Sociedad

Sunday 8 Dec 2024 | Actualizado a 12:32 PM

Comunidades indígenas reclaman medicamentos

Según la Organización Indígena Cavineña (OICA), en sus centros de salud les falta hasta el básico paracetamol para hacer frente a las urgencias médicas.

/ 6 de abril de 2020 / 13:43

Las comunidades indígenas de tierras bajas insisten en que el Estado les dé mayor atención en la actual crisis sanitaria por el coronavirus COVID-19. Esta vez, la Organización Indígena Cavineña (OICA), a través de su Capitán Grande, Sandro Vaca Cartagena, reclama que en los cuatro centros de salud ubicados en su territorio no cuentan con medicamentos.

“En mi territorio tenemos centros de salud en Puerto, Baqueti, Buen Destino y California. Como Capitán Grande he estado visitando estos centros y no hay ni un solo paracetamol para enfrentar las enfermedades”, señaló la autoridad indígena en una entrevista difundida a través de las redes sociales por el Centro de Estudios Jurídicos e Investigación Social (Cejis) de Santa Cruz.

El pueblo cavineño está constituido por al menos 30 comunidades radicadas en los departamentos de Pando, Beni y La Paz, en las provincias Vaca Diez, Ballivián, Manuripi, Madre de Dios e Iturralde; se estima que su población alcanza a 2.200 personas; parte de la familia lingüística takana acceden a dos Territorios Comunitarios de Origen (TCO).

El Capitán Grande Vaca informa que reiteradamente enviaron notas al gobierno departamental y los gobiernos municipales para atender y equipar los centros de salud, además de obtener información sobre el COVID-19, pero que no obtuvieron respuesta. “Nos sentimos vulnerados y eso nos preocupa, porque vemos por las noticias que en las ciudades los enfermos no están siendo atendidos, mucho menos será a nosotros como territorios alejados”, afirma.

Si bien la pandemia del coronavirus COVID-19 puso de nueva en agenda la atención sanitaria a la población en general, las organizaciones indígenas reclaman porque ésta no hace otra cosa que sumarse a otras enfermedades habituales entre la población originaria, como la malaria y el dengue. Lo habitual para hacer frente a estos males, dice Vaca, es la medicina tradicional.

“Gracias a la sabiduría ancestral, algunas (enfermedades) estamos atacando con la medicina tradicional de algunos hermanos y padres de familia que saben. Pero eso no garantiza nada, porque hay niños que hace dos semanas que están enfermos, que un tiempo están sanos y luego vuelven a recaer porque no es un tratamiento adecuado”, indicó.

Vaca también informó que la semana pasada la Gobernación cruceña les entregó un lote de productos como arroz, azúcar, aceite, harina, sal y fideos.

El jueves 2 de abril, también, la organización indígena cavineña envió una nota a la presidenta  Jeanine Añez, en la que se declaran en “Estado de emergencia” y solicita atención urgente en salud y seguridad alimentaria, y que se garantice el pago de la canasta familiar junto al Bono Familia; demanda además establecer puestos de control en los ingresos a sus territorios, en coordinación con la dirigencia originaria.

La base de los pedidos indígenas es la demanda de que se cumpla con la Ley 450 de Protección a Naciones y Pueblos Indígena Originarios en Situación de Alta Vulnerabilidad, promulgada en 2013.

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Defensor del Pueblo: por razones prácticas hay que desconcentrar Pisiga

Pide que las Gobernaciones contribuyan en la gestión de la crisis de los repatriados, en este caso de los provenientes de Chile.

/ 9 de abril de 2020 / 09:31

Ante la posibilidad de que la cantidad de bolivianos que ingresan por Pisiga supere la capacidad de albergue de los campamentos que el gobierno instale allí, el Defensor del Pueblo propone que este conglomerado de gente sea desconcentrado hacia sus departamentos, con las debidas medidas de seguridad sanitaria, y que la cuarentena la cumplan en dichas regiones.

Cabe recordar que el campamento de Pisiga para recibir a los bolivianos que retornan de Chile inicialmente fue previsto para albergar a 300 personas, pero por la presión de los migrantes se tuvo que acoger a 480. A esto hay que agregar a alrededor de 300 compatriotas más que ahora intentan ingresar, que de último protagonizaron un forcejeo con las fuerzas del orden, quedando aún en el lado chileno.

Si bien el Director de Migración, Marcel Rivas, y el ministro de Gobierno, Arturo Murillo, señalan enfáticos que el último contingente es impulsado por “militantes masistas” y dicen haberlos identificado en un número de 35, al mismo tiempo reconocen que “hay otro grupo” allí de bolivianos que legítimamente pretenden volver al país y que verán cómo acogerlos. Así, descontando a los supuestos masistas, de todos modos en Pisiga se concentrarán al menos 750.

“Una frontera como la de Pisiga, así pongan un campamento, muy difícilmente va reunir las condiciones para 400, 600 personas; no se puede, es pedirle al Estado algo que no va poder cumplir”, advirtió a este medio la Defensora, Nadia Cruz.

Hasta ahora es el gobierno central el que vino atendiendo el hecho. Es aquí que el Defensor demanda la participación de las gobernaciones para dar una salida a la situación. En una nota enviada ayer a cada uno de los gobernadores, les pide que sean ellos quienes gestionen el traslado de los compatriotas a los departamentos que corresponda, y que sea allí que guarden la debida cuarentena.

