Accidentes de tránsito: El calvario de las familias cuando el SOAT no alcanza
La Razón visitó cuatro centros médicos en La Paz y dos en El Alto para conocer las historias de estas familias
Apelan a campañas y colectas, se prestan dinero de amigos y del banco. Las familias tienen que “hacer de todo” para pagar los gastos médicos que sobrepasan la cobertura del Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito (SOAT) de Bs 24.000.
La Razón visitó cuatro centros médicos en La Paz y dos en El Alto para conocer las historias de estas familias. Hospital Arco Iris, Amid, Instituto Nacional del Tórax, Hospital del Niño, Hospital del Norte y Clínica Cruz Azul, adonde los sobrevivientes son trasladados para curar sus lesiones.
Este diario también habló con padres de familia y consultó con equipos de voluntarios. Cuando se agotan los Bs 24.000 del seguro —que equivalen a $us 3.474,38—, por lo general es el paciente el que cubre los demás gastos.
En algunos casos, el dueño del motorizado ayuda a pagar las facturas, aunque hay quienes prefieren ser encarcelados. En Bolivia, donde se produjeron 53 siniestros viales por día en promedio en 2019, la curación de los accidentados es vital. Si no hay dinero, los afectados deben arrastrar las secuelas de por vida.
Generalmente, las personas que han ingresado a terapia intensiva son las que pasan por estas dificultades ya que los daños son mayores, y los costos sobrepasan los Bs 24.000, informó Jhony Murga, encargado del SOAT en la Clínica Cruz Azul. Cuando se trata de pacientes policontusos, los gastos llegan máximo a unos Bs 7.000. “Para pacientes de terapia intensiva, los Bs 24.000 se acaban en dos o tres días.
Ellos tienen un alto grado de fallecimiento. Los medicamentos que requieren son elevados”, añadió el entrevistado.
Así, el precio de cada ampolla de propofol (sedante) se aproxima a los Bs 50 —un paciente puede usar hasta 20 al día (Bs 1.000)—; las placas valen Bs 10.000 o Bs 15.000; las tomografías entre Bs 500 y Bs 600 —uno puede necesitar más de tres—; y cada paquete de 350 ml de sangre para su trasfusión como Bs 200, llegando incluso a necesitar unos 10 (Bs 2.000), entre otros gastos médicos.
“Son casos excepcionales, por lo general trágicos, casos en los cuales se agotan los recursos del hospital y, lamentablemente, se excede el monto de cobertura. Normalmente, el afectado es el que va delante del motorizado”, dijo Jhonny Herrera, analista SOAT del Hospital del Norte.
Cuando se presentan estos casos trágicos, o son los conductores que deben hacerse cargo de los gastos o sus familiares, Para Mael Burgoa, subgerente nacional de Siniestros de UNIVida SA, entidad pública de seguros habilitada para comercializar el seguro, las familias que pasan por esta situación son menos del 1%.
“Atendemos cerca de 16.000 accidentados por año en el país, lo que equivale a unas 1.500 personas en un mes, y los que sobrepasan los Bs 24.000 no alcanzan a ser ni el 1%, es decir menos de 160 accidentados”, dijo el ejecutivo; y aclaró que el Seguro Universal de Salud (SUS) cubre los gastos cuando se sobrepasa el monto.
Sin embargo, para Mabel Esprella, jefa de Trabajo Social del Hospital del Niño, existen medicamentos y tratamientos que este seguro universal no cubre. “Se decía que el SUS ayuda, (pero) hay pacientes delicados que deben hacerse estudios que el hospital no tiene, por lo que se los hacen afuera, y eso no lo cubre ni el SOAT ni el SUS”.
Herrera manifestó que uno de los casos más trágicos que se presentaron el año pasado fue de un hombre que fue atropellado cuando estaba en estado de ebriedad, gran parte de su cuerpo fue afectado. La familia hizo campañas, porque los gastos de terapia intensiva fueron altos, sin embargo el hombre falleció.
La renta de su padre paga sus curaciones
América, de 26 años, sueña con el día en que pueda recuperarse para volver a trabajar, compartir los gastos en su hogar y pagar sus deudas, que ya suman Bs 10.000. Los gastos de curación sobrepasaron la cobertura del SOAT (Bs 34.000). No recuerda lo sucedido, pues dormía cuando el bus en el que viajaba de La Paz a Apolo en agosto de 2019 se accidentó. Salvó la vida, pero tenía cinco costillas rotas, fracturas en la clavícula, el hígado y los pulmones afectados. La renta de jubilación de su padre y el sueldo de su hermana le ayudan a cubrir los gastos médicos. También se ha prestado dinero de familiares para pagar su operación de vesícula, la intervención quirúrgica para que le retiren las placas, la fisioterapia y las tomografías. Asimismo debe visitar al traumatólogo y al neurólogo por el golpe en su cabeza. “Ya he gastado como Bs 10.000 y aún falta la tomografía, que será como Bs 4.000 o Bs 5.000, así como la fisioterapia”.
