El ciclo El amarre organizado por la Casataller reúne cada mes a artistas de diferentes disciplinas para que intenten un diálogo creativo interdisciplinario.

En la sesión de junio se encontraron la música y las artes plásticas. Daniela Rico montó dos obras plásticas basadas en dos piezas musicales electroacústicas, una de Lluvia Bustos y la otra de Miguel Llanque. Fue un intento de correspondencia o traducción a un lenguaje plástico de lo que se le había propuesto en un lenguaje sonoro. Lo que logró fue llevar la música a sus propias obras plásticas y a todos los que estábamos allí a un lugar-momento en el que el sonido y las imágenes se mezclaban. La experiencia fue conmovedora. Intentaré transmitir mi percepción.

Se ingresa a una sala en la que se expone, por una parte, una especie de maraña de alambres y fotografías en blanco y negro, y por otra, un montaje de ventanas con fotografías a color sobre otra ventana. La primera de las obras, la de los alambres, ha sido especialmente creada para ser observada mientras se escucha Nostalgia de Lluvia Bustos; la segunda, para ser observada mientras se escucha Esmok de Miguel Llanque.

Una vez que todos ingresan a la sala comienza a sonar la música. Una empieza, entonces, a mirar con detenimiento los alambres, las fotografías, las sombras y, al cabo de un par de minutos, piensa que ya lo ha visto todo y se sienta a mirar desde un poco más lejos. Lo mismo ocurre cuando suena la segunda música y la obra que hay que observar es la de las ventanas. Por un momento, una tiene la sensación de que ya no tiene nada que hacer, ya ha visto lo que había para ver y, como estamos acostumbrados a la imagen en movimiento, lo que no se mueve se nos acaba rápido.

Lo interesante ocurre cuando una se da cuenta de que la música sigue, por lo tanto, la obra plástica también, entonces, se sigue mirando. De pronto, se comprende algo, no se sabe qué, se está escuchando y mirando a la vez, una se siente envuelta por lo que mira y por lo que escucha. Los alambres y las ventanas van cambiando según lo que se escucha, y lo que se escucha va cambiando según lo que se ve. La obra plástica empieza a transcurrir en el tiempo y la música se va instalando en el espacio. De pronto, una se encuentra en un lugar en el que pocas veces ha estado. Y después de seis minutos, en el primer caso y de veinte en el segundo, se acaba la música, que es la que mide el tiempo en el que podemos estar en ese lugar, y se nos acaba el lugar.

Lo que sigue son las percepciones de los propios artistas.

DANIELA RICO. Nunca había realizado un trabajo así, al principio estaba un poco nerviosa, mas cuando escuché las obras me parecieron tan ricas y  llenas de imágenes que todo comenzó a fluir. La pieza de Lluvia, Nostalgia, es más íntima, Esmok de Miguel son sonidos que vienen de afuera, conocidos, cotidianos para alguien que vive en una ciudad,  pero que en el momento en que los sacas de contexto se vuelven muy sugerentes. Ambas piezas manipulan sonidos que son ecos de algo, por eso me pareció pertinente que en el trabajo plástico exista eso también, materiales que sean ecos de otras cosas. Esto me ha dado la posibilidad de realizar un trabajo con materiales que hace tiempo no utilizaba. Me gustan los materiales a los que tienes que imprimir cierta fuerza, que no son fáciles de moldear. Por otro lado están las fotografías. En la música es importante marcar el tiempo, nombrarlo, y las fotografías hacen eso también, marcan un momento en el tiempo, en la obra de Lluvia las he usado casi como una textura, en el caso de Esmok son retratos.

LLUVIA BUSTOS. Ha sido una experiencia interesante y enriquecedora, hizo que todos aportemos de diferente manera a un objetivo común, con la misma pasión y esfuerzo.  El trabajar con Daniela hizo que yo explorara mi música de otra forma, desde otro punto de vista, y así se obtuvo una lectura plástica de la obra musical.  El resultado abstracto de la obra plástica viene a consecuencia de la utilización, en la obra electroacústica, de sonidos grabados en otros lugares y tiempos que no son habituales al ámbito local.  Siento que Daniela hizo suya la obra musical porque encontró en la combinación de alambres y fotografías con el juego de luces y sombras, el conjunto de recuerdos y nostalgias sonoras que la obra entreteje.

MIGUEL LLANQUE. El planteamiento estructural de Esmok consiste en la yuxtaposición de un conjunto de bloques de tiempo trenzados en un solo continuo sonoro. Los materiales con que ha sido compuesta son sonidos grabados en el centro paceño, escenario en el que convergen gran cantidad de conflictos y realidades sociales, que resultan en situaciones de altísima densidad y complejidad sonoras. En la pieza las cosas “pasan” o transcurren aunque a veces retornen. La propuesta plástica de Daniela logra establecer fuertes y sorprendentes correspondencias con la música. Un conjunto de ventanas yuxtapuestas, de distintas dimensiones y cargadas de algunas fotos de personas desconocidas, se presenta como un gran bloque macizo en el que diferentes tiempos transcurren y permanecen.

Todos están invitados a compartir esta experiencia. Las obras se repondrán el 27 y 28 de julio en Casataller (ver Agenda).