Thursday 25 Apr 2024 | Actualizado a 02:58 AM

El latido cautivo de América

A los 71 años, víctima del cáncer, murió Levon Herlm, el corazón del mítico grupo The Band

/ 29 de abril de 2012 / 04:00

Auténtica sangre norteamericana. Resonancias míticas de una tierra bastarda, de espíritu indio, orgullo herido negro y músculo osado blanco. El sueño de un lugar bajo el sol. Si alguna vez América necesitó transformarse en “el sonido que hace el viento entre los matojos del camino”, como recordaba Woody Guthrie en su autobiografía, o en “el susurro de las voces del viento en el trigo encorvado”, como concluía Truman Capote en A sangre fría, fue con la música de The Band. Esa música que se dejó sentir con el toque de batería y el desesperado canto de Levon Helm, fallecido el 19 de abril a los 71 años en un hospital de Nueva York.

Nacido en Arkansas e hijo de granjeros, Helm creció escuchando los cuentos y leyendas de los indios Chickasaw a los que pertenecía su abuela, así como los sonidos rurales del blues del Delta, el country y el bluegrass de la región. A los 11 años fue contratado como baterista por el músico de rockabilly Ronnie Hawkins, quien le formó y se lo llevó a Canadá donde creó su banda de acompañamiento, conocida como The Hawks.

Para su cruzada de pasar del folk al rock, Bob Dylan pidió a los Hawks que le acompañasen y éstos se embarcaron en una de las grandes aventuras musicales del siglo XX norteamericano, aunque Helm, harto de recibir silbidos y abucheos, estuvo fuera de la banda entre 1965 y 1967.

A su regreso en 1968, los Hawks pasaron a llamarse The Band y grabaron su primer disco, Music From Big Pink, una asombrosa apuesta por las raíces en pleno auge contracultural del pop, con la psicodelia californiana y los Beatles del Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band. Junto con el siguiente, The Band, sellaron dos obras maestras del folk-rock con himnos como The weight o The night they drove old dixie down. En palabras de Helm: “Fue nuestra rebelión a la rebelión”. Dueño de un ritmo embriagador, lleno de sentimiento, Helm fue a las baquetas para el ecléctico rock americano de The Band lo que Ringo Starr fue para el pop universal de los Beatles. Fue el corazón.

En 1976, el guitarrista Robbie Robertson dio por terminada The Band. Ningún epitafio ha sido más celebrado que el que protagonizaron rodeados de amigos como Dylan, Eric Clapton, Neil Young, Dr. John, Van Morrison o Muddy Waters durante su concierto de despedida filmado por Martin Scorsese y llamado El último vals.

Forjador de sonidos genuinos, el baterista siguió su carrera en solitario con magníficos trabajos como American son (1980). En 1998, le diagnosticaron cáncer de garganta. Pasó duras sesiones de radioterapia. Lo normal hubiese sido que perdiese la voz y, sin embargo, la recuperó para plantarse en el siglo XXI dando clases musicales con álbumes excelentes como Dirt Farmer (2007) y Electric Dirt (2009). Recibió premios y el reconocimiento de todos. Estaba pletórico. Afónico pero feliz. Sabio y vitalista, era un viejo chamán. Era Levon Helm, el batería de voz rota, el latido cautivo de América.

Comparte y opina:

Los mejores acordes

La Academia de Cine premiará una canción, este es un repaso a las nominadas

/ 22 de febrero de 2015 / 04:00

Afincado en Los Ángeles, Shawn Patterson es el típico compositor dedicado al cine y las series. Ganador de tres Emmy, este músico de Massachusetts ha dado su gran salto al componer, a petición de Warner, la canción de The LEGO Movie. Con ese agradecidísimo toque de soul blanco, el tema folkie tiene un ligero aire al Elvis Costello sentimental, pero la nominada al Oscar es una versión machacona y horrible que, por el bien de la composición musical, esperemos que nunca gane.

Canción: Glory (John Legend y Lonnie Lynn). Película: Selma. Es la gran favorita. Ganó el Globo de Oro y se ha convertido en cuestión de meses en una especie de himno de los derechos humanos y civiles, justo cuando en Estados Unidos se ha reabierto el debate de la raza tras la muerte de Michael Brown, el pasado agosto en Ferguson. Apoyada en una lírica que llama a la resistencia e invita a la esperanza por alcanzar un mundo mejor, la canción es todo un artefacto emocional, que tiene su principal atractivo en la interesante mezcla de hip-hop y góspel.

