Icono del sitio La Razón

Bolivianos en España e Italia, un ‘drama lejano’

Hasta el lunes 23 se registraron al menos 70 casos de bolivianos que enfrentan el coronavirus en los dos países más golpeados de Europa: 43 en Italia y 27 en España.

Desde el Viejo Mundo, en la mortalmente herida ciudad de Bérgamo, el boliviano Omar Averanga cuenta cómo es que los bolivianos sobreviven al COVID-19. “Muchos que se encuentran muy mal ya no llegan a tener atención hospitalaria y se quedan en sus casas, solo esperan ponerse bien para volver a trabajar”. En esta crisis sanitaria que golpea al mundo, Averanga explica que él y otros compatriotas se han convertido un poco en el “call center” nacional. “Llaman y preguntan: ¿Qué podemos hacer?”, cuenta.

En Italia, según la colectividad boliviana y Eva Chuquimia (quien trabajó en el consulado de ambos países y ahora es activista en las dos naciones) suman 43 compatriotas con el mal: treinta tienen atención domiciliaria, siete están hospitalizados y seis se encuentran en terapia intensiva. Las cifras pueden quedar cortas porque –como indica Chuquimia– mucha gente prefiere callar ante este mal.

Miriam Orihuela lanza una frase que grafica lo que pasa allá: “Aquí estamos cada día más tristes; no lloramos por no hacer ruido”. Ella se ha sanado en su casa y solo con la atención de un médico general, recién vuelve al trabajo donde las novedades no son halagüeñas puesto que en el asilo donde trabaja, de los 40 ancianos que había, seis han muerto la más reciente semana.

Orihuela vive allá hace 17 años y conoce a los coterráneos que llegan en busca de un mejor derrotero para sus vidas. “Conozco a mi comunidad, somos individualistas, pero en la adversidad somos uno… Los bolivianos entre nosotros nos consolamos”, reflexiona.

Cuando la tupiceña recuerda el destino de estos hombres y mujeres que mueren recientemente en los asilos, ella se lamenta: “Toda una vida de trabajo para irse así… es triste, muy triste”. Las historias allí se multiplican, los ancianos que ya no pueden despedirse de sus familiares, otros que son abandonados, y la lista suma y sigue.

Actualmente Orihuela estudia Comunicación Social en la Universidad de Bérgamo y tiene un portal en el que logró acopiar información valiosa para los bolivianos en suelo italiano. La última luz de esperanza que colgó en su sitio web muestra a un grupo de bolivianos que limpió el espacio donde funcionaba la Feria de Bérgamo y allí instalaron un hospital.

La situación en Italia es insostenible para la sanidad. Más de 9.000 personas han muerto debido a este mal (su pico más nefasto, hasta ahora, 919 fallecidos en un día) y en Bérgamo suman más de 1.200 decesos, según los reportes de salud, que cada vez se parecen más a reportes de guerra.

Averanga es testigo de aquello. El cruceño es presidente de la Asociación de Bolivianos en Italia y cuenta que el rostro del boliviano en Bérgamo es femenino. La mayor parte llega con más de 35 años y busca ayudar a su familia que dejó en el país. La ciudad, añade, está llena de fábricas y la gente es muy trabajadora. Hoy, eso sí, la población está golpeada por el COVID-19 y los más de 9.000 connacionales que están allá no son una excepción de este miedo.

Aunque las noticias ya son desalentadoras, el segundo golpe para los compatriotas llegará al pasar esta crisis sanitaria. “Bérgamo es una ciudad muy industrial y se está quedando sin abuelos; por lo tanto, muchas  mujeres estarán sin trabajo porque ellas cuidan a los ciudadanos mayores”, se lamenta Chuquimia.

España.

El primer fallecido boliviano reportado oficialmente por COVID-19 fue Miguel Ángel Echeverría, en Madrid. La capital española es también la capital del desastre creado por el coronavirus. La cifra de fallecidos en el país ibérico ronda las 5.000 personas y casi la mitad son de Madrid.

El caso de Echeverría es emblemático puesto que el hombre nacido en Cotoca (Santa Cruz) llevaba 13 años en Madrid y soñaba con tener la nacionalidad española, murió fulminado por el coronavirus y su sueño quedó trunco.

La familia recibió ayuda de grupos de residentes, se creó una cuenta bancaria, pero fue dada de baja a pedido de la familia, puesto que no faltaron las críticas entre bolivianos. Se requerían más de $us 2.500 para la cremación del cadáver. Allí también hay quienes prefieren callar, antes que dar a conocer su enfermedad.

Echeverría se ganaba la vida vendiendo algunos productos en Usera (barrio migrante español) y era conocido y querido en la zona. En redes sociales hubo mucha gente que se acordó de él, tras su fallecimiento.

Los bolivianos suelen estar en la primera línea de riesgo, debido a que allí trabajan en la atención a personas adultas y en algunos casos son cajeros. Hasta el lunes los connacionales infectados sumaban 27: ocho en Barcelona, ocho en Madrid, cinco en País Vasco, tres en Valencia, dos en Murcia y uno en Castilla de la Mancha.

“En Madrid hay mujeres que atienden en hogares y hombres que trabajan en la construcción, eso obviamente va a reducir las remesas”, finaliza Chuquimia.

Se prevé que en unos días se actualicen las cifras y se espera que un milagro llegue a los bolivianos en el Viejo Mundo.