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La pobreza en las minas: Barranquilleras

El consumo de agua de vertientes, la falta de acceso a la salud, las condiciones laborales precarias y la discriminación por su condición económica son problemas que enfrentan a diario las barranquilleras, consideradas las más vulnerables en las minas.

Las barranquilleras son mujeres que, con la ayuda de bateas, buscan oro en tierras que ya fueron explotadas por las empresas y cooperativas mineras. Aunque en el norte de La Paz hay espacios restringidos, pues ellas solo pueden ingresar a sectores denominados “pozas” (espacios de explotación del metal con maquinaria).

Este grupo trabaja de forma individual, no percibe salarios, ni figura en planillas para acceder a beneficios sociales con los que sí cuentan otros mineros (asalariados y algunos cooperativistas).

Entre ellas está Lucila Forra, quien muestra sus manos ásperas como el mejor testimonio de sus 30 años de trabajo como barranquillera. Ella no tiene casa propia, ni seguro de salud. “Somos nómadas, vamos de lugar en lugar y rascamos la tierra para buscar oro y llevar comida a la familia”.

Forra es vicepresidenta de la Asociación 27 de Mayo de Barranquilleras del sector Chima, que es una comunidad de Tipuani (La Paz). Ella asistió a un evento organizado la anterior semana en la sede de gobierno por la Red Nacional Mujeres y Minería, la Cumbre de Sajama, Solidaridad (Perú) y ONU Mujeres, para la construcción de políticas públicas a favor de esta población.

Se calcula que hay unas 5.000 féminas dedicadas a la actividad en los municipios de Guanay y Tipuani (comunidades Chima, Chuquini y Unutuluni). Según Ludy Montecinos, de la Red Nacional, ellas son la población más desprotegida en el rubro de la minería porque no cuentan con un seguro de vida, salario fijo, acceso a salud, ni agua potable.

Trabajo. El estudio “Mujeres Mineras en Bolivia: una mirada a su realidad socioeconómica”, realizado por Solidaridad y Cumbre de Sajama, señala que la mayoría de las mineras son barranquilleras.

Ellas ingresan sin ropa de trabajo adecuada y en época de lluvia el agua les llega hasta el cuello. Sus herramientas de trabajo son la batea y la chajraña (una especie de peine), contó María Soto, de la Asociación Integral de Barranquilleros de Tipuani (AIBT). 

El documento indica que el 36% de las mineras va a la Caja Nacional de Salud; el 26%, a hospitales públicos; y el 16%, a postas.

“No tenemos seguro médico. Para cubrir los gastos hospitalarios de una afiliada hacemos aportes de 5 y hasta 100 bolivianos, y a veces organizamos kermés”, mencionó Soto.

Otro dato es que el 70% de las mujeres mineras del país se provee de agua por cañería; el 17%, por pila pública; y el 6%, por pozo. Valeria Antonio, de la Cooperativa Morococala (Oruro), contó que hace tres décadas consume agua de una pileta junto a 99 familias; mientras que Forra, Flores y Soto lo hacen desde las vertientes.

La inseguridad laboral es otro aspecto. Flores aseguró que al año mueren hasta cuatro mujeres en las pozas, en temporadas de búsqueda de oro. “Hay derrumbes y la tierra tapa a mujeres y también a hombres”. 

Montecinos aseguró que las barranquilleras también sufren discriminación por parte de los cooperativas por su condición de trabajo independiente. “Nos dicen ladronas porque buscamos en la tierra que desechan”, dijo Flores.

Las dirigentes aceptan que el barranquilleo es ilegal, pero aseguran que no tienen otro ingreso.

Servicios básicos

1. Alcantarillado. El 44% de socias coo-perativas accede al servicio; el 100%, de trabajadoras de empresas mineras; y el 40% de traba-jadoras individuales.

2. Letrinas. Solo el 49% de mujeres mineras dispone de baño; las mujeres trabajadoras de empresas cuentan con letrinas

3. Enfermedades. Las enfermedades respiratorias son las que más aquejan a las mineras (31%), seguida por las estomacales (28%)