“Hemos visto que tener 400 o 600 personas, si es que logra ingresar el otro grupo por la frontera, para una sola instancia (el gobierno central) es complicado. Hemos hecho casi el 50% del listado por lugar de destino, y siendo, por ejemplo, el mayor número  Cochabamba, con 109 personas, de todos modos esta cifra es más manejable, y además se lo hace con protocolos previos de información, de lugares donde van a estar, entre otros aspectos”.

Incluso considerando las fuerzas del orden necesarias para resguardar los confinamientos y el personal médico para su atención, remarca Cruz, es “más humano y responsable y de sentido común” posibilitar la mencionada desconcentración.

El pedido de la Defensora a los gobernadores fue enviado ayer miércoles, y les pide responder a su pedido hasta en 48 horas.

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Carlos Mesa: ‘También estamos en cuarentena política, que creo que es saludable’

La crisis del coronavirus es un parteaguas para la política y sus actores, afirma el candidato Mesa; habrá que ver cómo queda todo una vez que pase, en especial cómo concluir de una vez el proceso electoral.

/ 5 de abril de 2020 / 18:00

Con la actual crisis del coronavirus, casi ya no cabe hablar del pasado. Para el candidato presidencial por Comunidad Ciudadana (CC), Carlos Mesa, es tal la envergadura y el calado de la crisis sanitaria que habrá un giro de 180 grados, una modificación de “todo el panorama electoral para todas las candidaturas”; acaso solo una vez superada la crisis recién se pueda hablar de propuestas y debates; incluso el pensar en la nueva fecha de la elección está sujeto al fin de crisis pandémica. Con todo, la política es la política y también ella atraviesa todo.

— ¿Cómo cambia la actual crisis su candidatura?

— La respuesta inicial es cómo cambia al país la crisis del coronavirus; no solamente a una candidatura o al escenario político. Estamos viviendo una experiencia inédita no solamente en el país sino en el mundo entero, una experiencia que transformará la vida en sociedad, y que nos plantea el más grande desafío de los años contemporáneos de la nación. Ese cambio implica entender que tenemos que resolver una crisis de salud de consecuencias económicas y sociales muy complicadas, y en ese contexto hay que adaptarse políticamente. Es muy difícil adivinar hoy lo que puede pasar después de que superemos la crisis y cuándo va ocurrir tal cosa. En consecuencia, lo que nosotros estamos haciendo hoy es vestirnos, como corresponde, de ciudadanos, y hacer lo que tenemos que hacer como ciudadanos; en mi caso, desde un punto de vista personal, la influencia que yo puedo tener, tanto como político, como expresidente y como comunicador, me permite trabajar en una línea reflexiva y de aporte que no tiene que ver con el interés político inmediato. ¿Cómo cambia en lo político Comunidad Ciudadana? Estamos haciendo una evaluación de las modificaciones del programa y de cuál va ser el resultado global para todo el sistema político después de terminar la crisis.

— ¿Persiste la idea de que Comunidad Ciudadana es la única candidatura posible de ganarle al MAS?

— Es complicado, en el contexto de una entrevista como esta en los tiempos que corren, porque da la impresión de que nuestra perspectiva está pensando en la coyuntura política y en nuestro interés específico de si somos o no la mejor opción. La respuesta tiene que estar condicionada a una evidencia. Primero, ¿por qué hay que enfrentar al MAS democráticamente? Hay que recordar dos cosas: uno, se trata del gobierno más largo de la historia de Bolivia, 14 años ininterrumpidos; y, dos, es el gobierno que estableció, que vivió, para decirlo mejor, la mayor bonanza económica en nuestra historia desde el descubrimiento del Cerro Rico de Potosí, jamás tuvimos unos precios internacionales tan extraordinarios; y la primera conclusión, la primera evidencia incontrastable,  hablando de la salud, es que el MAS hizo un gran fraude con el país, un fraude vinculado a la salud; un fraude en que nos dijo que era posible una Sistema Universal de Salud, pero que no solamente no es posible, sino que ni siquiera nos permite enfrentar mínimamente un desafío de salud como el actual [el coronavirus]; y marca, además, una evidencia: el despilfarro, la corrupción, las malas inversiones, que no prepararon al país para un sistema de salud adecuado. Solamente por esa razón es imprescindible establecer un cambio de manera fundamental en el proceso político que significa confrontar al MAS; sobre esa base, lo que pueda pasar hoy día es difícil de decirlo, yo coincido en que tenemos que construir unidad y que tenemos que ver cuál es el resultado político de esta crisis para todos, los opositores o los que estamos en una línea distinta a la del MAS.

— Esta idea del fraude electoral…

— Hablé de fraude en la salud, en este caso; no de fraude electoral.

— Sí, pero en lo del fraude electoral, que ha sido o es uno de los argumentos centrales de Comunidad Ciudadana contra el MAS, ¿no ha resultado engañoso en vista a las dos encuestas en que el MAS sigue teniendo apoyo mayoritario?

— Aquí hay una cuestión fundamental. No se trata de una percepción o de una estrategia política, se trata de una realidad objetiva: el MAS hizo un fraude, y eso no es una opinión, ‘dicen algunos que hubo fraude y otros que hubo golpe de Estado’; no señor, hubo un fraude monumental, el más importante y grande de la historia democrática desde 1982; ese es un hecho objetivo. Ese fraude generó algo muy importante: la más grave crisis política de los últimos años en democracia; el presidente Morales no solo que hizo un fraude sino que provocó una dramática crisis política que ha hecho que tengamos que enfrentar el coronavirus en una circunstancia particular de un gobierno de transición por culpa suya. En consecuencia, aquí mi lectura no tiene nada que ver con el proceso electoral, no tiene que ver con que si es oportuno, si es inteligente, si es adecuada la estrategia. Aquí lo que tiene que quedar claro es que el fraude electoral es un hecho dramático, brutal, que el país ha vivido, y que es el que nos ha generado una consecuencia terrible en el momento más difícil de la crisis de salud que enfrenta Bolivia.

