Papás y carpinteros tras las rejas, pasarán su día sin abrazos, sin regalos y lejos de sus hijos
Varios privados de libertad aprendieron el oficio, fabrican muebles y los venden a la alcaldía de Viacha. Muchos perdieron no solo su libertad sino a sus familias.

Varios privados de libertad de Chonchocoro son padres y carpinteros. Realizan muebles para la alcaldía de Viacha. Fotos: Roberto Guzmán
Este domingo en el país se celebrará el Día del Padre, del Carpintero y del Radialista. Muchos celebrarán rodeados del amor de sus hijos y de sus familias; pero hay otros que pasarán su día lejos de sus seres queridos porque están privados de su libertad y recluidos en una cárcel.
Varios reconocen el delito que cometieron y en estas celebraciones es cuando más sienten la lejanía de sus hijos. Para ellos no hay regalos, a veces no hay ni abrazos, ni visitas.
La mayoría de ellos son padres y a la vez carpinteros y con el oficio que realizan tratan de olvidar sus problemas y el dolor de sentirse solos.
“Mi nombre es Simón, llevó cinco años en el penal, tengo una sentencia larga de 30 años. Cuando uno llega este lugar, tú decides si te desvías o te rehabilites. Yo elegí trabajar. Soy carpintero, llegando aquí fui capacitando a mis compañeros”, contó a La Razón uno de los privados de Chonchocoro.
Relató que su familia se alejó. Tiene una hija que decidió no verlo más, le avergüenza que su padre esté preso y lo ve como un “villano”.
“No tengo contacto con ella, la única manera de saber algo es a través de mis hermanos. Yo antes decía a esos maleantes hay que castigarlos, pero llegas acá y es otra la situación”.

“Mis hijos y yo lloramos abrazados”
Norberto, otro privado de libertad hace seis años en Chonchocoro, dice que está acusado de un feminicidio que no cometió y sus cinco hijos lo saben, por eso lo apoyan y no lo abandonaron.
“Tengo cinco hijos que quedaron desamparados. Ellos me apoyan, son mi fuerza para salir adelante. Yo soy carpintero y en este rubro trabajaba hace años y así me ganó ahora unos pesos para ayudar a mi familia. Yo trato de ayudarles a mis hijos. Viven con mis familiares, vienen a verme los días de visita”, cuenta.
Este domingo espera la visita de sus “pequeños” y dice que ese será su mejor regalo. “Vamos a llorar juntos, abrazados, es un dolor en el corazón no estar con ellos, son mi fuerza”, acotó.
David, lleva privado de libertad hace 23 años. Dice que entiende la decisión de su familia de haberse alejado de él. “Hay hijos que no quieren saber nada de sus papás porque están detenidos, a veces tenemos que callarnos y entender su decisión”.
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Carpinteros
Otro de los privados, que además es carpinteros, Simón, dice que gracias a esta labor puede distraerse un poco y no estar todo el tiempo recordando a sus familias. “Yo trato de ayudarlos como sea, estoy pagando por un error, pero eso me ha hecho recapacitar. Ellos ya son jóvenes, ya tengo dos nietos a los que vi solo una vez”, lamenta.
Con lágrimas cuenta que sus hijos van muy poco a visitarlo y él los entiende. “Hago muebles y con eso trato de ayudarlos. Aquí tú vives como quieres, yo decidí trabajar”.
El viernes los privados de libertad del penal de Chonchocoro en La Paz, que ejercen el oficio de carpinteros, 32 en total, mostraron los muebles que elaboraron durante varios meses. Gracias a un acuerdo entre Régimen Penitenciario y la Alcaldía de Viacha, vendieron 60 mesas y 120 sillas.