Canción: I’m not gonna miss you (Glen Campbell y Julian Raymond). Película: Glen Campbell: All be me. Maravillosa composición que se recoge en un interesante documental sobre la figura de Glen Campbell, uno de los grandes del country. El músico de Arkansas ha demostrado durante décadas su don para arrimar con calidad el género vaquero al mundo del pop, componiendo canciones brillantes y refinadas. Y se puede decir que I’m not gonna miss you forma parte de su mejor cancionero. Una balada con un piano incisivo y bellos coros y arreglos, bajo la voz majestuosa de su autor. Emociona más saber lo que hay detrás de su sonido: Campbell, con más de medio siglo de carrera y enfermo de Alzheimer, hace de esta canción una despedida y un agradecimiento.

Canción: Lost stars (Gregg Alexander y Danielle Brisebois). Película: Begin Again. Adam Levine, líder de Maroon 5, pone su frágil voz a esta canción compuesta por exmiembros de New Radicals, la banda de pop alternativo que a finales de los 90 consiguió éxito con la canción You get what you give. La combinación de composición e interpretación funciona sin problemas. Aupado por su aparente sencillez en clave pop, Lost stars es un delicado canto de amor, reflexivo y nostálgico, que encaja a la perfección con la trama sentimental de Begin Again.

Canción: Grateful (Diane Warren). Película: Beyond the Lights. Diane Warren es una de esas compositoras a la que nadie conoce pero que está detrás de decenas de canciones. Nominada en multitud de ocasiones a los Oscar, los Globos de Oro y los Grammy, Warren ha compuesto este tema que canta la británica Rita Ora. Con diferencia, es la composición más entregada al mundo de la radiofórmula, con saturación de arreglos y un tono excesivamente melodramático y pomposo. Si ganara, sería una sorpresa y, en buena parte, una injusticia. El resto de nominadas son mucho mejores canciones.

Temas Relacionados

Comparte y opina:

Los mejores acordes

La Academia de Cine premiará una canción, este es un repaso a las nominadas

/ 22 de febrero de 2015 / 04:00

Afincado en Los Ángeles, Shawn Patterson es el típico compositor dedicado al cine y las series. Ganador de tres Emmy, este músico de Massachusetts ha dado su gran salto al componer, a petición de Warner, la canción de The LEGO Movie. Con ese agradecidísimo toque de soul blanco, el tema folkie tiene un ligero aire al Elvis Costello sentimental, pero la nominada al Oscar es una versión machacona y horrible que, por el bien de la composición musical, esperemos que nunca gane.

Canción: Glory (John Legend y Lonnie Lynn). Película: Selma. Es la gran favorita. Ganó el Globo de Oro y se ha convertido en cuestión de meses en una especie de himno de los derechos humanos y civiles, justo cuando en Estados Unidos se ha reabierto el debate de la raza tras la muerte de Michael Brown, el pasado agosto en Ferguson. Apoyada en una lírica que llama a la resistencia e invita a la esperanza por alcanzar un mundo mejor, la canción es todo un artefacto emocional, que tiene su principal atractivo en la interesante mezcla de hip-hop y góspel.

Canción: I’m not gonna miss you (Glen Campbell y Julian Raymond). Película: Glen Campbell: All be me. Maravillosa composición que se recoge en un interesante documental sobre la figura de Glen Campbell, uno de los grandes del country. El músico de Arkansas ha demostrado durante décadas su don para arrimar con calidad el género vaquero al mundo del pop, componiendo canciones brillantes y refinadas. Y se puede decir que I’m not gonna miss you forma parte de su mejor cancionero. Una balada con un piano incisivo y bellos coros y arreglos, bajo la voz majestuosa de su autor. Emociona más saber lo que hay detrás de su sonido: Campbell, con más de medio siglo de carrera y enfermo de Alzheimer, hace de esta canción una despedida y un agradecimiento.