— ¿Por qué cree que persiste el apoyo al MAS, entonces?

— Son dos cosas distintas; nos entenderemos. Primero, el concepto de fraude es un hecho que hay que subrayar; segundo, el no reconocer que el MAS no tiene respaldo sería un gran error. ¿Por qué persiste el apoyo al MAS? Porque hay una percepción de una parte de la población que considera que el MAS fue un partido que facilitó la lucha contra el racismo, el fin de la discriminación y que en su gobierno hemos vivido una gran bonanza económica, pero que no es un mérito del MAS; ahora, eso es muy difícil de explicarle a la población. La población que vota por el MAS cree que es el MAS el autor del éxito, cuando en realidad el autor del éxito fueron los precios internacionales y la más grande avalancha de dinero jamás recibida por un gobierno en la historia. Pero eso es entendible, es decir, no le vas a explicar a la población, que dice, ‘okey, yo recibí un mejor salario, tuve mejores posibilidades de compra’, y esa es la razón porque el MAS tiene un respaldo importante.

— La candidatura de Áñez. Todos dicen que no se puede hacer un uso político de la actual crisis de salud, pero es un hecho objetivo que de la forma en que el Gobierno maneje la crisis podría haber una enorme ganancia o pérdida política por su parte. El manejo de la crisis va a ser un factor que pese luego.

— El proceso de la crisis de salud, más las consecuencias económicas y las potenciales consecuencias sociales van a modificar al conjunto de los actores, no sólo a la Presidenta y sus posibilidades como candidata; nosotros antes de la crisis dijimos que fue un error de ella ser candidata a la presidencia, porque la tarea que tenía era el proceso electoral; ahora tiene una segunda tarea, muy complicada, muy difícil, en la que hay que ayudarla además, que es enfrentar exitosamente la crisis del coronavirus.  Por tanto, las consecuencias de lo que vayamos a vivir van a modificar todo el panorama electoral para todas las candidaturas, y obviamente de manera prioritaria para ella porque es la Presidenta la que administra el proceso y la que tiene que llevar adelante las acciones ejecutivas como gobierno.

— Este gobierno siendo transitorio está llevando adelante varias reformas; ¿cree que hay algunas cosas que repercutan en el futuro gobierno, cosas de las que tenga que encargarse?

— Las cosas han cambiado dramáticamente; yo creo que hasta el momento en que estalló la crisis del coronavirus, el 10 de marzo, podíamos opinar sobre el gobierno de transición y algunas medidas que estaba tomando, que podían tener un efecto económico complicado para el futuro, pero las cosas han cambiado 180 grados. Hoy, el Gobierno –no podía ser de otra manera– está íntegramente ocupado en tratar de administrar y luchar lo mejor que puede contra el coronavirus y, en consecuencia, creo que medidas complementarias o distintas se han dejado de tomar. Lo que ahora tenemos que preguntarnos, más allá de lo que el Ejecutivo haga o deje de hacer, es cuál va ser el efecto económico, y aquí hay un doble efecto: el internacional, de una crisis recesiva mundial porque el mundo entero está semiparalizado, y en algunos casos totalmente paralizado; y, segundo, las consecuencias que tienen que ver con la propia paralización de la economía del país y lo que va a significar eso en términos de desempleo, de ingresos generales, de decrecimiento o detención de crecimiento del Producto Interno Bruto e indicadores macroeconómicos que van a ser muy preocupantes. Por lo tanto, esto está más allá de lo que haga o deje de hacer el gobierno de la señora Áñez.

— Con la crisis, parece que la palabra clave es la incertidumbre.

— La primera obligación es que la salud es prioridad, y hasta que la crisis de salud no sea resuelta es muy difícil lo que uno pueda adelantar, lo que haya que hacer. El Tribunal Supremo Electoral ha abierto una franja entre junio y septiembre para una fecha de la elección, que ya no va a ser el 3 de mayo, y habrá que analizar cómo evolucionan las cosas en abril, este es un mes crucial para la enfermedad, y una vez que termine abril se podrá hacer una evaluación de cómo se encaran las nuevas fechas y, en ese contexto, de cuál es el escenario político. Yo creo que estamos en un paréntesis, estamos también en una cuarentena política, que creo que es saludable, y eso nos obliga a esperar y a decir de manera enfática que lo primero, lo más importante, más importante que cualquier cosa, es el tema de la salud.

— Pero la línea de Comunidad Ciudadana es lo más pronto posible.

— La línea de Comunidad Ciudadana es primero la salud.

— Nos referimos a la fecha de elección.

— Vuelvo sobre el punto, una vez que termine la crisis, tendremos un escenario, hay una franja que tiene que ver con junio-septiembre; tal como están las cosas, lo que nosotros creemos es que hay que llevar adelante el proceso electoral, esto es incuestionable porque la estabilidad política, social y económica del país depende de un gobierno elegido, pero la fecha de la elección tiene que estar sujeta a las condiciones de salud que enfrenta el país.

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La reelección de Almagro ahonda la división de la OEA

Todos los secretarios generales de la OEA tuvieron un segundo mandato, para el cual eran ratificados por unanimidad; con Luis Almagro se rompió esta tendencia.

