El mundo abigarrado de H. Murakami
El narrador japonés ha pasado de autor de culto a uno de los escritores más reconocidos en el mundo occidental
La escritura de Haruki Murakami es una mezcla abigarrada y única de lo humorístico surrealista y al mismo tiempo refleja la soledad y una enorme necesidad de amor en cada uno de sus personajes de un modo que conmueve tanto a lectores orientales como occidentales. Nacido en Kioto en 1949 y licenciado en literatura y teatro griego, Murakami fue elevado al éxito gracias a su prolífica pluma en la novela Norwegian Wood, que le permitió dejar su natal Japón para residir en Europa y Norteamérica.
Sus novelas suelen tener temas, títulos y argumentos relacionados con alguna canción como: Dance, Dance, Dance (de The Dells), Norwegian Wood (los Beatles) y South of the Border, West of the Sun (la primera parte es el título de una canción del norteamericano Nat King Cole).
Esta afición por la música quizá se relacione con su primer trabajo: mientras cursaba sus estudios universitarios, trabajó en una tienda de discos; y en 1995, cuando regresó al Japón, fundó un club de música.
Murakami regresó a su país natal tras el terremoto de Kobe, sitio donde pasó su infancia, y el ataque con gas sarín que la secta Aum Shinrikyo (‘La Verdad Suprema’) perpetró en el metro de Tokio. Estos dos acontecimientos marcarían las ideas literarias de Murakami, quien más tarde escribiría sobre ambos sucesos en su producción literaria.
Además, la pluma de Murakami se da la libertad de desdibujar la realidad y sus trazos hacen que lo antagónico como el día o la noche, el bien o el mal, la luz o la oscuridad y, desde luego, un mundo real y otro ficticio se den la mano tornándose el ornamento de las historias que narra. Quizá esto se dé porque la generación de escritores a la que pertenece fue influenciada por la literatura contemporánea norteamericana. Ha traducido a Tobias Wolff, Francis Scott Fitzgerald, John Irving o Raymond Carver, a los que admira y considera indudables maestros.
A finales de 2005, Murakami publica una colección de cuentos llamada Tokyo Kitansho, traducido libremente como Misterios tokiotas. También ha editado una antología de relatos llamada Historias de cumpleaños, que incluye historias de escritores angloparlantes y también una suya.
La afamada editorial Tusquets de Barcelona (España) ha publicado en castellano: Crónica del pájaro que da cuerda al mundo; Tokio blues: (Norwegian Wood); Kafka en la orilla; Sputnik, mi amor; Al sur de la frontera, al oeste del sol; Sauce ciego mujer dormida, El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas; After dark; y De qué hablo cuando hablo de correr. Por su parte, la editorial Anagrama ha publicado su libro La caza del carnero salvaje.
Este japonés es uno de los pocos autores que ha pasado de un escritor de culto a un autor de prestigio y reconocimiento en el mundo occidental contemporáneo. Ha recibido varios premios, como el Noma, el Tanizaki, el Yomiuri, el Frank O’Connor, el Franz Kafka o el Jerusalem Prize. Ha sido distinguido también con la Orden de las Artes y las Letras por el Gobierno español, y ha recibido el XXIII Premio Internacional de Cataluña 2011.
Protesta social y libertad de expresión en América Latina
El derecho a disentir es lo propio de las sociedades democráticas, dice el comunicador colombiano Omar Rincón en la Introducción al libro Vamos a portarnos mal. Protesta social y libertad de expresión en América Latina. “Y la protesta es el ejercicio activo de la libertad de expresión” continúa el director del Centro de Competencia en Comunicación de la Fundación Friedricht Ebert, editora del volumen.
El libro está integrado por 17 relatos periodísticos que retratan la protesta social en igual número de países de América Latina, de sur a norte, desde Argentina hasta México. Es, por lo tanto, un recorrido vivo —desde el lenguaje y las armas del relato periodístico— por las demandas y las consecuentes movilizaciones de diversos sectores sociales del continente.
Los 17 relatos —de Bolivia se publica “El 11-S de los indígenas cruceños” de Gisela López Rivas— están enmarcados por dos textos analíticos: “Protesta, derechos y libertad de expresión” de Eleonora Rabinovich y “La efervescencia de la protesta social” de Ana Lucía Magrini.
La positiva recepción del libro en Bolivia motivo a la Fundación Ebert a imprimir una edición nacional. Esta edición reproduce íntegramente la edición internacional y tiene además una “yapa”: una crónica de la VIII marcha de los indígena de tierras bajas en defensa del TIPNIS escrita por Gustavo Guzmán, destacado periodista boliviano y eventual marchista solidario. Un ejemplo de la relación entre protesta social y crónica periodística.
‘Semblanzas ignoradas de nuestro pueblo’
En 2011, el Archivo y la Biblioteca Nacionales de Bolivia, con sede en Sucre, convocaron al concurso “Semblanzas ignoradas de nuestro pueblo”. El certamen tenía como finalidad “promover la investigación biográfica desarrollada sobre la base del uso de fuentes documentales escritas u orales para rescatar la vida de personajes populares bolivianos que hayan vivido hasta la primera mitad del siglo XX”.
Un jurado integrado por los historiadores William Lofstrom Masterson y Pilar Mendieta Parada y por el escritor Máximo Pacheco Balanza decidió otorgar el primer premio a la obra Manuel María Camacho Medrano. Semblanza del gigante de Jaihuayco (1899-1952) de Albert Quispe Escóbar. El segundo premio fue para El doblemente emigrado don José de Nestares: Entre los últimos años de la Colonia y los albores de la Independencia de Edwin Arciénega Toro. Las dos biografías ganadoras fueron publicadas en un mismo volumen por los auspiciadores del concurso.
Ambos relatos se caracterizan por el rigor de la información que les permite recrear la vida de los biografiados y por la amenidad con lo que lo hacen. La historia del Gigante Camacho no es desconocida, pero se la ha confundido frecuentemente con la anécdota y la leyenda. Un mérito de la obra de Quispe es documentar cada uno de los momentos de la vida de este personaje, desde su nacimiento en Cochabamba hasta su desaparición en Buenos Aires (no hay datos ciertos sobre su muerte).
Por su parte, Arciénega revela a un personaje que vivió la transición entre la Colonia y la Independencia en Charcas. Fue un hombre de sociedad, relacionado con las elites de la ciudad, próspero comerciante y dueño de haciendas, pero se declaró “adicto” a la causa patriótica, lo que lo llevó a morir en el exilio en la Argentina.