La Sociedad de Investigación del Arte Rupestre de Bolivia (SIARB) trabaja desde hace 25 años en el registro, estudio y conservación de sitios de grabados y pinturas rupestres en Bolivia. Según un registro preliminar de la institución, en el país existe un mínimo de 1.000 sitios de arte rupestre —en aleros o refugios, cuevas, paredes rocosas, lozas o peñascos—, la mayoría en el altiplano, en los valles y en el oriente. En los llanos del norte (Beni y Pando) la cantidad de sitios registrados es escasa. Estas manifestaciones de arte se crearon en todos los periodos de la prehistoria y la historia.

Un buen ejemplo del arte rupestre de los pastores andinos es el sitio de Calacala, en el departamento de Oruro. Allí, en las rocas se han plasmado pinturas y grabados de llamas y pastores. Además existen depresiones artificiales redondas que seguramente servían para recibir líquido en ciertos ritos.

Mientras que en el arte rupestre del altiplano se ven hombres representados de frente en actitud estática, en la región de Chiquitos, departamento de Santa Cruz, las representaciones antropomorfas normalmente aparecen de perfil, en escenas dinámicas con animales silvestres. Algunas de estas pinturas muestran un parecido sorprendente con el arte rupestre de otras regiones de las tierras bajas de Sudamérica, como el arte rupestre de Piauí, al noroeste del Brasil.

Gracias a la documentación de Carlos Kaifler (representante de la SIARB en Santa Cruz) tenemos una visión detallada del arte rupestre en el extremo sudeste de ese departamento y de sitios en la zona vecina del Brasil. Kaifler documentó y analizó los grabados de La Cruz en el cerro Mutún, y los comparó con los de la región de Corumbá, Brasil. Constató elementos abstractos, pisadas humanas y huellas de aves. Al parecer, se trata de una producción de pueblos que ya poseían cerámica.

El arte rupestre de los últimos periodos prehispánicos en el altiplano boliviano es marcadamente diferente de las manifestaciones más antiguas. Fue creado en una época de conflictos, lo cual se hace patente en la construcción de asentamientos fortificados en las cimas de los cerros o en lugares estratégicos, las llamadas pukaras.

 Las pinturas y grabados rupestres del sur de Bolivia (Potosí, Chuquisaca y Tarija) —y de sitios de Perú, Argentina y Chile— muestran figuras antropomorfas que portan un hacha, otra arma o un escudo. A veces se interpreta a estas figuras como “guerreros”. Sin embargo, en todos los casos, sus formas son esquemáticas y sus posiciones estáticas y no hay escenas de combate. Investigadores de la SIARB como Carlos y Lilo Methfessel (Tarija) suponen que las armas representadas son más bien símbolos de poder y estatus, y no objetos bélicos. Son demostrativos del rango social y prestigio que sus portadores tenían en sus comunidades.

 En el arte rupestre del periodo inca, en el sur de Bolivia, sur peruano, noroeste argentino y norte chileno, se encuentran numerosas representaciones de figuras antropomorfas vestidas con uncu. Muchas de ellas llevan también un tocado, lo que podría ser un símbolo de su estatus o un indicador de las ceremonias que realizaban. Frecuentemente aparecen hileras de estas figuras, idénticas o parecidas.

Otro aspecto del arte rupestre prehispánico tardío son los animales fantásticos que no corresponden a especies conocidas. En el sur de Bolivia y noroeste argentino aparecen figuras que combinan rasgos de varios animales. Son muy característicos los cuerpos con manchas circulares propias de los felinos —jaguar u ocelote— mientras que la forma de la cabeza o la cola enrollada no coincide con las de este tipo de animal. Según los investigadores argentinos Reynoso y Pratolongo, estos motivos imaginarios se asocian en la iconografía andina “a situaciones vinculadas con la constitución y legitimación de relaciones de poder de tipo jerárquicas”, o sea que corresponden a un concepto ideológico o religioso relacionado con los grupos de poder.

Mientras que en el arte rupestre prehispánico las escenas de conflictos entre personas son sumamente raras, sí aparecen en el arte rupestre indígena del periodo colonial. En la región del lago Titicaca existen numerosas representaciones de personas en pie de guerra alineadas en filas. Son figuras muy sencillas que cargan armas de fuego (representadas como simples palos), a veces acompañadas por jinetes. La escena más detallada registrada presenta un singular conjunto de figuras en formación de batalla, incluyendo a personas armadas de pie, jinetes y caballos. En el estudio de este sitio que realizaron los autores de esta nota con la historiadora Ximena Medinaceli estas representaciones se relacionaron con la gran rebelión indígena de los años 1781-1782.

También hay arte rupestre que corresponde a los periodos Colonial y Republicano, como el existente en la provincia Los Andes del departamento de La Paz, estudiado por Freddy Taboada. En este sitio se ven numerosas figuras de camélidos, iglesias, escenas de peregrinaje, representación de danzas, jinetes y escenas de batallas. En este sitio se destaca la representación de danzarines de waca tokoris y uturuncus (kena kenas). Tenemos algunos indicios del significado del sitio por información oral de los vecinos aymaras que todavía recuerdan mitos relacionados con esas rocas. Se trata de un sitio excepcional de arte indígena colonial-republicano. Hay claros indicios de que algunas de estas representaciones fueron producidas en el siglo XX. Incluso hay una figura de un automóvil marca Ford de los años 30. Encima de este motivo está la figura de un danzante indígena.

El arte rupestre no era una creación casual según las ideas de un individuo; por el contrario, seguía códigos determinados por la tradición de un grupo y contenidos específicos. De esta manera, es posible definir conjuntos estilísticos que corresponden a una región y un periodo determinados. Los ejemplos presentados apuntan a diversas motivaciones relacionadas con las costumbres y creencias de grupos étnicos específicos, desde la prehistoria hasta nuestros días. Numerosos sitios eran considerados lugares sagrados y allí se realizaban ritos y ceremonias. En algunos casos, estos rituales en sitios de arte rupestre todavía se realizaban en la segunda mitad del siglo XX.

(Resumen de la conferencia Arte rupestre en Bolivia.)

Una nueva visión basada en 25 años de trabajo de la SIARB que los autores ofrecieron el 5 de junio en la Alianza Francesa).