Cerrar la puerta por dentro
El dramático éxodo boliviano desde Santiago.
Cuando pienso en Bolivia inusitadamente aparecen en mi memoria imágenes de Damian Ayma Zepita. Cuando prendí el televisor y vi que había un éxodo masivo de bolivianos/as tratando de volver a su país me pareció de un surrealismo mágico.
Crucé la torre más alta de Sudamérica; el ego fálico de cemento con ventanales que construyó un alemán erradicado en Chile hace más de 50 años. A la orilla de este sector, un grupo de aproximadamente 40 personas yacían en el pasto, cubriendo sus cuerpos con mantas, observando los Andes y esperando una respuesta de una reja de 3 metros, teñida de rojo, amarillo y verde que no abre hace aproximadamente un mes.
Los esfuerzos de coterráneos de ellos afincados en este país, se tornan insuficientes, pero de una humildad y compañerismo que emocionan hasta el más duro de los corazones. Intento que baje mi euforia y trato de hilar una historia, pero la mascarilla empaña mi visión. Pido hora al día siguiente a la parroquia Scalabrini, les cuento que estoy haciendo un reportaje, escucho en el altavoz de un joven que en la noche van a darle albergue y comida en ese lugar.
Solamente puedo estar en la calle hasta las 22.00 producto del toque de queda. Entro en el lugar, de a poco comienzo a conectar con el dolor, a veces creo que estoy en un barco que no deja de moverse, siento náuseas. Quiero ser parte de ellos…