/ 3 de abril de 2020 / 16:20

Como no sucedía antes, la reelección de Luis Almagro como Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA) tuvo como principal característica la votación dividida de los países miembros: de 33 asistentes, 23 lo hicieron a su favor y 10 por su contrincante, la excanciller de Ecuador, María Fernanda Espinosa.

La votación, que es secreta, se realizó pese al pedido de postergación planteado por México y la Comunidad del Caribe (Caricom) dada la emergencia sanitaria por el coronavirus. Mientras que la candidatura de Espinosa había sido respaldada por Antigua y Barbuda, San Vicente y las Granadinas —naciones caribeñas cercanas al venezolano Nicolás Maduro—, además de México y Argentina, la de Almagro contó con el respaldo de Estados Unidos. El propio secretario de Estado de ese país, Mike Pompeo, discursó en la OEA, en enero de este año, apoyando su reelección.

Reelección, pero no unánime

Si bien se trata de un triunfo por una mayoría que supera incluso los dos tercios de los países electores, la nueva elección de Almagro rompe con la tradición de las anteriores reelecciones, cuando el Secretario que asumía por segunda vez el cargo era reelegido con el apoyo unánime o casi unánime de los países miembros. Recordando que el chileno José Miguel Insulza (secretario general entre 2005 y 2015) tuvo muchos problemas para ser elegido la primera vez (en 2005), el excanciller boliviano Javier Murillo ratifica este hecho: “Fue difícil su elección (de Insulza), y claro, en el segundo mandato, sí ya, casi por rutina, vamos a llamar, fue elegido nuevamente; aparte de ese caso, sí, todos los demás secretarios generales recibieron un voto unánime”.

Desde 1947, cuando empezó la gestión del primer secretario general del organismo —el colombiano Alberto Lleras Camargo—, la OEA tuvo un total de 11 secretarios (Almagro incluido), de los cuales todos fueron reelectos. Después de Lleras, que estuvo en el cargo 7 años, entre 1947 y 1954, se sucedieron: Carlos Dávila Espinoza (Chile), un año, entre 1954 y 1955; José Antonio Mora (Uruguay), 12 años, de 1956 a 1968; Galo Plaza Lasso (Ecuador), 7 años (1968-1975); Alejandro Orfila (Argentina), 9 años (1975-1984); Joao Clemente Baena (Brasil), 10 años (1984-1994); César Gaviria Trujillo (Colombia), 10 años (1994-2004); Miguel Ángel Rodríguez (Costa Rica), un mes, renunció para defenderse de un proceso legal en su contra en su país (2004); Luis Einaudi (Estados Unidos), siete meses, interino (2004-2005); José Miguel Insulza (Chile), 10 años (2005-2015); y Luis Almagro (Uruguay), 5 años (2015-2020), reelecto hasta 2025.

Pese a que Almagro alcanzó a ser elegido secretario general de la OEA con 33 votos a favor, una abstención y ningún voto en contra, el 18 de marzo de 2015, en su reelección (ocurrida el 20 de marzo reciente) no logró repetir el respaldo de hace cinco años. Tal el contexto de su victoria, lo que deja entrever la división persistente en la OEA.

Difícil nueva gestión

La votación dividida, destaca Murillo, “está demostrando que (Almagro) entra con un cierto respaldo debilitado, lo que quiere decir que tampoco existe consenso sobre la eficacia de su mandato. No es bueno ingresar con esta falta de unanimidad, porque eso resta eficacia a su gestión”.

Los organismos internacionales, recuerda el excanciller Murillo, “son lo que los países (miembros) quieren que sean”, ganan en eficacia cuando dichos países le apoyan, y la pierde si los gobiernos están enfrentados; definitivamente, esta es la “desventaja con la que entra el Secretario General”.

Claro, en la votación dividida para el segundo mandato de Almagro, pesó su primera gestión: “No creo que haya sido particularmente brillante su conducción del organismo regional. A esa percepción que tiene la gente de que (la OEA) es un organismo casi inoperante, se suma el hecho de que Almagro no ha mostrado un verdadero liderazgo que contribuya a fortalecer las relaciones de los países miembros del sistema interamericano. En esta segunda gestión tiene que mostrar una absoluta coherencia, cosa que no ocurrió en su primer mandato, y eficacia para acometer los desafíos del sistema interamericano”, concluye Murillo.

Lo que pasa con Almagro, destaca a su vez el politólogo Franklin Pareja, es que le tocó vivir el viraje ideológico que dio la región de gobiernos progresistas o de izquierda hacia los regímenes de corte liberal. Y su pecado fue tomar partido por una de las partes.

El contexto actual es completamente diferente de cuando fue electo por primera vez (2015), “porque en este momento hay una polarización extrema en la región, donde uno de los óbices para que exista una visión compartida sigue siendo Venezuela, de manera que cuando se forma el Grupo de Lima, con una política para restituir el estado de derecho y la democracia en Venezuela, Almagro secunda esto de forma explícita; entonces, se generó una especie de quiebre en la región”; cuando Almagro tomó posición en la cuestión venezolana, “polarizó y dejó de ser un representante con adhesión”, apunta Pareja.

Con el problema de Venezuela irresuelto, y aún más, con un nuevo viraje hacia la izquierda en varios gobiernos de la región y el debilitamiento de los regímenes de “corte liberal”, destaca Pareja, claro que “se preveía que la nueva elección de Almagro iba a ser complicada y con toda seguridad no va a ser estable, va a generar turbulencia, y con los problemas que estamos viviendo, lo más probable es que muchos países entren en una profunda recesión económica, lo que puede reavivar posiciones ideológicas de izquierda. Hay un desgaste natural de Almagro, una polarización, una confrontación ideológica en que Almagro ha tomado partido por ubicarse más con las corrientes liberales”.

