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Tres grupos de médicos voluntarios llevan salud a sitios alejados

Recorren kilómetros por carreteras, caminos de tierra, botes o a pie. Son médicos y enfermeras, todos voluntarios, que cargan su instrumental y medicamentos, y llevan salud a los lugares más recónditos del país, poniendo en riesgo incluso sus vidas.

Comunidades del altiplano, los valles, la selva y el chaco reciben con alegría la llegada de los profesionales de bata blanca, según relatan ellos. Cientos sienten con ese arribo esperanza de más vida con cirugías, curaciones y medicamentos para tratar sus enfermedades y sin pagar un centavo.

Los responsables de llevar la atención en salud a los rincones más alejados del país, donde no existe ni una posta, son especialistas del Instituto Nacional de Oftalmología (INO), de la organización cristiana Medfund y del Instituto Nacional del Tórax.

Estos tres grupos relegan los riesgos y viajan en cumplimiento de su juramento hipocrático de “consagrar su vida al servicio de la humanidad”. Así lo hicieron 25 médicos y voluntarios de Medfund, quienes el 5 de agosto de este año se trasladaron a las comunidades lejanas de Azariamas, Piedra Blanca, Curiza y Siphia, todas en el municipio paceño de Apolo; pero no llegaron a su destino, pues ese día la flota que tomaron se embarrancó y 11 murieron, los otros salieron heridos.

Pacientes beneficiados con cirugías oftalmológicas en Tarabuco, con Moya (chamarra café). Foto: INO

“Hace cinco años comenzamos a viajar con un equipo de 25 médicos, dentistas, enfermeras y veterinarios a lugares muy remotos para dar atención en medicina general, ginecología y odontología, y entregar medicamentos. Cada viaje dura como 10 días y en agosto estaba previsto ir a comunidades de Apolo, pero no llegamos, fue una tragedia; sin embargo, seguiremos porque la gente nos necesita”, sostuvo el director de Medfund, Joey Kittelson.

Los oftalmólogos del INO hacen lo propio, para cada viaje se organizan en equipos de ocho especialistas, cargan en sus espaldas sus microscopios, instrumental y medicamentos. En las más de tres décadas de este servicio gratuito, ninguno sufrió accidentes, pero muchos enfermaron al regresar a sus casas, producto de las condiciones de las largas travesías.

Una oftalmóloga del INO revisa a un niño en Tarvita. Foto: INO

“Viajamos a lugares donde nos requieren. Los médicos que me acompañan lo hacen por vocación, porque disponen su tiempo libre de fin de semana o en sus vacaciones, o bien piden permiso, porque la actividad en el INO no debe ser alterada. En 33 años hemos llegado al chaco, al sudoeste potosino, a las llanuras de Beni y a otras más, conocemos todos los rincones de Bolivia”, declaró el director del INO, Joel Moya.

Otro grupo es el del Instituto Nacional del Tórax. La iniciativa pertenece a su exdirector Germán Villavicencio, así lo recuerda el especialista en epidemiología del hospital, José Zambrana.

“Hubo viajes a comunidades del lago, valles y centros mineros de La Paz, por el tema de los pulmones, para dar atención. Detectamos casos severos de tuberculosis, hasta cáncer, y nos trajimos a algunos pacientes a la ciudad para que tengan una atención más especializada”, señaló.

Los costos de transporte y estadía de los tres grupos corren por cuenta de los voluntarios, y a veces reciben el apoyo de alcaldías.

Una dentista de Medfund atiende a una indígena. Foto: Medfund

Galenos viajan como voluntarios sin ningún seguro

Los médicos voluntarios de los tres grupos que llevan salud gratuita a los lugares más lejanos carecen de un seguro de vida; no obstante, la organización cristiana Medfund, que perdió a 11 miembros en un accidente, gestiona la adquisición de uno. Ellos esperan que en un año puedan volver a trabajar y llegar a comunidades.

“Coordinamos para adquirir un seguro especial para voluntarios y lo hacemos con Univida y el SOAT (Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito), porque en agradecimiento a los voluntarios que trabajan gratis queremos incentivarlos con eso y darles más seguridad”, explicó el director general de Medfund, Joey Kittelson.

Tras el accidente de tránsito del 5 de agosto, los padres de los 11 voluntarios fallecidos de la organización cristina peregrinaron para cubrir los gastos médicos y funerarios. Ahora, junto a la organización, impulsan el juicio penal contra la propietaria y conductora relevo de la flota, quien tiene detención domiciliaria. El conductor principal continúa hospitalizado y también tiene detención.

Médicos de Medfund atienden hasta altas horas a la gente. Foto: Medfund

Kittelson reconoció que la coordinación del seguro y la reestructuración del programa llevará su tiempo, estimó que por lo menos un año, desde esta fecha.

“Entendemos que los padres y los voluntarios estén traumados por todo lo sucedido el 5 de agosto, por ello la organización puso a su disposición a psicólogos para que puedan sobrellevar ese episodio trágico. Creemos que para curar las heridas y volver a lanzar la convocatoria, tardaremos al menos un año”, manifestó.

En tanto que Joel Moya, director del Instituto Nacional de Oftalmología (INO), de La Paz, otro grupo de médicos voluntarios, informó que carecen de recursos para este seguro y que no está previsto. “Gracias a Dios, en 33 años de trabajo voluntario y cientos de viajes a las provincias, nunca nos pasó nada”, expresó.

En el Instituto Nacional del Tórax, también de La Paz, José Zambrana, epidemiólogo del nosocomio, señaló que tampoco tienen seguro de salud y que por el momento las actividades de los voluntarios están paralizadas hasta una nueva organización, en la que se analizará esta opción.

Por otra parte, Kittelson aclaró que si bien están en un momento de pausa para los viajes a las comunidades alejadas, su labor continúa en los hospitales públicos de las ciudades, especialmente en La Paz y Santa Cruz, hasta donde llegan voluntarios a buscar enfermos de escasos recursos y brindarles ayuda con recaudación de fondos, con el fin de cubrir gastos médicos y de fármacos. (30/09/19)