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Dolor y desesperación en el deslizamiento en San Jorge Kantutani

A cada paso se ve la tragedia y la impotencia de quienes lo perdieron todo, en un deslizamiento que se llevó casas de hasta cuatro pisos. A muchos solo les quedó llorar tratando de encontrar una explicación a lo ocurrido.

"Solo tengo lo puesto", decía una persona y otra relataba que escuchó gritos y no pudo ni poner los zapatos a su pequeño hijo por salvar su vida. Otros buscaban responsables a su desgracia en las autoridades de la Alcaldía que no les alertaron de los riesgos.

Al llegar a la zona no solo se puede sentir un olor a quemado sino se puede observar una extensa área negra que fue dejada a cielo abierto por el deslizamiento, en lo que en el pasado fue un botadero de basura.

Cerca al mediodía de este martes comenzó a ceder la tierra en la zona San Jorge Kantutani, que se llevó 64 viviendas, dejando sin hogar a 84 familias, según el reporte preliminar de la Alcaldía de La Paz.

En medio de lágrimas y desesperación varias personas veían desde la avenida Libertad, frente al siniestro, cómo sus viviendas se venían abajo. “Por favor que pare, que pare Dios mío”, era el clamor de una mujer de unos 45 años de edad.

Los techos de las casas sobresalían en medio de la tierra y basura descompuesta. Había también vehículos en medio de los escombros de una zona que en la parte baja tiene una intensa actividad arenera por un río que baja por el lugar.

Era evidente la desesperación. Unos pedían se les permita entrar a sus casas a sacar ropa o algo de valor que guardaban, pero el cinturón de seguridad formada por la Policía lo impedía.

Aún está latente la falla y consecuentemente los riesgos. Ya en la noche se empezaba a perfilar el levantamiento de un campamento para atender a los damnificados.

El presidente Evo Morales expresó su solidaridad y comprometió apoyo. El gobernador Félix Patzi informó del envío de maquinaria pesada para ayudar en las labores de estabilización.

Los mismos damnificados empezaban a organizarse para cuidar lo poco que rescataron de ladrones que se mimetizaban entre las decenas de personas que deambulan sin saber qué hacer exactamente.

“Lo único que nos queda es esperar a que amanezca y ver si podemos recuperar nuestras cosas”, decía una de las víctimas.