Ahora, la personalidad de “el Oso”, como le llamaban en su partido en Uruguay, contribuyó enormemente en su actual situación; tenía acciones contradictorias, dice Pareja: “fustigó duramente la repostulación de Evo Morales, él fue quien impulsó el informe de la Comisión de Venecia, que decía que la repostulación indefinida no era un derecho humano, pero vino a Bolivia y dijo que no podía oponerse a dicha repostulación. Este tipo de situaciones han generado un descrédito también con los gobiernos de corte liberal”.

“El hecho de que Almagro haya logrado ser nuevamente secretario general de la OEA demuestra que es un hombre camaleónico, hábil, negociador, astuto y que no siempre demuestra consecuencia con sus actos”, remarca Pareja.

“Hoy todos debemos trabajar juntos. Debemos transformar nuestras prioridades, la OEA no puede ser la misma en estos tiempos, debemos modernizar nuestros procedimientos para seguir adoptando decisiones colectivas. Asumo este nuevo periodo al frente de la OEA en tiempos complejos de pandemia, renovando mi compromiso con ustedes, cada una de las personas que trabaja para esta organización. Hoy más que nunca, la región requiere de una OEA presente, con claridad y capacidad para liderar procesos y sobre todo que sea capaz de entender los derechos de las personas en los nuevos contextos y apoyar a los Estados, para su garantía y respeto. Es fundamental seguir funcionando. Nuestros sistemas políticos van a sufrir y nuestros tejidos sociales van a sufrir, pero no podemos emerger de esta situación ni menos democráticos ni nuestros pueblos con menos derechos”, señaló Almagro en un reciente mensaje a través de las redes sociales.

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Proceso electoral, ¿en suspenso indefinido?

Falta poco más de 40 días para la elección y las crisis del coronavirus apenas empieza: incertidumbre.

/ 22 de marzo de 2020 / 12:42

Si hay algo cierto en relación al coronavirus, es que para el mundo como para Bolivia, ahora habrá un antes y un después de esta crisis, médica de principio, pero de consecuencias multidimensionales, destaca de principio la socióloga María Teresa Zegada.

Pero más especial aún será el antes y el después para Bolivia cuando nos hallamos en pleno proceso electoral, a poco más de 40 días de la elección. Como buena parte del país, el proceso electoral también está en una práctica cuarentena, llama la atención el politólogo Marcelo Silva.

El debate electoral en obligado suspenso, todo se concentra en el manejo de la crisis y su inevitable consecuencia política. La última encuesta de intención del voto fue elaborada los primeros días de marzo (del 5 al 11), apenas un día antes de su cierre, el martes 10, se anunciaba los dos primeros casos confirmados del coronavirus COVID-19 en el país. La pregunta es en qué medida la crisis cambiará el escenario político.

De principio, un apunte técnico-administrativo. La pasada semana, el 13, el presidente del Tribunal Supremo Electoral (TSE), Salvador Romero, dijo que las actividades del proceso electoral se cumplen a plenitud, “El TSE no entra en el terreno de la especulación, actúa de acuerdo a la norma que tiene; estamos cumpliendo el calendario sin ningún tipo de desfase”, había dicho ante la posibilidad que plantearon los periodistas de que la crisis postergue la elección.

CALENDARIO. El politólogo Silva, sin embargo, advierte sobre la cada vez mayor incompatibilidad entre el calendario electoral y las medidas de cuarentena que está tomando el gobierno de Jeanine Áñez.

“En lo inmediato es muy difícil cumplir con regularidad el calendario electoral. Por tanto, es muy probable que la elección tenga algún tipo de demora. [Las medidas de cuarentena] son incompatibles con la selección y capacitación de jurados, el desplazamiento del nuevo TREP, las campañas electorales, entre otras actividades. Esto a menos de 40 días de la elección”.

Si bien hoy hablar de postergar la elección puede ser aventurado (finalmente son más de 40 días en que puede pasar todo), la situación es, apunta el politólogo, que “el problema del coronavirus recién comienza, por los datos y los casos”; el 31 de marzo, primera fecha para evaluar el estado de situación de la crisis, “es muy difícil que se tome la determinación de revertir todas las medidas [de cuarentena] que se han tomado, más bien todas las tendencias nos indican que podrían radicalizarse”.

Si bien hay que valorar, dice Zegada, la prudencia con que han reaccionado los candidatos, todos hablan de “deponer los intereses políticos en aras del bien común, un problema que debe estar más allá de los intereses particulares que puedan tener en este momento”, el problema es de tal magnitud que el escenario ahora es de incertidumbre.

“Lo que tenemos ahora es una situación de incertidumbre respecto a la realización o no de la elección, y respecto a cuáles van a ser las posiciones de los distintos actores después de esta crisis”.

La incertidumbre se expresa, refuerza Silva, en que hoy es verdaderamente impredecible lo que va a suceder con el escenario político que se dará una vez superada la crisis.

“Habrá que esperar mucho cómo se resuelve la crisis del coronavirus para poder tener un mapa electoral ya posicionado y un ajedrez electoral con fichas a mover; el hecho contingente que tenemos ahora, muy superior, por ejemplo, al del incendio de la Chiquitanía, cambia las estrategias, los posicionamientos, las figuras en el ajedrez político; uno no quisiera que el tema se politice pero es inevitable que así sea”.