Canción: Lost stars (Gregg Alexander y Danielle Brisebois). Película: Begin Again. Adam Levine, líder de Maroon 5, pone su frágil voz a esta canción compuesta por exmiembros de New Radicals, la banda de pop alternativo que a finales de los 90 consiguió éxito con la canción You get what you give. La combinación de composición e interpretación funciona sin problemas. Aupado por su aparente sencillez en clave pop, Lost stars es un delicado canto de amor, reflexivo y nostálgico, que encaja a la perfección con la trama sentimental de Begin Again.

Canción: Grateful (Diane Warren). Película: Beyond the Lights. Diane Warren es una de esas compositoras a la que nadie conoce pero que está detrás de decenas de canciones. Nominada en multitud de ocasiones a los Oscar, los Globos de Oro y los Grammy, Warren ha compuesto este tema que canta la británica Rita Ora. Con diferencia, es la composición más entregada al mundo de la radiofórmula, con saturación de arreglos y un tono excesivamente melodramático y pomposo. Si ganara, sería una sorpresa y, en buena parte, una injusticia. El resto de nominadas son mucho mejores canciones.

Temas Relacionados

Comparte y opina:

Blues eléctrico: Howlin’ Wolf

Un paseo por los primeros tiempos de uno de los más influyentes músicos del blues

/ 3 de febrero de 2013 / 04:00

Antes de que el rock’n’roll fuese lo que fue, existió el R&B urbano y el lobo aullador, el irrepetible Howlin’ Wolf, un negro de Mississippi, fue el músico que, con su blues eléctrico y garganta feroz, hizo posible el nacimiento del rock tal y como hoy lo conocemos. Su fuerza al micrófono fue uno de esos grandes preámbulos para que el blues superase círculos reducidos y llegase a mayores audiencias por todo Estados Unidos. El disco que Rough Guide dedica a Wolf recorre las canciones con las que se dio a conocer y se consolidó en el mundo discográfico en los primeros 50. Antes de que Elvis Presley o Little Richard hiciesen de las suyas.

Con sus 1,90 metros de altura y más de 140 kilos de peso, Wolf era una fuerza de la naturaleza. Pero no era su presencia física lo que más imponía, era su voz diabólica, su grito ancestral, lo que hacía temblar los huesos. En la penumbra de un garito, su enorme figura, con ese aire misterioso del sur, se antojaba una especie de dios pagano al que entregarse en cuerpo y alma movido por ese ritmo boogie adictivo.

El disco ofrece una panorámica de los primeros años de Wolf, cuando fue el primer músico al que Sam Philips grabó en sus estudios. Fue la época en la que grabó Moanin’ At Midnight, fechada en 1951. Con esa profunda introducción a capella y su potente base eléctrica, Moanin’ At Midnight es como un canto blues atronador y novedoso, que unía las esencias de la gran ciudad con el alma del campo. Su energía salvaje dejaba en trance en aquellos 50 recién inaugurados.

Con su amenazadora voz en falsete, Wolf, que se hizo más conocido al amparo de Chess Records en Chicago, gruñía incansablemente mientras detallaba los pecados de la gran ciudad. Sus aullidos serían escuchados y reverenciados por The Rolling Stones, Cream, Led Zeppelin, Electric Flag o Jeff Beck, quienes grabaron algunas de sus canciones, haciéndole vivir una segunda juventud en los 60. Captain Beefheart, Jimi Hendrix o Tom Waits también se dejaron guiar por su sombra.

Pero la inspiración del lobo venía del blues tradicional. Ese brío eléctrico, tan propio de Chicago, ya tenía un punto de partida en Blin Willie Johnson, quien además mostraba esa fuerza innata en su voz que hacía temblar cimientos. Aunque fue Elmore James, quien firma la absorbente Knocking at your door, el que mejor se lució en el blues eléctrico con su guitarra. Ahí sientes el mismo nervio que Wolf desarrollaba sin pudor.

Es fascinante sumergirse en los sonidos viciosos de blues que forjaron a Wolf con píldoras impresionantes como I wish you would de Billy Boy Arnold o Vine Blues de Big Joe Williams. Así, Baby Face Leroy se despacha con dos partes de Rollin’ & Tumblin, que demuestran que los viajes del blues del sur al norte eran los viajes de una tradición rural que tornó en urbana, donde sus protagonistas dieron rienda suelta a sus corazones repletos de vivencias y cicatrices. Es el viaje del blues, una verdadera inspiración vital.

Comparte y opina:

Últimas Noticias