Claudia Piñeiro: ‘Hay que aprender y aceptar que somos imperfectos’
Claudia Piñeiro nació en el Gran Buenos Aires en 1960. Es escritora, dramaturga, guionista de Tv y colaboradora de distintos medios gráficos. Es autora de las novelas Las viudas de los jueves (Premio Clarín Alfaguara 2005), Tuya (Finalista Premio Planeta Argentina 2005, Alfaguara 2007), Elena sabe (Premio LiBeraturpreis 2010, Clarín/Alfaguara), Las grietas de Jara (Alfaguara, Premio Sor Juana Inés de la Cruz 2010), El fantasma de las invasiones inglesas (Norma, 2010) y Betibú (Alfaguara, 2011).
— Las viudas de los jueves es una novela muy leída en la Argentina. Se hizo también una película basada en el libro. ¿A qué atribuyes el éxito de esta novela?
— Creo que es una suma de factores. Todos especulamos acerca de los motivos del éxito, pero sin tener certezas. Fue ganadora de un premio importante y mediático como es el Premio Clarín Alfaguara, con un jurado como Saramago, Rosa Montero y Belgrano Rawson. Pero creo que un factor importante es que cuenta una historia que la gente estaba esperando que le contaran. No me refiero a la trama en sí misma, sino al comportamiento de una clase social acomodada en la Argentina de los 90, que termina con la crisis de 2001. Una crisis que por otra parte tiene mucho parecido con las crisis de hoy en países europeos.
—Altos de la Cascada, donde transcurre la novela, es un barrio de gente rica. ¿Cómo es vivir en el Buenos Aires de hoy?
— En realidad Altos de la Cascada no es Buenos Aires sino los suburbios, una zona que no es rural, pero donde en medio de alguna pequeña ciudad hay campos.
El Buenos Aires de hoy ha crecido muchísimo y no puede responder a las necesidades de quienes la habitan, en algunos aspectos, lo que propició en parte este éxodo al conurbano. Hoy el habitante promedio de la ciudad de Buenos Aires vive solo y es de aproximadamente 38 años con un ingreso razonable pero bajo, según un informe reciente.
— En Altos de la Cascada todo ha sido planificado para que la felicidad esté al alcance de la mano. Pero, en el fondo, sus habitantes están llenos de dificultades que podrían desembocar en la infelicidad. ¿Qué piensas de estos personajes?
— Bueno, creo que lo que tengo para decir ya está dicho en la novela y sería repetirme, pero además muy extenso. Mas a manera de síntesis, son personas que constituyeron su ser a partir del tener y las apariencias, por lo que al perder lo que tienen se desconstituyen como personas.
— El Tano Scaglia es un personaje que sobresale. Siempre obtiene lo que busca. Hasta que sucede lo que sucede: ¿el destino?, ¿la crisis? ¿Qué significa el Tano Scaglia en tu universo narrativo?
— Significa el poder, y sobre todo el poder que se compra con dinero. El dinero es un bien que cambia de manos y eso es lo que le pasa, cuando cambia de manos él deja de ser todo lo que nombrás en esta pregunta.
— Con Las grietas de Jara ganaste el Premio Sor Juana Inés de la Cruz 2010. ¿Qué significan este libro y este premio?
— Es un premio para mí sumamente importante, dado por la Feria de Guadalajara, a la que respeto muchísimo, así que fue un gran honor recibirlo. El libro es para mí un paso más en la obra literaria que quiero ir construyendo de a poco, y me alegra que haya sido valorado así.
— La arquitectura, el arte, la belleza, el negocio, el amor, el engaño, el crimen son algunos temas de Las grietas de Jara, cuyos personajes viven en el centro de Buenos Aires. ¿Qué son Argentina y Buenos Aires en tu narrativa?
– Son los escenarios que conozco, allí donde me siento cómoda y me reconozco a mí misma. En Buenos Aires viví pocos años aunque trabajé, estudié, y viajo casi todos los días a esa ciudad. Pero no me siento auténticamente porteña sino bonaerense, del Gran Buenos Aires.
– Las grietas de Jara empieza con la imagen del arquitecto Pablo Simó dibujando su sueño: un edificio que nunca existirá. A lo largo de la novela, Simó encarna las dificultades de la vida citadina y los problemas de la modernidad: la soledad, la frustración. Hasta que se propone luchar por lo que quiere. ¿Crees que ésta sea
— más que otras épocas— una época que regurgita pablosimós?, ¿por qué?
— Por la crisis del capitalismo, porque el sistema que nos vendieron dejó de protegernos o nunca nos protegió del todo y recién ahora algunos se dan cuenta. Creo que esto está muy trabajado en la novela o eso espero.
— En Las grietas de Jara se advierten algunos juegos de espejos. Por un lado está Leonor, esa perturbadora muchacha de la que se enamora Pablo Simó, y por el otro está Francisca, la hija del arquitecto. ¿Qué piensas de la juventud?
— La juventud es un momento difícil, pero en general; para mí, mis personajes adolescentes, en todas mis novelas no sólo en éstas, son los que se salvan, los que tienen posibilidad de cambio, los que pueden elegir aún vivir de otra manera. El sufrimiento o las dificultades que transiten en esta etapa los ayudará para eso.
— Si Leonor funciona como espejo de Francisca, Nelson Jara, un estafador, es el espejo del arquitecto Simó. ¿Es Las grietas de Jara un testimonio del absurdo actual?
– Yo no condenaría tanto a Leonor y a Pablo Simó. Hacen lo que pueden. Cuando cambien las reglas del mundo, cuando en un país un salvataje o rescate no signifique darle dinero a los bancos sino a la gente, y no para que paguen sus hipotecas, sino para que coman, se eduquen, tengan acceso a la salud, entonces ellos también se pondrán a tono con ese mundo mejor.
— Algo que hermana a ambas novelas es un énfasis en el hecho de la construcción, en el hogar y en la familia. ¿Cómo es la casa perfecta desde tu punto de vista?
— No existe la perfección en nada, tampoco en la casa, tampoco en una familia. Hay que aprender y aceptar que somos imperfectos, y hacer lo mejor posible.
Feroz biografía urbana
Maria José Obiol – periodista
La escritora argentina Claudia Piñeiro retrata en Las viudas de los jueves el pequeño universo de las urbanizaciones de lujo. Un retrato demoledor, construido con la mirada de una agente inmobiliaria.
De entre las voces, la más cercana es la de Virginia Guevara, agente inmobiliario que en su libreta roja anota las características de las casas de sus vecinos en Altos de la Cascada, una urbanización, un country para clase acomodada. En la libreta roja también hay datos sobre el carácter y comportamiento de los propietarios: ¿cómo tratan a sus mascotas, cómo se relacionan con sus hijos o cuáles son sus gustos? Se afirma que los vecinos «temen haber sido incluidos, pero también ignorados», en sus anotaciones. En Las viudas de los jueves, además de Virginia, hay otras voces que hablan con un inquietante «nosotros» que detalla la vida en el country. Ése es el escenario. La época transcurre durante la década de los noventa. Es Argentina.
Esta suerte de biografía urbanística contiene un inventario escalofriante de normas de comportamiento: en el golf, el tenis, en la elección de la raza del perro o del colegio de los niños. Los regalos, las cenas, el ocio. Es un acierto contar con Virginia y su libreta roja y con su particular y a veces jocoso distanciamiento, pues la letra no exenta de ironía encamina al lector hacia una lectura voraz. Las viudas de los jueves es una novela demoledora y muy recomendable.