Una vez que la pandemia de coronavirus COVID-19 es lo que se conoce como “un evento de naturaleza totalizadora”, similar a un gran terremoto, apunta el sociólogo y vocero de Comunidad Ciudadana, Ricardo Paz, es indudable un efecto en todos los órdenes, más si estamos en pleno proceso electoral.

A la fecha, Paz aventura incluso el desconcierto general entre los políticos, que no se sabe cómo se reordenará el discurso: “Para empezar, nadie ahorita sabe muy bien lo que debe hacer; ha sido tan sorpresivo, tal la magnitud el evento, es como un terremoto, una inundación; hay que esperar que pase y una vez que pase [recién] ver cuáles son las consecuencias, qué es lo que ha quedado en pie, y qué no”.

DISCURSO. Coincide Zegada en que buena parte del discurso político electoral se modificará, pero, y he aquí lo peculiar, tendrá que hacerlo sobre la marcha, sobre cómo evolucione la crisis epidemiológica, de cuántos enfermos y hasta muertos haya.

“Habrá prioridades distintas a las que hemos tenido antes de esta crisis; seguramente se va a exigir a los políticos que generen una serie de respuestas a la población en relación a lo que vayamos a vivir en las próximas semanas; no van a poder aislar estas circunstancias de sus programas y propuestas que estaban empezando a difundir antes de esta crisis”, destaca la socióloga cochabambina.

Si bien es previsible que el debate electoral luego se reoriente en gran medida hacia las consecuencias sobre todo económicas de la pandemia, hay la coincidencia en que la clave para cómo se reconfigure el escenario electoral poscrisis será la forma en que se maneje y administre este ‘terremoto’. Si bien todos hablan de despolitizar el hecho, por ser un evento de afectación humana global, nada más político, en perspectiva, que su gestión.

“En este momento, la clave está en cómo resolvemos la crisis médica del coronavirus; si tenemos una epidemia controlada, el debate girará en otros sentidos, la eficiencia del Gobierno, las grandes determinaciones de Jeanine Áñez, y probablemente eso vuelque definitivamente la sensación del elector a que estamos en manos de un gobierno fuerte, efectivo, pero si eso no sucediese así, la gente empezará a cuestionar no solamente el anterior sistema de salud, sino la administración de la crisis actual, la cual ya no se le puede echar el muertito ni el bulto hacia atrás.

La provisión de alimentos, de combustible, el evitar la quiebra financiera de empresas; esto es un elemento de que tienen que darse las respuestas en la administración misma de la crisis. Si esta emergencia médica continúa, se hace larga, entonces las consecuencias económicas, sociales, políticas empezarán a aflorar y serán fuertes”, señala Silva.

“La manera en que este gobierno, no solo Áñez, sino también gobernadores y alcaldes, administren esta crisis va a afectar en el escenario político, porque todo aquello que sea visto como errores o desaciertos va a ser utilizado por los opositores, para capitalizarlo a su favor; un poco lo que sucede siempre en etapas preelectorales, las condiciones afectan”, remarca la socióloga Zegada.

USO POLÍTICO. Llegados a este punto, cabe preguntarse si hay o cómo es un ‘uso político’ de las crisis.
Para Paz, es “una mala pregunta, porque da la impresión de que no puede haber dicho uso político”, cuando todo es político, peor en época electoral: “el Gobierno que cada que sale y dice voy a dar 500 bolivianos y esto otro, está haciendo política, y los opositores igual, cuando están hablando del tema son candidatos, es una cosa inevitable”.
“Han caído todos” en ese uso político, enfatiza el politólogo Silva: “Jorge Quiroga ha estado bombardeando con posteos en sus redes, Luis Arce ha hecho lo de los cubanos, las medidas de la Presidenta tienen nomás una carguita electoral, el bono es nomás una medida electoral porque el tema se podría haber resuelto de otro lado y de otra forma”.

“Siempre hay una contaminación política de todos los discursos, iniciativas y críticas que se instalan en la opinión pública; hay una carga política fuerte.

No es casual que el MAS haya buscado iniciativas que traigan a colación el esquema del anterior gobierno, la presencia de médicos cubanos”, ratifica Zegada, pero destaca que sin duda “quienes están en el ojo de la tormenta” son las autoridades, el Gobierno, “no tanto los opositores”; mal que bien, relieva, la actual crisis bien puede ser un trampolín, bien un hueco en la calzada: “puede significar un éxito electoral muy poderoso en el futuro o también una derrota sin precedentes, dependiendo qué suceda, cuál sea el derrotero de la administración de esta crisis”.

Quien está en absoluto desacuerdo del uso político de la crisis es el directivo de Sol.Bo (parte de la alianza Juntos), Edwin Herrera: “No hay ningún uso político de parte del Gobierno o de la Presidenta respecto del coronavirus. Esa una obligación, el compromiso verdadero de la Presidenta con las familias. Ha sido muy enfática en separar su atención al frente de la lucha contra este mal de cualquier actividad de campaña”.

Para la diputada del Movimiento Al Socialismo (MAS), Sonia Brito, en cambio, cada vez hay más certeza de un aprovecharse político de la crisis por parte del Gobierno transitorio: “Sin duda, el coronavirus es un elemento muy preocupante y delicado, pero que se está queriendo aprovechar políticamente para suspender las elecciones; éstas son en mayo y no tendríamos por qué pensar en postergarlas si aún falta mucho tiempo”.

Este aprovecharse de la crisis, afirma, empalma con política económica que ha tomado el Gobierno de cambiar el modelo de desarrollo, un hecho que no le corresponde por su carácter transitorio: “Cuando vemos que se están tomando medidas estructurales, que no correspondería, porque este gobierno debería ser para tratar exclusivamente la elección.

