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La Iglesia espera que la abrogación de la Ley 1386 abra el diálogo sobre una agenda nacional

La Asamblea de Obispos de Bolivia, realizada en Cochabamba, concluyó este martes con un mensaje al país en el que los jerarcas de la Iglesia Católica valoran la anunciada abrogación de la Ley 1386 y esperan que la consolidación de esa determinación abra paso a un “diálogo sincero sobre una agenda nacional”.

“Valoramos (…) que se haya anunciado la abrogación de una de las leyes (cuestionadas) con la esperanza de que dicho paso concreto abra el diálogo sincero y constructivo sobre una agenda nacional”, dijo el monseñor Giovani Arana, secretario general de la Conferencia Episcopal Boliviana, al leer el mensaje de los obispos.

Sin embargo, los obispos también consideran que la promulgación leyes de “dudosa constitucionalidad, hechas sin el adecuado estudio, consenso y socialización”, está causando diversas reacciones en el país, como el paro indefinido declarado desde el 8 de noviembre, inicialmente, en contra de la Ley 1386.

Pues “varios sectores del pueblo han tomado medidas con sacrificio y renuncias para abrogar estas normativas, percibidas como vulneración a la libertad y a los derechos fundamentales como un intento de sometimiento (y) esto abriría camino a un Estado autocrático”, afirmó.

En ese sentido, según los jerarcas de la Iglesia Católica, no puede ser una respuesta al conflicto el llamado a la confrontación en las calles “enfrentando hermanos contra hermanos”, porque eso, en su criterio, solo consigue “generar dolor, heridas y muerte, además de odios y resentimientos que tardarán años en ser superados”. 

Por tanto, “consideramos que es hora de cumplir las promesas de gobernar escuchando de verdad a todos los sectores del pueblo, en particular a los que están afectados, instaurando un diálogo serio, transparente y abierto que genere respuestas equitativas y consensuadas en las instancias pertinentes”, insistió. 

Asimismo, pidió construir juntos un “sueño de país” o una casa común donde todos sean reconocidos como ciudadanos con sus derechos y deberes para que gocen de una vida digna en una sociedad “unida, fraterna, justa y solidaria”.

“En cambio optar por la violencia y la confrontación (solo) traerá pobreza sufrimiento y más control y limitación de la libertad”, puntualizó.