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La campaña Adopta un abuelito se transforma en organización

Un día después de abrir su página de Facebook, personas interesadas en ayudar comenzaron a enviarles mensajes. A los pocos días fueron instituciones las que querían aportar, narra Erika Salinas, directora general de Adopta un Abuelito. Tras un mes, la campaña se transforma en una organización que busca mantener sus actividades incluso cuando la pandemia haya terminado.

 “La idea inicial fue proveer medicamentos o la compra de alimentos a personas mayores. Sin embargo, muy rápido ampliamos nuestras metas. Logramos canalizar los aportes de personas particulares e instituciones hacia albergues y residencias, entre otros. Además identificamos a 14 personas mayores de las cuales nos encargamos con mucho esmero. Les llevamos comida preparada, porque ellos no pueden hacerse cargo de eso y tratamos de aliviar su soledad — que es la otra parte del voluntariado— conociéndolos, hablando con ellos”.

Más de 100 voluntarios, ocho organizadores —Entre los que se encuentran Salinas y Sergio Royuelo, presidente ejecutivo— y diferentes aliados, como Manq’a, juntas de vecinos y otras iniciativas lograron que cientos de personas tuvieran acceso a víveres y cuidados. Toda esta energía, transformada en redes ciudadanas, busca ahora continuar con sus actividades tras la cuarentena y, esperan, también una vez que la pandemia haya disminuido su impacto.

“Nuestra ambición ahora es que esto sea sostenible en el tiempo, postcuarentena y postpandemia. Las malas condiciones en las que viven muchos adultos mayores no es un problema que haya empezado en la pandemia. Pero ahora tiene el escenario que siempre debió tener y queremos seguir luchando por ellos”.