Eso es lo que preocupa, el mal manejo económico del Gobierno se lo va a tratar de justificar con el coronavirus; porque se están tomando medidas arbitrarias de cambiar el modelo económico, cosa que en todo caso correspondería al nuevo gobierno, que tendría la legitimidad para hacerlo, pero no éste, que está aprovechando este momento y está haciendo cambios que no corresponden”.

Para Herrera, en contra, el problema mayor que ha revelado la crisis del coronavirus es la situación del sistema de salud. “Está claro que en cuatro meses de gestión la Presidenta ha hecho mucho en comparación con los 14 años anteriores. Es un sistema de salud, por decir, lo menos calamitoso que se ha recibido, con muy poca inversión es infraestructura, en equipos, con un desorden absoluto en los servicios, personal de salud”.

En lo relativo al Bono Familia, 500 bolivianos por niño en primaria en escuela fiscal, como un elemento político, Herrera rechaza la interpretación: “En el caso del bono es una necesidad imperiosa; para gente que no tiene qué entregar a sus hijos; se ha pensado para compensar eso, para gente que vende en los mercados, trabajo por cuenta propia. No hay ninguna intencionalidad de transformar el Bono Familia en un anzuelo político”.

“El bono, más parece parte de su campaña, porque es un bono dirigido a los niños, cuando en este momento las personas más vulnerables son los adultos mayores, y no hay políticas para los adultos mayores, como tampoco para las personas que no reciben salario, ninguna medida de protección. Las medidas, en contrario, deben ser mucho más radicales fundamentalmente en el tema de la atención”, cuestiona a su vez la diputada Brito.

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La desigualdad es explosiva, en el norte y el sur

Reuter coordina una de las mayores redes de partidos progresistas, socialdemócratas y socialistas del globo.

/ 22 de marzo de 2020 / 12:27

La Alianza Progresista (AP) es una agrupación política internacional, una “red global” (según su sitio web oficial) que reúne al menos a 140 partidos “progresistas, socialdemócratas y socialistas” del mundo creada en 2013; es una escisión de la Internacional Socialista (IS), la agrupación de la izquierda global más antigua, que nació en 1951, y que a la fecha cuenta con 135 partidos miembros.

Es peculiar el nexo entre ambas organizaciones, pues algunos partidos están en las dos; pero también hay diferencias notables, para el caso de Sudamérica, por ejemplo: de Bolivia, mientras el Movimiento Al Socialismo (MAS) es parte de la AP (y no de la IS) el partido boliviano en las listas de la IS es Unidad Nacional (UN); por Brasil, mientras en la lista de la AP está el Partido de los Trabajadores (PT) de Lula Da Silva, en la de la IS está el Partido Democrático Laboralista; o si en la IS está el viejo Partido Revolucionario Institucional (PRI), en la AP figura el más reciente Partido de la Revolución Democrática (PRD). Conny Reuter, nuestro entrevistado, es el coordinador global de la Alianza; de visita al país la semana pasada, compartió la visión de los partidos progresistas.

—La Alianza es heredera de algún modo de la Internacional Socialista. ¿Cómo es esa historia?

—La historia es que durante un tiempo varios partidos querían una reforma de la Internacional Socialista, porque allí había problemas con la presencia de sistemas (gobiernos) dictatoriales, que antes de acceder al poder eran progresistas, pero en el momento del ejercicio y mantenimiento del poder se han convertido en regímenes autoritarios y dictatoriales. Siempre hubo la oposición de algunos partidos, que vieron que no era fácil o posible cambiar la Internacional, por eso han tomado la iniciativa de crear esta Alianza Progresista.

—En lo básico, ¿qué separa a los partidos socialistas y progresistas de los autoritarios?

—El autoritarismo es antidemocrático, es una violación de los valores fundamentales de la socialdemocracia; puede que el desarrollo no sea como lo queremos, pero cuando es autoritario, la socialdemocracia no puede aceptarlo. Es una cuestión de credibilidad. Yo personalmente estoy convencido de que una de las grandes dificultades, hoy, en la socialdemocracia y en los socialistas es la falta de credibilidad; por eso los partidos que fueron muy críticos dentro la Internacional Socialista lo eran porque han visto que no era posible desa-rrollar globalmente una alternativa, porque había la violación de esos derechos fundamentales, cuando algunos habían abandonado la idea de la democracia.

—¿Cuántos partidos de la Alianza están en el poder y cómo les está yendo? Ese suele ser el problema de los partidos progresistas: en la oposición son muy cuestionadores, pero cuando están en el poder, cambian.

—En Europa hay mínimo 12 países; empezó con Portugal y España, continuamos con Suecia, Finlandia y otros países; estamos en los gobiernos de Italia, Alemania, Luxemburgo; en África, en la República Democrática del Congo, y ahora también en Túnez, con el nuevo gobierno.

—De aquí el Movimiento Al Socialismo está asociado.

—Sí está.

—Tienen experiencia estatal.

—Sí, claro, por eso es importante que nosotros coordinemos con los gobiernos progresistas.

—¿Cuál es el ideario básico de la Alianza, cómo se ubica en relación con otros grupos?

—El único interés de la Alianza es el desarrollo de nuestra plataforma, que es abierta, de 140 partidos socialistas, socialdemócratas y progresistas, que trabaja sobre cuestiones de fondo, como el futuro del trabajo en nuestras sociedades, la inmigración, la sostenibilidad democrática, la sostenibilidad económica; además, nosotros hemos desarrollado diferentes visiones de solidaridad; y en nuestro funcionamiento, y esto es un mensaje político, tenemos solamente una coordinación, yo soy el coordinador; no tenemos presidencia ni secretario general, sino el coordinador global, y hay coordinadores regionales en Asia, África, América Latina.

