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La vida ha cambiado para los bolivianos en Europa

“Es como una película apocalíptica en la que se ven las calles vacías y las pocas personas que hay están muy de paso”, escribe desde Barcelona la boliviana Drina Ergueta. Los connacionales en el Viejo Mundo ven cómo ha cambiado su vida las últimas semanas, tras la aparición de los casos positivos de coronavirus.

Los efectos se han sentido de inmediato: “El lunes, los supermercados estaban abastecidos como siempre; sin embargo, este sábado (ayer) ya casi no había nada de lo básico”. En Europa, España es el segundo país más afectado por la expansión del coronavirus y el Gobierno impuso una cuarentena casi total para sus ciudadanos, que solo podrán salir a la calle por motivos laborales o de máxima necesidad, refiere la agencia AFP.

En Ciudad Condal vive Edson Valdez. “La rutina diaria ha cambiado drásticamente, por ejemplo hoy tocaba trabajar y no lo hemos hecho; los niños permanecen en casa sin ir a clases y sin poder salir a la calle”.

Es más, los españoles que llegan a otras partes del mundo también son vistos con recelo. En Colombia —refiere la cochabambina María Reneé Barrientos, que vive en Bogotá— “el Gobierno pidió a los extranjeros un autoaislamiento de 14 días, si vienen de los lugares con coronavirus”.

Sin embargo, la preocupación mayor es Italia. El director de teatro César Brie (quien vivió en Bolivia y creó el Teatro de Los Andes) refirió desde Milán: “El primer caso de coronavirus en Italia es del 19 de febrero, el primer muerto es al día siguiente, 21 de febrero. El 6 de marzo, o sea 14 días después, eran 49 los muertos. Ahora, ocho días después del 6 de marzo, los muertos son 1.300. En 16 días pasamos de 1 a 1.300 (y la cifra aumenta)”. Acotó que la mejor manera de bloquear el virus es aislarse.

“En Italia dicen: ‘A nuestros abuelos les pedían que vayan a la guerra, a nosotros nos piden que nos sentemos en el sillón’”. Cecilia de Marchi Moyano trabaja de cajera en un supermercado italiano. Explicó que en su labor cotidiana han intentado enfrentar el coronavirus con mascarillas, alcohol en gel, entrega de productos a domicilio a personas de la tercera edad… “Los italianos son muy organizados —a su manera—. Son mucho más solidarios de lo que había imaginado. La mayor parte de la población está genuinamente preocupada por el bienestar de sus vecinos. Se están apoyando los unos a los otros”.

En Nürnberg (Alemania) también ha irrumpido el COVIDH19, contó la actriz Micaela Rosado. “Al principio se entró en una catarsis social y hubo desesperación, pero no tanto como lo que estoy viendo en Bolivia (…). Acá todo el mundo sabe que es muy probable que le dé coronavirus y se toman medidas de prevención en las casas. El sistema de salud alemán es uno de los mejores del mundo y se siente seguridad al respecto”.

Marcelo Aguirre, quien vive en la urbe alemana Duisburg, comentó que se vive una tensa calma. “Por supuesto los primeros días hubo falta de papel higiénico y algunos estantes vacíos, pero la gente pronto comprendió que éstos se volvían a llenar al día siguiente y ya no hay ese pánico”. En Suecia se dejó de lado las cifras. “La estadística no es necesaria; hoy es la curación lo importante para el Estado”, refiere el escritor y periodista Carlos Decker.

“El Gobierno informa con precisión. La prensa está jugando un rol especial. Cero especulación, cero alarma, todo debe estar reforzado científicamente”. El Estado giró dinero para ayudar a las empresas con problemas económicos y hay un pacto entre sindicatos y las patronales para “bajar las horas de trabajo y bajar los sueldos para no cesar al personal”.

Nayra Vacaflor, docente en la Universidad de Bordeaux Montaigne, dio su versión. “Francia vive el fenómeno de diferentes maneras. Hace más de 100 años que no hubo pandemias de este tipo en el territorio y se toman medidas drásticas, como cerrar escuelas, universidades y privilegiar el trabajo en casa (…). Aquí nos lavamos las manos como 20 veces al día”. Ayer, Ergueta estuvo por un mercado popular de Barcelona y vio escenas de angustia por aprovisionamiento. Dijo que esta crisis tendrá efectos inmediatos en la gente de menos recursos y de mayor vulnerabilidad social, con trabajos temporales y precarios.

“Gran parte de esta gente es migrante, las mujeres que trabajan en la limpieza y cuidados puede ser que no reciban remuneración alguna al no poder ir a hacer su trabajo y no tener contratos; los hombres que trabajan en la construcción también, ya que todo está paralizado. Muchos restaurantes, bares y hoteles están despidiendo gente porque no tienen actividad”. Y, encima, los bolivianos en Europa están imposibilitados de regresar a Bolivia.

Los franceses compran muchas cosas —pastas, conservas, papel higiénico (esto es chistoso, pero compran mucho…)—, creen que podamos quedarnos confinados como en Italia.

El lunes los supermercados estaban abastecidos como siempre; ayer casi no había nada de lo básico y quedaban en las estanterías los productos menos usados o más caros.

Si nos pusiéramos en cuarentena ahora, ahorraríamos miles de lutos. Mañana van a ser algunos casos más, luego otros. Pero a un cierto punto va a ser impresionante.

Están cerrados los colegios, muchas oficinas también; no hay eventos culturales y la gente que trabaja afuera es poca. Las medidas de prevención son desde la casa.

En la ciudad de Duisburg y en las ciudades cercanas vivimos por el momento en una tensa calma, ya vamos por la tercera semana con pacientes confirmados en el área.

Se deja a la responsabilidad en el ciudadano para quedarse en casa o, si se empeora, llamar a un número telefónico especial para que lo vayan a buscar.

(15/03/2020)