su hijo para asistir a sus clases de Medicina. El joven desapareció en 1975, durante la dictadura de Hugo Banzer, y esa prenda fue lo único que pudo recuperar de él.

Para ella no pasó el tiempo, este año es el mismo que 1975 porque sigue esperando a su hijo. Su caso es aún más complicado porque es una muerte sin cuerpo, sin entierro, cuando esos rituales ayudan a que la persona entienda que su ser querido ya no está físicamente, explicó Concepción Callisaya, psicóloga especialista en psicoterapia familiar.

“Cuando una persona pierde a alguien, a un hijo, puede entrar en estado de shock y es cuando necesita espacio y ayuda para sobrellevarlo, pero esta mamá no tuvo eso. La pérdida de un hijo nunca se supera, pero sí es posible darle una resignificación, es decir, un nuevo significado”, explicó Callisaya.

¿Por qué ya no está? y ¿cuál es el motor para seguir adelante? son algunas interrogantes para hallar la resignificación, que es la cuarta y última etapa que debe enfrentar un padre o una madre en duelo para sobrellevar la pérdida de su ser querido.

Espere…

La especialista explicó que todo parte de que los progenitores se abran a contar su historia (primera etapa) para analizar su situación y, a su vez, identificar a personas cercanas que participen en la segunda etapa: asumir el fallecimiento.

En el segundo paso empieza la terapia sistémica (método para el tratamiento de conflictos y disfunciones) con participación de la familia, en la que el doliente debe encontrar el primer espacio de apoyo.

“El entorno debe entender que es un dolor muy grande que hay que sufrir y vivir. Mostrar respeto y apoyo por la pérdida, pero sin ser demasiado absorbente, son las recomendaciones. Lo más importante es escucharlos”, resaltó Callisaya.

La tercera etapa es sacar el dolor, y para ello, las terapias grupales y actividades con personas que atraviesan similar situación son importantes, antes de llegar al cuarto paso: la resignificación. La psicóloga destacó el trabajo de Renacer Juntos Bolivia, un grupo al que acudieron 170 familias en duelo en los últimos siete años y de las cuales 50 aún participan activamente.

Festejar simbólicamente los cumpleaños del hijo, plantar árboles, soltar globos con mensajes de cariño, escribir cartas de desahogo y realizar charlas son algunas de las actividades que desarrolla Renacer al menos una vez al mes.

“Nos decimos mamás y papás de angelitos que Dios ha decidido llevarse. Siempre estamos presentes en reuniones y cumpleaños, tratamos de convertir un día gris en uno de colores, la idea es darnos aliento”, dijo Saavedra, quien perdió a sus mellizos cuatro meses antes de que nacieran, hace siete años.

Algunas familias optan por llevar al grupo hasta el cementerio para cantar a su ser querido el Feliz cumpleaños, con torta y globos, otros hacen misas. “Ellos tienen su lugar, nunca los olvidamos”, expresó la presidenta de Renacer. (04/07/2017)