—Uno de sus fuertes es Europa, pero allí tienen el problema del avance de la extrema derecha.

—El fondo de estos partidos siempre ha sido la exclusión. Han empezado con la cuestión de la inmigración masiva. Hoy son una realidad, tienen una plaza muy fuerte; han logrado introducirse en parlamentos de casi de todos los países, no solo en el europeo. Últimamente lo han hecho en España, algo impensable hace cinco años. Ahora, algunos se convierten en partido negando el cambio climático, no les interesa el fondo de la cuestión; no buscan soluciones, lo único que buscan es la división de las sociedades, y de montar grupos, unos contra otros, y en esto tienen mucho éxito porque en casi todos los países, incluso en Europa, hay una fuerte desigualdad. Dicen: el Estado no hace nada por vosotros, los migrantes les toman vuestro trabajo, y lo peor, en el fondo, es que tienen proyectos económicos neoliberales, y se reivindican socialistas, nacional socialistas, y tienen éxito porque el desarrollo económico no ha servido para reducir las desigualdades. Y esto de las desigualdades es muy explosivo, en el norte y en el sur; lo vemos en Chile, que siempre fue considerado un país rico de la región, pero la desigualdad ha continuado hasta agravarse, y después vino la explosión social.

—Hay un hecho central para la socialdemocracia europea, el Estado de Bienestar. Parece que se lo está socavando.

—El Estado de Bienestar existe en los países europeos, pero en diferentes expresiones, diferentes formas de organización; la presión en contra vino con el famoso Pacto de estabilidad y de crecimiento, que ha puesto límites en los gastos públicos y en la deuda pública.

—La política de austeridad.

—Sí, la política pública de austeridad, que era el cuadro ideológico para reducir esos gastos; aunque al final hubo un crecimiento de las desigualdades; pero de todos modos, los estados de bienestar, comparados con otros modelos, existen, pero tenemos que reinventarlos; tenemos que resolver la cuestión del financiamiento de las pensiones en el futuro, la calidad del empleo, cómo organizar los servicios sociales, la educación como un bien público y no algo privatizado, hecho solamente para los ricos.

—Desde Latinoamérica, ¿qué cuestiones plantean los partidos progresistas?

— Aquí, cuando se discute el Estado de Bienestar, estamos muy lejos de ese modelo; pero sí se puede empezar asegurando una protección social, sería un gran logro; la reducción de la pobreza también es central. Otra cosa que no se discute mucho aquí pero está muy presente en África, en América Latina son las consecuencias del cambio climático. Pero la política de aquí no me da la impresión de que esté buscando respuestas, porque la explotación de las industrias extractivas no es muy sostenible; pero, claro, cuando necesitas ingresos no vas a discutir mucho el medioambiente, pero esto es la mirada a corto plazo, necesitamos la mirada a largo plazo; es algo que tenemos que poner en la mesa como Alianza Progresista, desarrollar una posición, que llamamos la dimensión social del cambio climático.

—Hay algo que trabajó mucho usted, esta idea de que la protección social, la seguridad social, antes que una antítesis o traba del desarrollo económico, empresarial, es una forma de mejorar la producción, el desarrollo empresarial.

—Esta es una tontería de la derecha y de empresarios idiotas. Concretamente, lo que sabemos, lo que hemos probado a través de estadísticas es muy claro: un trabajador con protección social, que tiene seguridad social, basado sobre esta seguridad social en su trabajo es normalmente mucho más productivo que alguien que vive en la inseguridad; por eso, en el fondo la cuestión es económica, la protección social no es un gasto, es una inversión. Si habría más empresarios inteligentes, verían que la protección social es una ventaja competitiva. Se ha olvidado que el progreso societal que hemos conocido los últimos cien años tiene que ver con la introducción del sistema de protección social, y los progresistas tenemos que arrancar de la derecha el argumento de que la seguridad no es más policía, más armas, la seguridad es más seguridad social, y que cuando hay seguridad social, hay menos criminalidad, menos problemas de este tipo.

—Bolivia. Acabamos de salir de una crisis y estamos en pleno proceso electoral.

—El problema con la democracia es que no siempre produce el resultado que nos gusta, pero tenemos que aceptarlo; es algo fundamental. Y las protestas, todos han entendido lo que había detrás de estas protestas; era una derrota, obviamente; y ahora la cuestión está clara; si antes de las elecciones hay una parte que dice que si no ganamos no vamos a reconocer las elecciones, no es posible. Por eso me parece muy importante crear en la opinión la pacificación en el sentido de que si hay un resultado que no nos gusta, tenemos que aceptarlo. Y espero que vayan bien las elecciones aquí, en República Dominicana y en Chile, el referendo, para volver a la solución política de la crisis, y no al enfrentamiento.

Conny Reuter. El Modelo Social Europeo: “Europa hablamos de la inversión social. No es cuestión de abandonar el Estado de Bienestar, es una referencia. En muchos países está reducido, no visible como debería, pero en el fondo continúa existiendo, por eso hablamos de un Modelo Social Europeo”.

Datos

Nombre: Conny Reuter

Ocupación: Es especialista en políticas sociales, educación y asuntos de justicia social global. Su trabajo se desarrolló entre las ONG europeas.

Perfil

Fue Secretario General de SOLIDAR, organización no gubernamental europea fundada en 1936 por la Unión Sindical Suiza y el Partido Socialista suizo.

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