En lo que va del año se cometieron al menos 125 crímenes
Solo el domingo 16 de abril se perpetraron cinco hechos de sangre.
Entre enero y el jueves 21 de septiembre, a 125 personas les quitaron la vida de forma violenta en Bolivia; esa cantidad no incluye los al menos 65 feminicidios perpetrados en el país, ni los 40 infanticidios contados a la fecha.
Según el conteo efectuado por La Razón, Santa Cruz es el departamento con más casos, 35 en total; le siguen La Paz con 29 y Cochabamba con 20. Beni y Tarija reportan 12 y 11 crímenes, respectivamente. En el otro extremo están Potosí, con 2 casos; Pando, 3; Chuquisaca, 5; y Oruro, 8.
La Razón no logró obtener cifras oficiales al primer semestre, pese a notas remitidas en agosto al Comando General de la Policía Boliviana; tampoco pudo conversar con el viceministro de Seguridad Ciudadana, Gonzalo Trigoso.
Sin embargo, el 1 de junio de 2017, su predecesor Carlos Aparicio dio cuenta de que la tasa de homicidios se redujo de 10,8 a 8,5 por cada 100.000 habitantes respecto al año pasado.
Según un informe del Centro de Investigación del Crimen Organizado InSight Crime, en 2016 Salvador era el país más violento de Latinoamérica, con una tasa de homicidios de 81,2 por cada 100.000 habitantes, y en el otro extremo estaba Chile con una tasa de 3,6 por cada 100.000.
¿Son cada vez más violentos los crímenes? El psicólogo forense, Carlos Velásquez, considera que “es probable”.
“El acceso a los medios de comunicación, a las redes sociales, a internet, que permiten encontrar imágenes que puedan conllevar a imitar, es una parte. Por otra, el relacionamiento humano está teniendo más complicaciones, lo que genera motivaciones para acabar con la vida de otros”.
Respecto al ensañamiento, el profesional explicó que el odio llega a un extremo tal que, aún después de muerto, el asesino sigue inflingiéndole daño.
Para el especialista, cada crimen tiene una motivación diferente. “En algunos casos pueden matar por enojo; pero los asesinos en serie no tienen un problema específico con una persona, sino les genera placer hacer daño y acabar con la vida del otro; pero como esto no es suficiente, siguen matando”.
El domingo 16 de abril fue uno de los más violentos del año. La jornada comenzó con el asesinato del policía Richard B., de 24 años, quien pasaba sus vacaciones en El Alto (La Paz). Su cuerpo fue encontrado a las 04.45; tenía una herida cortopunzante en la región cervical.
Cerca de las 05.15, en Sucre (Chuquisaca), cerca del estadio Patria, fue cometido el brutal asesinato del taxista Antonio Alejandro O., de 45 años, quien fue atacado por cinco personas que lo mataron a ladrillazos.
A las 09.00, en un lote de Montero, Santa Cruz, fue encontrado el cuerpo en estado de putrefacción de un hombre, a quien le cortaron la garganta.
Por la noche, en La Paz, en la céntrica calle Potosí, un sujeto asesinó con seis puñaladas a Luis Eduardo C. N., de 26, pinchadiscos de una discoteca; y en Santa Cruz un hombre murió cuando la mujer con la disputaba el control de la rockola, lo empujó. El joven cayó y se golpeó la nuca.
El director departamental de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen de La Paz, coronel Jhonny Aguilera, atribuyó los hechos de sangre a cuatro causas.
“En las económicas, no existe la predisposición de matar, pero el delincuente sabe que para conseguir su objetivo tiene que quitarle la vida a alguien, esto pasa con los robos y asaltos”.
La segunda tiene que ver con el ejercicio del poder, que es más visible en la relación de pareja.
La tercera está vinculada a la delincuencia colectiva, la que se “caracteriza por la pérdida de identidad del autor, porque al ser varios los que participan del hecho criminal, la responsabilidad se diluye entre todos”.
Los ajustes de cuentas, “que tienen que ver con redes criminales ligadas al narcotráfico, que actúan porque las víctimas no han cumplido algún encargo”, es la última de las causas citada por el coronel Aguilera.