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Vientos, falta de humedad y calor impiden ganar al fuego

Temperaturas sobre 30 ºC, vientos que sobrepasan los 30 km/h y la humedad por debajo del 30%, mezcla denominada “Regla del 30” en un incendio forestal, impiden sofocar las llamas en Roboré y Charagua, en Santa Cruz. Expertos concluyen que se trata de un incendio de “sexta generación”.

Con base en la lectura de los especialistas en incendios, el comandante de las Fuerzas Armadas (FFAA), Williams Kaliman, detalló ayer que aplica la “Regla del 30” porque la temperatura es mayor a 30 ºC, la velocidad del viento pasa los 30 kilómetros por hora (km/h) y la humedad está por debajo del 30%. “Son condiciones adversas” para luchar contra el fuego en Roboré y Charagua.

Ante esta situación, es necesario tomar medidas de seguridad, principalmente para cuidar al personal, apuntó Kaliman. “Una medida a tomar es no atacar el fuego de frente, sino por los costados, por los flancos”, añadió.

El Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (Senamhi) reportó de agosto a la fecha seis alertas naranja en los municipios de la Chiquitanía, por vientos que alcanzaron los 90 km/h, dijo su pronosticadora Ana Mendoza.

El comandante detalló que las horas críticas para combatir el fuego están entre las 11.30 y 13.30, por lo que es necesario sacar al personal a zonas seguras durante ese tiempo, que es cuando también el fuego avanza rápidamente, y es peligroso para los efectivos.

Este fue el caso de Yororobá, una comunidad de Roboré en la que se evacuó a 20 personas porque los incendios se extendieron.

Para evitar que las llamas se extiendan, el Ministerio de Defensa instaló 19 campamentos con soldados en la Chiquitanía, la mayoría en los municipios de Puerto Pérez, Roboré, Concepción y San Ignacio de Velasco. El objetivo es que los bomberos y soldados apaguen el fuego de noche y en la madrugada, cuando no hay vientos ni temperaturas altas.

Los expertos internacionales que llegaron a Santa Cruz para apoyar a la Gobernación de ese departamento analizaron las características del fuego en la Chiquitanía y llegaron a la conclusión de que se trata de un incendio de “sexta generación”, que no solo es más caótico e impredecible, sino que modifica las condiciones meteorológicas y puede crear remolinos y tormentas de fuego.

Wilber Tosubé, habitante de San Ignacio, contó que en las nubes se formaban ‘bolas’ de fuego. “Suena apocalíptico, pero no habíamos visto esas formaciones”.