Perdió su empleo por cuidar a su hija herida
Daphné, de 17 años, recibió el alta médica pero requiere del cuidado de otra persona que la bañe y alimente. Su madre, Isabel O., perdió su empleo para hacerse cargo de esas penosas tareas y correr con algunos de los gastos médicos. La adolescente sufrió un accidente el 21 de febrero de este año, cuando viajaba de Tarija a Villazón en un bus de la empresa SAMA, que volcó y se despeñó unos 10 metros en la comunidad Yunchará. Daphné es una de los 31 sobrevivientes. “Aún no sé cuánto ha cubierto el SOAT, pero gastamos de nuestra cuenta también. Ella sufrió fracturas en su rostro y mano. La placa nos costó Bs 5.000, sin contar otros medicamentos. Perdí mi trabajo. La empresa también ha cubierto, pero ya no quiere”. Isabel O. no solo debe lidiar para conseguir dinero para las curaciones y ver cómo atender a su hija, sino cómo reunir el dinero para pagar el alquiler de su casa este mes.
Madre dejó de trabajar para atender a hija y nieta
Cristina, de 21 años, aún no puede sentarse ni hacer sus necesidades fisiológicas por si sola. Está echada en la cama del hospital Arco Iris a la espera de su recuperación. Tiene una cadera fracturada y la otra con una fisura, y sangre coagulada que deben retirarla de una de sus piernas. El 17 de febrero fue atropellada por una patrulla policial en Caranavi cuando reclamaba a tres policías por las raspaduras que ocasionaron a su vehículo. Está preocupada, pues su abuela le informó que los gastos médicos sobrepasaron el monto del SOAT. Llora, no sabe qué hacer, solo espera que el uniformado se haga cargo y cubra las curaciones. Debido al siniestro, la joven dejó de vender en su frial y de estudiar Contaduría. Su hija de cuatro años está al cuidado de su abuela. La adulta mayor también tuvo que dejar de vender sus frutas por la avenida Periférica para cuidarlas a ambas.
Accidentada tiene una deuda de $us 12.000
Ana aún tiene una deuda de $us 12.000 que debe pagarle a su tío. “Más bien no me cobra intereses”, dice. Ella es una sobreviviente del despeñamiento de un bus de la empresa Norteño que se dirigía a Apolo con médicos de Medfund el 4 de agosto del año pasado. Estuvo tres semanas internada en la unidad de terapia intensiva. Tenía nueve fracturas de costilla, sus clavículas estaban rotas, el hombro izquierdo luxado y requería transfusiones de sangre. Los Bs 24.000 del SOAT para gastos médicos se agotaron y aún le falta hacerse una operación para que le saquen los tornillos y placas; para ello echará mano a los ingresos de las propiedades heredadas. Ana calcula que el gasto en sus intervenciones quirúrgicas con recursos del SOAT, campañas, donaciones, dinero entregado por el Ministerio (de Salud) y el aportado por ella misma suman $us 40.000. “Aparte estuve en fisioterapia tres meses, cada sesión costó Bs 200”.
Pasaron 3 años y Samuel sigue yendo al hospital
Ya son tres años que Samuelito, como le conocen los médicos, debe caminar con su catéter expuesto. En 2017, cuando tenía nueve años, fue atropellado por un camión mientras cruzaba la carretera La Paz-Guanay. Lo han intervenido “muchas” veces debido a que el accidente le provocó estenosis uretral (restringe el flujo de orina), trauma abdominal, politraumatismo. Tan lastimado estaba que ingresó a terapia intensiva, a quemados, a pediatría, y hasta le hicieron cirugía plástica. Tantos gastos llevaron a que el SOAT represente un tercio del total. Se realizaron campañas televisivas para cancelar las curaciones. Aun así, y pese a que el niño cumplió 12 años, ha quedado con secuelas “por siempre”, ya que debe ir al hospital al menos dos veces al año para que le hagan una revisión. Los gastos corren por cuenta de su familia, ya que el Seguro Universal de Salud (SUS) no cubre todo.
Marina busca donaciones; la moto no tenía SOAT
La Biblia está colocada al lado de la niña de seis años que apenas abre sus ojos cuando escucha a su madre llorar. Cerca de las 13.00 del 23 de febrero fue atropellada por una motocicleta que no tenía SOAT y pasaba por la carretera a Inicua, en el municipio paceño de Palos Blancos. La niña fue intervenida quirúrgicamente, pero aún no puede mover sus manos y un pie. El día del siniestro su madre, Marina B., fue a vender yuca y plátanos cerca de la carretera para comprar carne y preparar el almuerzo para sus siete hijos con la ganancia. La niña, la última en nacer, siempre la acompañaba. “El motociclista jugaba con espuma con otros, de pronto apareció y atropelló a mi niña. Dinero no tengo, y el conductor se ha ocultado”, dice Marina. Pese a que una voluntaria le ayudó a pagar la operación y algunos medicamentos, su familia aún debe ver cómo conseguirá más dinero. “De la gente me estoy haciendo regalar”. (15/03/2020)