Icono del sitio La Razón

Vestimenta y fármacos falsificados, los que más llegan al país

Pese a las restricciones y los controles, las prendas de vestir y los medicamentos falsificados son los productos de ese tipo que más llegan al país por su alta demanda. Éstos se comercializan a mitad de precio en comparación a las marcas originales.

“Cada persona que adquiere un producto falsificado puede estar fomentando la trata y tráfico de personas y la esclavitud, porque los artículos que salen al mercado son elaborados en sótanos y lugares clandestinos que enriquecen a pocos y mantienen en la miseria a muchos, la mayoría mujeres y niñas”, reveló Virginia Cervieri, directora en Bolivia de Cervieri Monsuárez, un estudio jurídico especializado en el problema de la “piratería”.

El equipo de abogados llevó a cabo un diagnóstico e identificó que existen seis productos falsificados que más ingresan a Bolivia: la vestimenta, los medicamentos, los juguetes, los perfumes, los videojuegos y los relojes.

Cervieri, quien presidió también el Comité Antipiratería de la Asociación Internacional de Marcas, señaló que debido a la demanda que existe de productos de marca, sobre todo de la clase media para arriba, “el mundo de las falsificaciones va ampliando sus rubros, pero siguen liderando la ropa y los medicamentos”, que en su mayoría se producen en China.

“El origen de la falsificación, hasta en 80%, es China. Cabe aclarar que también hay productos legítimos porque algunas marcas tienen fábricas en ese país, pero son pocas. El destino es básicamente Latinoamérica por el tema de precios y la tendencia a consumir productos falsos, especialmente por la clase media a alta”, señaló la experta.

Los datos fueron detallados en el seminario “Defensa de los derechos de propiedad intelectual y lucha contra la falsificación de marcas”, efectuado en La Paz y Cochabamba hace varias semanas con la participación de expertos, autoridades y representantes de empresas. El evento fue organizado por Cervieri Monsuárez.

El gerente general de la Cámara de Industria Farmacéutica Boliviana (Cifabol), Mario Valori, sostuvo en su disertación que “la falsificación de medicamentos es un asesino silencioso porque mata personas, genera desconfianza hacia la medicina y daña la imagen de las empresas legales”.

“Cuando se introduce al mercado un medicamento falso, éste no tiene la misma calidad, ni componentes para tratar una enfermedad y la población comienza a desconfiar, ya no consume los productos nacionales y el daño se va masificando”, indicó.

Recordó que el estudio del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) denominado “El negocio de la muerte: Comercio informal de medicamentos en Bolivia” reveló que los costos del contrabando y la falsificación de medicamentos no solo dejan una huella fatal en la economía del país, sino que afectan a la salud.

“Los datos y la denuncia que realiza el consorcio jurídico solo corroboran el estudio del IBCE. La falsificación de medicamentos incluso dejó en la calle al menos a 1.100 trabajadores (2017), además que la evasión tributaria es de 15 millones de dólares al año, lo que significa una pérdida anual de 160 millones de dólares para la industria, 20% del total”, dijo.

Juliana Souza, una de las representantes de la marca Puma, expresó que no solo esta compañía es afectada en el país, pues también están Adidas, Nike, Levys y otros que reportan pérdidas cada año por esta situación, y más aún cuanto la piratería no solo se comercializa en las ferias populares.

“Las falsificaciones generan una disminución de las ventas, pero los consumidores que adquieren un producto falso creyendo que es verdadero se desilusionan por la falta de calidad y esto daña nuestra imagen”, observó.

En abril de este año, el informe de la Oficina del Representante de Comercio Exterior (USTR) incluyó a 24 países en un listado de territorios que deben fortalecer la vigilancia para evitar el ingreso de productos falsificados, entre éstos figuran Bolivia, Brasil, México, Ecuador, Costa Rica, República Dominicana, Guatemala, y Perú.

Mónica Rivero, miembro del estudio jurídico en Bolivia, refirió que el país combate el delito y que la tarea no solo es de las empresas o el Gobierno, sino “un trabajo de todos, desde el consumidor, que no debe demandar lo falso y aprender a diferenciar los productos reales de los falsos; y las autoridades, quienes deben fortalecer los controles y operativos”.

En el seminario, los representantes de marcas enseñaron a los usuarios y autoridades a identificar productos falsificados de los verdaderos mediante una observación minuciosa del material de fabricación y el paquete. El precio demasiado bajo es una alerta.